Ť Alquimia dedica su reciente número al camarógrafo
Agustín Jiménez, vanguardista de la foto y el cine mexicanos
Ť La publicación reproduce fotos y textos inéditos del archivo familiar con el fin de revalorar al autor
ARTURO JIMENEZ
El 11 de febrero de 1936, el escritor Luis Cardoza y Aragón escribió en la revista Todo, publicada en la ciudad de México:
"Agustín Jiménez es, con Manuel Alvarez Bravo y Emilio Amero, uno de los mejores fotógrafos mexicanos. Le conozco desde hace años, cuando dirigió el taller de la Escuela Central de Artes Plásticas. Su obra se ha distinguido, sobre todo, por su perfección técnica".
Prosigue el poeta y narrador en ese texto periodístico, reproducido por el más reciente número de la revista Alquimia, órgano del Sistema Nacional de Fototecas:
"Alvarez Bravo es el intelectual, el gusto refinado, aunque muy a menudo sea deficiente su oficio; su fotografía nos interesa por su clima. Algo semejante ocurre con Amero, aunque por muy diferente camino; Jiménez es netamente objetivo, más directo, y más parejo y acabado en su trabajo.
"Su experiencia cinematográfica es ya considerable. En ella se nos ofrece bastante desigual; pero le vemos progresar seguro, le vemos cada vez más dueño de su nuevo arte, y no creo que tengan mucho que enseñarle los cinefotógrafos extranjeros que filman buena parte de nuestra producción."
Pocos días después el autor de Guatemala, las líneas de su mano, modificaría su apreciación sobre el trabajo de Alvarez Bravo y descubriría en sus imágenes "sensibilidad y enorme poder expresivo", como aclara José Antonio Rodríguez, editor de Alquimia.
La vanguardia
Agustín Jiménez (1919-1974) "cambió las formas de ver, de percibir, de trabajar en la fotografía", apunta Rodríguez, quien cita al propio artista: "Acabé por crear mi propia manera de ver y sentir las cosas".
La obra de este fotógrafo es el tema central de Alquimia, que titula en portada: "Agustín Jiménez. La vanguardia". En ella se reproducen sobre todo fotos de Jiménez y algunas otras tomadas a él. En su mayoría, este material es parte del archivo familiar, que conserva María Jiménez, la mayor de sus hijos.
El citado texto de Cardoza y Aragón es la introducción a una entrevista con Agustín Jiménez. Ahí, el fotógrafo considera a Janitzio y Redes como las dos mejores películas del país hechas hasta el momento. El argumento, su "sabor netamente mexicano, que puede darnos una personalidad propia como productores de esta nacionalidad".
De padre fotógrafo, Jiménez desarrolló una amplia trayectoria en la foto fija y en 1931 expuso en el Palacio de Bellas Artes. En el cine fue camarógrafo de casi todos los directores, como Juan Bustillo Oro, Ismael Rodríguez, Fernando Fernández, Juan Orol, Luis Buñuel, Julio Bracho y Alejandro Galindo.
Entre sus muchísimas cintas destacan Dos monjes, Humanidad, La mancha de sangre, Tierra muerta, El bruto, Ensayo de un crimen y La sombra del caudillo, censurada tres décadas. Y entre sus influencias y amistades, Edward Weston, Tina Modotti, Sergei M. Eisenstein, Gabriel Figueroa y Alex Phillips.
Otros colaboradores de este número de Alquimia son Carlos A. Córdova, Elisa Lozano, Jesús Nieto y un inédito de Siegfried Askinasy. Todos recorren diversas facetas de la obra de Agustín Jiménez, uno de los fotógrafos y cinefotógrafos más importantes en la historia de las imágenes en México.