DOMINGO Ť 12 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť A pesar de acusaciones por nexos con narcos, nunca se le abrió una investigación
El profesor impuso desde gobernadores hasta ediles
Ť A través de los negocios mantuvo cercanía e influencia con presidentes surgidos del PRI
ENRIQUE MENDEZ Y RENATO DAVALOS
Un claroscuro institucional acompañó a la leyenda entreverada entre el trato aterciopelado, la influencia política, la fortuna y el poderío de un grupo a veces confundido con el mito y con los tráficos de diversa naturaleza. Un vendedor de dulces y zapatero remendón que de las aulas rurales se encumbró a un imperio que se extendió a Estados Unidos.
Sobre Carlos Hank González, El Profesor, el Centro Nacional de Inteligencia para el Narcotráfico, con información de la DEA, la FBI, la CIA e Interpol, advirtió: "el grupo Hank representa una amenaza criminal significativa para Estados Unidos".
Ese grupo, conocido como Atlacomulco, se fraguó bajo la tutela de Isidro Fabela, aquel abogado carrancista que en los 40 llegó a la gubernatura mexiquense y desde ahí emprendió la configuración de la agrupación casi mítica que siempre fue negada por sus protagonistas.
Hank mantuvo siempre cercanía e influencia con los presidentes surgidos del PRI, a través de los negocios, algunos presuntamente ilegales. Desde aquella concesión de Petróleos Mexicanos al autotransporte, la aviación y otros que sus hijos terminaron de consolidar en la recta final de una vida que feneció en el rancho Don Catarino, en Santiago Tianguistenco, por un añejo padecimiento prostático.
Después de su retiro de la vida política, en 1994, Hank González seguía influyendo en la imposición de candidatos, en la distribución de recursos para campañas del tricolor, incluso la de Francisco Labastida Ochoa, aun cuando éste se negó en principio a recibir recursos de origen sospechoso. Unos días después no tuvo más remedio que abrazarlo en público.
Un axioma que acuñó el propio Hank volvía a cumplirse: "un político pobre es un pobre político".
En octubre de 1996, recién estrenado como dirigente nacional del PRD, Andrés Manuel López Obrador describió a Hank González: "es el gran capo de la política mexicana. Gobernadores, ex gobernadores, líderes del PRI, negociantes, mercaderes, todos lo obedecen, le aman y le temen. Parece que es el que representa el otro poder".
El ejemplo clásico
La revista Forbes dedicó a Hank unos párrafos en un artículo relativo a su último jefe, Carlos Salinas de Gortari: "es el ejemplo clásico de la interrelación corrupta entre el empresariado y el gobierno de México", y citando a un alto funcionario antinarcóticos del Departamento de Estado estadunidense resaltó: "es una combinación de Lyndon Johnson, Richard Daley, Jimmy Hoffa y Vito Corleone".
Para López Obrador, en esa época se perfilaba una "dualidad de poderes: el que representan las instituciones y el que aglutinan el señor Carlos Hank González y su grupo de gobernadores".
Esa referencia al sindicato de gobernadores resumía el poder y la influencia del profesor en la clase política priísta.
La influencia se fue diluyendo con el tiempo. El control político se escapaba con los inéditos cambios en el escenario nacional. Un peso que empezó a decaer a mediados del sexenio pasado.
Intocable, lo consideró el grupo Geopolitical Drug Watch. También lo vincularon con el cártel de los Arellano. El eslabón débil de la familia era Jorge, uno de los hijos, con fama de despiadado, peligroso y violento, acompañado de una pasión por los animales exóticos y los negocios turbios. Se le iniciaron varios procesos penales, incluido uno por lavado de dinero.
Carlos, otro de los hijos, es el financiero, el negociante texano, banquero y titular del grupo Interacciones, que pretende ser la. multinacional financiera latinoamericana más poderosa, pero también es señalado por estadunidenses como lavador de dinero.
Todavía a mediados del sexenio zedillista, el ajedrez político estaba dominado por el profesor que estudió en la Normal de Toluca, donde se especializó en historia y biología, y que a los 27 años ya era tesorero del municipio de Atlacomulco. Un año después ya era alcalde de la capital, con el apuntalamiento de Fabela.
Hace cuatro años las piezas hankistas estaban en el escenario nacional. Nafin primero y después la regencia, con Oscar Espinosa Villarreal; la CTM, con Fidel Velázquez Sánchez; el Infonavit, con Alfredo del Mazo; la Secretaría de Gobernación, con Emilio Chuayffet Chemor; el gobierno interino del estado de México, con César Camacho Quiroz, y luego el actual de Arturo Montiel Rojas.
De hecho, en una reunión secreta a finales de 1998, Hank y otros prominentes políticos mexiquenses "decidieron" que Montiel sería el candidato a la gubernatura del estado de México por el PRI.
Su influencia se ampliaba por la magnífica relación con los grupos de poder de Tabasco, encabezados por el ex gobernador Roberto Madrazo Pintado, y por los negocios con el propietario de Maseca, Roberto González Barrera, con quien forjó relaciones de empresa en el país y el extranjero.
En sus mejores tiempos, cuando la hegemonía priísta avasallaba al país, el grupo imponía no sólo candidatos a gobernadores, alcaldes y diputados, sino también a obispos y se dice que hasta candidatos a la Presidencia de la República.
La noche del 23 de marzo de 1994, confirmada la muerte de Luis Donaldo Colosio Murrieta en Tijuana, Hank González buscó influir en la nominación de un candidato emergente.
