martes Ť 14 Ť agosto Ť 2001
José Blanco
El capo abominable
Algunos medios se refieren a la muerte de Carlos Hank González como el deceso del último capo, como el fin de una época priísta. Acaso sean vanas ilusiones; quizá lo que no sabemos es de qué manera Hank y sus estructuras mafiosas de decisión serán sustituidas. Quién heredará los resortes siniestros que movía.
Dueños de vidas y haciendas, en todas partes los jefes mafiosos y los caciques surgieron originalmente del latifundio, del control de la tierra y de los campesinos, de los canales de comercialización de los productos de la tierra. En todas partes la explotación implacable de los campesinos productores generó rebeldías e inconformismos que fueron sometidos por estructuras de poder ilegales, ya por favores selectivos, ya por una represión perversa y ejemplar que servía al efecto de mantener el orden por el terror y por la muerte.
La organización mafiosa usurpa los mecanismos de participación de la sociedad o de la comunidad; crea su "ley", la impone por mecanismos de fuerza (por la amenaza o por la degollina y el asesinato cuando le es necesario), y suplanta al Estado de derecho, en el marco de las apariencias de un Estado liberal. La asociación entre las estructuras del poder mafioso y las del poder político se aproximan con total naturalidad y se refuerzan mutuamente. Los lazos de parentesco de una y otro son múltiples y diversos. ƑCuál gran capo mexicano no ha sido simultáneamente un empresario generalmente de los bienes de la tierra y un político de alcance local, estatal o nacional? Vivo en la memoria está el recuerdo, por ejemplo, de Gonzalo N. Santos.
El tamaño y la cantidad de los monstruosos capos mexicanos son inversamente proporcionales a la debilidad organizativa de la sociedad y a la falta de educación de la misma. El capo de la política es la antidemocracia por antonomasia.
Durante el último siglo y medio México ha estado plagado de gángsteres de la política de esa calaña; de asociaciones secretas que en las tinieblas de las catacumbas del poder han urdido los destinos de miles y de millones. Patriarcas repugnantes y deprimentes hinchados de dineros mal habidos con los que "generosamente" corrompieron cuanto tocaron, obsequiando lo que fuere para comprar los favores necesarios. ƑAlguien puede hacer el inventario de las dádivas execrables que durante su vida hiciera Hank González? ƑAlguien del pueblo miserable mexicano tiene la más vaga idea del fasto cotidiano de la vida del capo, fasto de mil modos explicable por esa misma miseria? ƑRecuerda usted las bochornosas crónicas de los festines faraónicos en Santiago Tianguistenco de il capo di tutti capi con invitados internacionales?
Por supuesto, con el desarrollo del siglo XX las mafias se "modernizaron", abarcaron el narcotráfico, la gran finanza, los juegos de azar, la manufactura de esto o aquello, aun jugaron a la geopolítica personal como Hank en Centroamérica. Y se volvieron también cosmopolitas en busca de excentricidades absurdas y ramplonas. ƑRecuerda usted el contrabando kitsch que intentaba uno de los Hank con pieles, animales y objetos extravagantes traídos de tierras remotas? ƑRecuerda usted la prepotencia con la que enfrentó ese affaire aduanero?
El tamaño del poder de esas estructuras mafiosas queda indicado por el tamaño y el número de las esquelas que hemos visto estos días en que el capo aparece como un esclarecido prohombre al que se le debe veneración, y al que se le llama maestro, no porque de oficio juvenil fuera profesor, sino porque el inmenso poder y el gran dinero lo volvieron eminente y digno de pleitesía a ojos de sus reverentes seguidores que quisieran embeberse de sus profundas enseñanzas.
Hank ha muerto; no han muerto las condiciones y estructuras sociales que lo engendraron, que lo hicieron posible. Sigue ahora la sorda contienda por el poder de la corona del finado de Atlacomulco. Con frecuencia estas batallas se libran y resuelven en las catacumbas a las que pertenece la mafia momentáneamente descabezada. Esta vez, sin embargo, no será una reyerta política menor; la disputa abarca una zona significativa de las estructuras del poder priísta; una zona que pertenece a los aspectos de la historia más infame, corrompida y aciaga del subdesarrollo mexicano. Ojalá y de veras con la sepultura de Carlos Hank González empecemos a inhumar también esa historia deplorable.
Infortunadamente el México miserable, desorganizado y sin educación y, por lo tanto, sin defensa, sigue entre nosotros como víctima propiciatoria de modernos capos. Pero también empieza lentamente a abrirse paso la vigencia del Estado de derecho, la creciente organización de la sociedad, su participación directa en los asuntos que le competen, el freno a los mecanismos de la corrupción con los bienes públicos. Un día enterraremos para siempre a los patriarcas fraudulentos.