SABADO Ť 11 Ť AGOSTO Ť 2001
COSAS DE FUTBOL
Josetxo Zaldúa
Vivió clandestino durante 87 minutos. Su figura menuda, su cara de niño y sus piernas de jinete frustrado deambularon como alma en pena en medio de una mexicano-sudamericana guerrilla azul. Los chiquitos, contra pronóstico, iban arriba en el marcador por un gol. Pero también en juego, en posición dentro de la cancha, en disposición, en combatividad. Los azules recetaron un jarabe tapatío a los blancos madrileños.
Pero el francotirador llegó faltando tres minutos para que la película terminara. Llegó para ser el aguafiestas de cientos y cientos de cantinas, de oficinas, de domicilios particulares. Si usted quiere traerse a su fiesta o a su equipo a ese clandestino, a ese francotirador, ponga en una ventanilla bancaria 153 millones de dólares o mil 530 millones de pesos. Y apenas entonces comenzará a negociar su salario, sus primas, sus deseos, sus sueños, en fin, lo que a él se le ocurra.
Ese hombre con cara de niño, Raúl se llama, hizo añicos la ilusión de millones de mexicanos. No es broma.
Luego llegaron los de siempre, los penales, esos señores que malquieren a México. Pero incluso por única ocasión hay que celebrar esa especial liturgia. El Conejo Pérez traumó al millonario Figo -su rescisión de contrato le cuesta a usted, si lo desea, lo mismo que Raúl- y le detuvo la redonda para solaz y esparcimiento de nosotros los dizque de abajo.
Razón tenía el ilustre barón Pierre de Coubertin, el abuelo, padre y madre del para siempre sepultado movimiento olímpico, hoy convertido en Comité Central de Negocios Deportivos, cuando acuñó la célebre y columpiada frase: "lo importante no es ganar sino competir".
Pérez, cuya cláusula de rescisión de contrato de seguro no alcanza uno por ciento de la del lusitano Figo -estupendo jugador, dicho sea de paso-, tuvo el descaro tepiteño, vale decir mexicano, de ponerse de igual a igual con el millonario.
Y lo frustró para siempre porque, dicen por ahí, Figo es más guapo y más fornido, y más atleta y más cejijunto, y tiene como esposa y madre de sus dos hijos a una bellísima modelo sueca, que para un portugués no deja de ser una grata conquista.
En cambio Pérez, qué decepción, se apellida Pérez, no está casado con una modelo sueca, tampoco es cejijunto, sino peloncito, ni más atleta, mucho menos más fornido y olvídese que más guapo que Figo... aunque en este último punto, la neta, pues todo es cuestión de gustos.
Pese a esa aparente desventaja, el chaparro Pérez le detuvo dos penas máximas a Figo, con todo y su atractivo, su ficha millonaria y su bella esposa sueca. Y es que, disculpen, así somos de chingones en esta indómita tierra.
Claro, perdimos al final pero...y quién nos quita el placer de ser derrotados cuando, muy adentro de nuestro ser, sentimos que, como quiera que sea, lo pasamos bien chido.
Ese es el chiste al final de las cuentas. Así es el futbol y casi cualquier deporte de masas. Más, si cabe, cuando las televisoras se esfuerzan, cada vez con más dedicación, en modular nuestras chiquitas mentes.