MARTES Ť 14 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť Exhibe hasta el sábado la serie La marca de nuestro tiempo, en la galería VM
Alejandro Valencia ve en blanco, negro y gris
Ť El artista se dice marginado; su obra revela una postura generacional, afirman los críticos
MERRY MAC MASTERS
La pintura, dice Alejandro Valencia (ciudad de México, 1972), es una necesidad vital; es como tener hambre y comer, o tener sueño y dormir.
Valencia, cuyos cuadros revelan una "postura generacional", de acuerdo con el crítico de arte Carlos-Blas Galindo, asegura que desde principio carecen de cualquier intención hacia el exterior. Al contrario, manifiestan una "cosa dialéctica conmigo mismo". De allí que hay reminiscencias infantiles, juguetes y objetos cotidianos descontextualizados que le funcionan como recursos.
La fuerte carga autobiográfica, sin embargo, no es placentera. Las situaciones en donde se repite el rostro sin expresión o cuerpo desnudo del pintor causan desconcierto o angustia.
Alguna vez el curador Edgardo Ganado Kim escribió que Valencia "explota el posible dolor que puede sentir un niño o un adolescente que está solo y desprotegido". Respecto a un resultante sustrato "melancólico", el artista argumenta que "no está pensado así". No obstante, cuando se le pregunta acerca de su paleta que se limita al blanco, el negro y los tonos grises, explica simplemente: "Es que así veo. No siento esta afinidad por el color".
Valencia presenta, hasta el 18 del presente, una serie de técnicas mixtas sobre fibracel, bajo el nombre de La marca de nuestro tiempo, en la Galería VM Relaciones, ubicada en Córdoba 37-9, colonia Roma, como parte del proyecto "Donde se origina el arte", que coordinan El Aire Centro de Arte y el grupo editorial Origina.
En cuanto a su formación como artista, Valencia prefiere decir que es autodidacta. Su paso por "San Carlos", como le dice, tuvo un final "álgido", ya que fue expulsado en 1993. A consecuencia se le sobrevino un "desencanto" que lo hizo desentenderse por completo de la pintura hasta que unos cinco años después conoció a Ganado Kim, cuya percepción del arte acabó reintegrándolo a la plástica.
Preguntado sobre sus influencias, Valencia responde: "Tengo mucha afinidad con José Clemente Orozco, aun cuando me parece que discursivamente somos muy distintos. Quizá hay algún punto de contacto en esta cuestión del escepticismo para con lo que está en el contexto, y también esta semejanza de repente de no tener causa. Conscientemente, lo puedo decir, pero lo más probable allí subyace algo muy obvio o muy evidente que quizá no puedo detectar. Es como este probable engaño propio de creer en un discurso cuando hay un subterfugio que está manipulándolo".
Ser autodidacta también condiciona su relación con el medio artístico: "Definitivamente me siento marginado, pero no sólo respecto el gremio, sino inclusive con la oficialidad que lo consagra. Nunca he accedido a una beca o un apoyo institucional. Por otro lado, no tengo amistades que se dedican a la plástica. También es una cuestión de temperamento. En cuanto a la gente de mi generación, no estoy muy enterado, pero lo poco que conozco de repente siento que los discursos están en función de conseguir apoyos o de acceder a un mercado".
Y si en la actualidad está "de moda" ser artista, hecho que conlleva a una "sobrepoblación pavorosa" de personas en busca de espacios y apoyos, Valencia también señala "la falta de honestidad en algunas piezas o artistas", que persiguen una "consagración exprés".