Sataniza a Saramago universidad tijuanense
Despide a dos maestros que recomendaron su lectura; indignación de alumnos
JENARO VILLAMIL
El 25 de julio los profesores Hugo Harrell y Lizbeth Escárcega fueron informados que su ''despido temporal'' del Centro de Estudios Universitarios Univer Noroeste de Tijuana se convertía en "definitivo". El director del plantel, Germán Aguilera, quien los había apoyado en sus métodos académicos y defendió su libertad de cátedra, tuvo que reconocer, en corto, que el cese era el resultado de un nuevo caso de intolerancia en esta ciudad fronteriza: los mentores habían recomendado a sus alumnos de psicología la lectura de la novela El Evangelio según Jesucristo, cuyo autor es el premio Nobel José Saramago. Por esta razón, fueron acusados de pretender ''manipular'' con este ''libro satánico'' a los jóvenes. Incluso, los acusaron de querer formar una secta.
El despido de Harrell y Escárcega generó la indignación de la mayoría de sus 40 alumnos del tercer cuatrimestre de psicología, quienes realizaron plantones en la dirección y enviaron un correo electrónico a la editorial Alfaguara para denunciar el hecho.
En ese comunicado, los alumnos subrayan:
''Pensábamos que esto de los libros prohibidos sólo se daba en lugares grandes como la ciudad de México, donde la diversidad de opiniones y las diferencias políticas daban pie a esto y más. Pero ahora sabemos que lo del tal señor Abascal es más común de lo que se cree. No podemos creer todo lo que se ha desatado desde que Hugo y Liz se fueron de nuestra escuela, sabemos que eso de 'el despido temporal' fue otra más de (las) mentiras de la escuela, ya que esto no fue lo que les dijeron a ellos, aparte de que se negaron a ponerlo por escrito...
"No sabemos a quién acudir, ya que en nuestro estado gobierna el PAN y todos sabemos la influencia eclesiástica que esto representa. Como jóvenes, nunca se habían burlado tanto de nosotros, ni nunca nos habían remarcado tanto que carecemos de 'criterio' porque admiramos a nuestros maestros. No pertenecemos a ningún partido político ni a ninguna religión en particular, ya que en nuestro grupo aprendimos a respetar las diferentes ideologías y credos; y a aceptar con tolerancia la diversidad en el mundo, pero ahora ya no sabemos qué hacer; ojalá y ustedes nos puedan orientar... por favor".
En entrevista vía telefónica, el profesor Hugo Harrell, con 13 años de experiencia en la docencia de psicología, reconstruye el caso y señala a la profesora Nayelli Cota, de 23 años, practicante de la religión cristiana e hija de ''un magistrado muy influyente'' de Baja California, como la autora de las presiones que derivaron en la salida de él y la profesora Escárcega.
Harrell relata que el libro de Saramago fue recomendado por él y Escárcega para un trabajo de investigación en la materia de Teoría y práctica de la entrevista. El profesor explica:
''Nuestro objetivo era que los propios estudiantes se formaran un criterio y que investigaran sobre otras creencias y religiones. No estábamos atacando las creencias de nadie. Nosotros teníamos alumnos católicos y evangélicos que nunca protestaron por la lectura de El Evangelio...
"El tema era una investigación sicológica sobre la condición humana de Jesucristo. De hecho, no sólo leyeron este libro sino también biblias de distintas religiones y artículos publicados en Selecciones para que se documentaran sobre las diversas versiones de la vida de Jesucristo.
''No considerábamos correcto que tuvieran contacto con pacientes sin antes tener un ejercicio teórico con un personaje simbólico con tanta fuerza como es Jesucristo. La idea era que a partir de estos textos le hicieran ellos el guión de un cuestionario".
Harrell y Escárcega nunca imaginaron que este método poco ortodoxo, pero muy popular entre los alumnos, generara la animadversión de otro grupo de maestros, profesantes de la religión cristiana, y encabezados por Nayelli Cota.
Ella, a través de un "alumno espía" comenzó a saber del libro de Saramago y de otras obras como Etica para Amador, de Fernando Savater, y El varón domado, de Esther Vilar, que los profesores recomendaban para ampliar el criterio de los alumnos. "Sin haberlo leído", subrayó Harrell, la profesora difundió en sus horas de clase que la obra de Saramago influía negativamente en los jóvenes, que sus colegas buscaban formar una "secta satánica" y que era necesario correrlos de la universidad.
En un principio, el director Germán Aguilera los apoyó. Se reunió con los alumnos de los dos grupos y les dijo que leer la novela del autor portugués, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1999, "no tenía nada de malo".
Sin embargo, Aguilera cambió de opinión a raíz de una "orden directa de la rectoría". Al parecer, subraya Harrell, los dueños de otro centro de estudios, la Universidad de Xochicalco, "presionaron a los dueños de Univer" para que los corrieran.
Utilizaron de pretexto el hecho de que Harrell y Escárcega tienen pendiente el trámite de titulación profesional, pero esta situación es común entre los mentores de una universidad que cuenta con escaso tiempo de funcionamiento y que, de acuerdo con sus normas, se define como laica.
Curiosamente, otros libros que sí están permitidos entre los alumnos de psicología son las obras completas de autoayuda y superación personal de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
El caldo de cultivo
Harrell afirma: "estoy más triste que enojado", y define lo sucedido como "un caso de intolerancia, de ignorancia, de prejuicios. Nadie tiene el derecho de decirle a los alumnos lo que deben pensar...
"Quieren hacer de los muchachos unos títeres, que sean dóciles y que no aprendan a tener su propio criterio", reflexiona.
Docente en otras instituciones como el Tec de Monterrey, la UNAM y otras universidades estatales, Harrell señala que de instituciones que pudieron haber esperado una censura, no la tuvieron.
"Este es un caso que sólo se da en Tijuana. Nosotros somos una ciudad cosmopolita, en apariencia, pero de criterio muy reducido... Recordemos que aquí se desarrolló el caso Paulina. Aquí la televisión local no transmite el programa de Los Simpson porque hubo presiones de padres de familia que lo consideraban inmoral y, en su lugar, transmiten Los locos Adams... Aquí nos sentimos como si estuviéramos en la Inquisición moderna", exclama el profesor.
Lizbeth Escárcega subraya que ellos eran de los pocos maestros que trataban de acercar a sus alumnos a expresiones de la cultura general más amplias. Les encargaban ver películas, tenían un taller de teatro los fines de semana y, por haberlo organizado con los alumnos, los acusaron de querer formar una "secta".
A pesar de su arrojo, Harrell reconoce que ciertos temas no pueden ser tratados en las universidades laicas, públicas y privadas de Tijuana, como es el caso del aborto, "que es una palabra satánica". "Aquí los derechos de la mujer no existen y mucho menos podemos abordar asuntos como los relacionados a la homosexualidad".
"Nos sentimos como si estuviéramos en la Inquisición moderna", señala el mentor.
Por lo pronto, los alumnos que enviaron el correo electrónico se quejan de la propia institución y de su director. Se sienten decepcionados. Reclaman ayuda. Primero, les recordaron que necesitaban tener un "amplio criterio", y que era "poco ético mezclar las creencias religiosas dentro de una universidad" y tratar de influir en el criterio de los alumnos. Ahora sólo tienen una certeza: la obra de Saramago es un "libro prohibido" en su institución académica.