Durante la cena en honor del premier canadiense Jean Chrétien, que se suspendió para hacer frente a la emergencia, Hank González dijo a dos de sus compañeros de gabinete que el designado por Salinas de Gortari sería Ernesto Zedillo, bajo la teoría de que cada presidente de la República también escoge a un relevo en caso de un accidente, y que éste era el secretario de Educación Pública.
Cuando se le preguntaba el origen de su fortuna, Carlos Hank González -quien nació en 1927 en Tianguistenco de Galeana, en el estado de México- decía que su dinero lo había hecho a partir de la venta de dulces.
Pero su perfil siempre transitó por la institucionalidad. Las diputaciones, la Conasupo en el diazordacismo, la gubernatura en el echeverrismo, la regencia capitalina con su amigo José López Portillo y su vinculación con la joven tecnocracia salinista, donde pasó por Turismo y Agricultura, hasta que anunció su "retiro político".
Con el transcurrir de los años la multiplicación de su fortuna política y económica, y sus presuntas relaciones con el narcotráfico e inversiones ilegales fueron investigadas por la DEA, la CIA y la Asamblea Legislativa de Costa Rica.
"Yo no sé de eso, yo sólo sé de maíz y de frijol", decía el entonces secretario de Agricultura de Carlos Salinas de Gortari.
La fortuna del ex gobernador mexiquense y ex regente capitalino la venía compartiendo su hijo Carlos Hank Rhon, a quien se le atribuye la propiedad de diversos negocios de apuestas en Tijuana, entre éstos el galgódromo de esa ciudad fronteriza.
Medios informativos de Costa Rica revelaron en mayo de 1997, luego de que se conocieron los detalles de la "conexión mexicana", que una empresa constructora de carreteras de Hank González había ganado una licitación de obras públicas por parte del gobierno del entonces presidente José María Figueres, quien también encabezó una cena en 1996 en la que Hank González fue el "invitado de honor".
El imperio de Hank sobre la ley y las instituciones se reflejó aún más luego de que el gobierno federal inició investigaciones por evasión fiscal en contra de su hijo, quien en mayo de 1995, al pretender introducir ilegalmente artículos de lujo, fue detenido por unas horas.
En diferentes ocasiones periódicos como el Washington Post ofrecieron información precisa sobre las presuntas relaciones de Hank González con el narcotráfico, e incluso publicaron informes del uso de la extinta Conasupo como instrumento de los narcos -en ese tiempo Raúl Salinas era funcionario de la empresa y tenía negocios ganaderos con el hijo menor de Hank-, pero las denuncias nunca derivaron en investigaciones en México.
No obstante, el gobierno mexicano nunca abrió un expediente sobre Hank y sus relaciones con el tráfico de drogas, e incluso el ex zar antidrogas estadunidense Barry McCaffrey se declaró ofendido con la información difundida por periódicos de su país en la que se dudaba de la "honorabilidad" de Hank González.
El ex presidente Miguel de la Madrid ha declarado que cuando se decidió por Carlos Salinas de Gortari como sucesor, no tomó en cuenta la relación de su secretario de Programación con Hank González, ni investigó los posibles negocios entre ellos. Y eso que las estrechas relaciones entre los dos personajes eran añejas.
Hank González había sido colaborador de Raúl Salinas Lozano y posteriormente su jefe en el Instituto Mexicano de Comercio Exterior. Y a eso había que añadirle los vínculos familiares, de amistad y de negocios con González Barrera: las relaciones entre las tres familias terminaron de tejerse cuando al salir de la Secretaría de Industria y Comercio, en 1964, Raúl Salinas fue asesor de Don Maseco.
En abril de 1997, Hank González había sufrido un infarto cerebral, por lo que fue trasladado de urgencia por sus familiares al hospital ABC de la ciudad de México, donde se le diagnosticó un accidente vascular en el hemisferio derecho del cerebro, producto de una trombosis.
En esa ocasión la emergencia se dio luego de que tenía dificultades para mover la mano izquierda. Del ABC fue trasladado a la clínica Mayo, en Rochester, Minnesota, donde fue sometido a exhaustivos exámenes.
En febrero de 1999 fue internado en el Hospital de Nutrición Salvador Zubirán, de donde salió tras dos días de estudios y tratamiento. Las constantes visitas al médico desataron rumores sobre su fallecimiento.
Sin embargo, asistió a la boda de su nieta, en el rancho Don Catarino, y semanas después a la final de futbol en el estadio La Bombonera Ahí no sólo los Diablos Rojos refrendaron su poder, sino también el grupo Atlacomulco: entre ellos, festejando el triunfo, estaba el entonces secretario de Gobernación, Diódoro Carrasco Altamirano.
Carlos Hank González fue regente y, como tal, uno de los hombres más poderosos del equipo de José López Portillo, a quien tenía prendado a pesar de las advertencias que sobre él le hizo Luis Echeverría Alvarez por los negocios turbios y "peculiares relaciones políticas" del profesor.
Pero se quedó fuera de la carrera presidencial cuando el entonces jefe del Ejecutivo decidió no presentar una iniciativa de reforma del artículo 82 constitucional porque consideró que serían "cambios con dedicatoria", que podrían derivar en "interpretaciones muy dañinas" para el sistema.
De él escribió López Portillo en Mis tiempos: "Hank, sin duda, sabe hacer las cosas. El sábado pasado (junio de 1979) inauguré los famosos ejes viales, aquí en el DF. šCuánto escándalo! Ya están. Espero que funcionen y justifiquen gasto y prestigio. Hank se la jugó realmente. Ahora cosechará".
El Profesor, soporte del sistema político durante muchos años junto con Fidel Velázquez, dejó ayer en Don Catarino la herencia de su historia a sus hijos.