miercoles Ť 15 Ť agosto Ť 2001
Gustavo Leal F.
ƑDisponiendo?
En el discurso de toma de posesión Vicente Fox sostuvo que, bajo su gobierno, el "Ejecutivo propone y el Legislativo dispone". Y, en efecto, parece que los legisladores empiezan a disponer.
Presentado a finales de mayo y recibiendo inmediatas críticas por reunir "meras generalidades", el Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006 (PND) fue remitido al H. Congreso de la Unión para "su examen y opinión". Mes y medio después la Comisión Permanente aprobó un punto de acuerdo, respaldado por todas las fracciones, en el que expresa su "inconformidad por la forma y el fondo del contenido" del plan. En él, advierten los legisladores, faltan los "elementos mínimos" para un "ejercicio de planeación moderna". Además, la Permanente solicita al Ejecutivo que le remita los criterios "para la integración de las comisiones intersecretariales" encargadas de desarrollar los objetivos del documento.
Entre ellas destaca la del responsable directo del PND, Carlos Flores, jefe de la oficina de Planeación Estratégica y Desarrollo Regional de la Presidencia de la República, así como la de José Sarukhán, comisionado para el Desarrollo Humano y también a cargo del Gabinete Social de la Presidencia de la República.
Por si no fuera suficiente, varios secretarios de Desarrollo Económico de diferentes entidades apoyaron el dictamen de la Comisión Permanente aduciendo que el PND "adolece de imprecisiones sobre metas y objetivos y presenta lagunas vinculadas con estrategias, prioridades y coordinación de acciones para la evaluación de resultados".
Intentando mal salir al paso de estas críticas, Julio Frenk se apresuró a subrayar que el Programa Nacional de Salud (PNS) incluye las "metas concretas" de que careció el poco afortunado PND. En él se contienen cinco objetivos básicos, diez estrategias y 61 líneas de acción: "para hacer aún más concreto el mapa de las políticas de salud", enfatizó, y agregó: entre julio y noviembre "las principales de esas líneas darán lugar a 43 programas de acción".
No hay duda de que el foxismo se encuentra ante serias dificultades para "concretar" las vagas ofertas que reunió la plataforma de la Alianza por el Cambio. Pero aún peor es que siga pretendiendo "medirlas".
Rodolfo Elizondo, coordinador de la oficina presidencial para la Alianza Ciudadana, acaba de informar que el gobierno del "cambio" buscará "sus propios contrapesos y señales de legitimidad en la sociedad civil". Para esta homérica empresa se crearán 44 consejos ciudadanos que "evaluarán, fiscalizarán y juzgarán el PND". Entonces para Elizondo el dictamen de la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, Ƒno es una evaluación?
Según él "será la primera vez en la historia del país que la población civil contará con los espacios y los mecanismos para participar en las políticas del gobierno". Y es que los consejos dispondrán de la "información e indicadores" para hacer su "evaluación" y tendrán "absoluta independencia". Aunque también asume que la creación de los consejos "no ha sido fácil", porque en México "no existe una cultura de la participación" y el área que coordina desde la Presidencia "no tenía ninguna referencia en términos del ejercicio de gobierno".
El propio Fox ha reconocido que su gobierno tiene rumbo: "porque el pueblo nos lo ha dicho". Pero cabe preguntarle: Ƒdónde y cuándo, señor Presidente? En el fondo de la evaluación del generalista PND y el tecnocrático PNS reposa un difícil asunto de la "transición" mexicana: Ƒcómo puede aludirse a un "rumbo", si la ciudadanía aún no se ha expresado?
En materia de salud y seguridad social -como para cualquier otra política- la participación ciudadana, que tanto preocupa ahora a Rodolfo Elizondo, debería haber estado antes del diseño de cualquier programa. Sin embargo, el PNS sólo "consultó" lo que había sido previamente decidido por Fox, Soberón y Frenk. ƑDónde quedó el "cambio"? La "transición" requeriría la opinión de la sociedad, opinión que, como buen priísta articulador de políticas "arriba-abajo", Julio Frenk y los médicos macroeconomistas ni siquiera pueden imaginar: está absolutamente fuera de su "agenda".
Después del PND y el PNS, la "participación ciudadana" que invoca Elizondo no puede sino asumir ahora la forma del cumplimiento obligatorio de metas y objetivos "concretos" que la elite foxista impuso nuevamente a los operadores de las políticas, a las organizaciones sociales y al ciudadano. Como tales y como en los tiempos priístas, ya tienen garantizado su fracaso.
Tocará a las formaciones políticas emergentes del futuro inmediato y a su correspondiente clase política llamar a otra participación que inicie efectivamente con el ciudadano.