COLOMBIA Y ORIENTE MEDIO: PAZ DESCARRILADA
Dos
procesos de paz que en años recientes suscitaron las esperanzas
mundiales parecen haber llegado a sendos callejones sin salida: en Colombia
y Oriente Medio, espirales de renovada violencia amenazan con sepultar
de manera definitiva las gestiones para resolver los respectivos conflictos
armados que afectan, desde hace décadas, al país sudamericano
y al viejo protectorado británico.
Se trata, ciertamente, de circunstancias muy diferentes:
mientras que en el conflicto palestino-israelí se enfrentan dos
pueblos distintos, uno de los cuales --el israelí-- ha despojado
al otro --el palestino-- de su derecho a contar con un Estado y a ejercer
su autodeterminación y soberanía, Colombia vive una prolongada
guerra civil en la que confluyen diversos factores de violencia: la polarización
entre estratos oligárquicos y sectores marginados y desposeídos,
intereses castrenses y policiales autoritarios y corruptos, grupos paramilitares
que aspiran a inventarse como sujetos políticos, organizaciones
político-militares de izquierda que en ocasiones pierden su propio
rumbo ideológico, así como los remanentes de los otrora poderosos
cárteles de la droga. La confrontación en Oriente Medio se
ha expresado, en varias de sus etapas, en una sucesión de guerras
formales árabe-israelíes, enmarcadas a su vez en el extinto
escenario de la polarización Este-Oeste; el país sudamericano,
en cambio, ha padecido su violencia en forma menos espectacular e incluso
al margen de la atención internacional.
El denominador común es que, en ambos casos, los
conflictos en curso llevaron al desarrollo de iniciativas de paz que habrían
parecido impensables en el contexto de la guerra fría, cuyo final
generó expectativas sobre lo que parecía una inminente superación
de conflictos regionales y la construcción de acuerdos pacificadores.
En algunos casos --Namibia, Centroamérica-- tales esperanzas han
resultado fundadas, pero en otros --Oriente Medio, Angola-- no han producido
cambios significativos, y en algunos más --Chechenia, Balcanes,
Afganistán, frontera indo-paquistaní-- han estallado nuevas
guerras o se han recrudecido las existentes.
Por lo que hace a Colombia y a Oriente Medio, donde se
han desarrollado dos de los más promisorios y complejos operativos
diplomáticos de resolución de conflictos, es claro que la
comunidad internacional y sus instituciones se encuentran ante el deber
y la necesidad de imaginar y aplicar nuevas formas de promover y propiciar
la paz, toda vez que las tradicionales gestiones de buena voluntad no han
dado los frutos deseados y que las misiones occidentales de "pacificación"
basadas en el bombardeo y la injerencia militar --como las perpetradas
en Irak y los Balcanes-- se traducen en atrocidades similares, o peores,
a las que pretenden combatir.
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