MIERCOLES Ť 15 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť Debe incorporar a excluidos, dice Luis Villoro en el Congreso Nacional de Filosofía
En la democracia los ciudadanos son sólo votos
Ť Los indígenas americanos no pugnan por suprimir esa forma de gobierno, sino por eliminar las desigualdades de las decisiones públicas, destaca el conferenciante
MONICA MATEOS-VEGA
Una aguda crítica a la política occidental dominante fue el común denominador de las ponencias que se presentaron en la primera jornada del decimoprimer Congreso Nacional de Filosofía, organizado por la Asociación Filosófica de México, que se efectúa hasta el viernes en Ciudad Universitaria.
En la mesa redonda ƑCuál Globalización? ƑCuál Democracia?, Luis Villoro explicó que los nuevos gobiernos democráticos han generado una paradoja: "decididos a asegurar la libertad de todos han provocado, sin embargo, la exclusión de muchos. En efecto, para asegurar la libertad, la democracia liberal concede prioridad a los derechos individuales sobre la realización del bien común, lo cual se traduce en la concepción del ciudadano como un titular de derechos antes que como un sujeto de obligaciones hacia la colectividad".
Por lo tanto, agregó, el Estado tiende a ser neutral "y a despojarse de su función de promover activamente un bien deseable para todos por encima de los intereses contrapuestos. El bien personal remplaza entonces como guía a un bien colectivo".
Para la democracia liberal, "todos los ciudadanos son intercambiables; cada uno es simplemente un voto, un número en una cuenta cuya mayoría asegura el poder. La participación política de todo ciudadano es la misma: depositar una papeleta en una urna y luego ausentarse. Otros se encargarán de gobernar; su participación ha contado como un número en una cifra acumulada. La democracia representativa remplaza el poder real del ciudadano por el de un grupo de funcionarios que lo sustituyen gracias a un procedimiento: tomar al ciudadano como un número cuantificable", puntualizó Villoro.
Así, advirtió el conferenciante, cuando el poder político depende del recuento de votos se da una consecuencia inevitable: la homogeneización de todas las diferencias, y "las posturas que no puedan ser reducidas a ese denominador común quedan marginadas del poder político".
Por ello, la democracia cuantificable "requiere necesariamente de la existencia de grupos excluidos de las decisiones políticas" para ser operativa.
Contra esa situación, dijo Villoro, "se han elevado en los países desarrollados algunas voces que no tratan de eliminar la democracia sino que intentan darle un contenido que atenúe su efecto de exclusión. Esas voces suelen agruparse bajo los membretes de republicanismo y, a veces, de comunitarismo".
Pero hay otra alternativa, menos conocida, que Luis Villoro ubicó como procedente de tradiciones distintas a la occidental, de pueblos colonizados por Europa y cuya crítica a la versión liberal de la democracia "puede ser más radical y ayudarnos a ver con mayor claridad una alternativa a ese sistema político".
El especialista se refirió a la postura indígena, "que ha adquirido dos direcciones totalmente diferentes. Por un lado la guerrilla, la violencia; por el otro -y es lo que me interesa subrayar-, los movimientos indígenas de Ecuador, de Bolivia, o el neozapatismo en México, que no pugnan por una supresión de la democracia representativa, sino por su realización plena en formas que tratarían de eliminar la exclusión de los desiguales.
"Estos movimientos están ligados a la restauración de una vida originaria que comprende una forma de organización política que llamo democracia comunitaria, en la que, según el ideal, el poder último reside en la asamblea, en el diálogo que se aproxima siempre a un consenso razonado, en lugar de la imposición de una mayoría cuantificable.''
Este modelo ideal, en opinión de Villoro, seguiría los siguientes principios: "La prioridad de los deberes hacia la comunidad sobre los derechos individuales; el servicio a la comunidad es condición de pertenencia, y la pertenencia es condición de derecho. Segundo: el servicio obliga a todos, está dirigido a un bien común en el que todos participan, establece una solidaridad fundada en la dedicación colectiva al bien del todo.
"Tercero: la realización de un bien común está propiciada por procedimientos y formas de vida política que aseguran la participación de todos por igual en la vida pública, son procedimientos de democracia participativa que impiden la instauración permanente de un grupo dirigente sin control de la comunidad; nuestros indígenas expresan este principio en una fórmula tradicional: los servidores públicos deben mandar obedeciendo.
"Cuarto: la decisiones que se tomen se orientan por una mesa regulativa, dejar que todos expresen su opinión, acercarse lo más posible al consenso. Todos estos principios, opuestos totalmente a la democracia cuantitativa, evitan, por lo tanto, la exclusión.''
Luis Villoro afirmó que este tipo de alternativa a la democracia liberal representativa es un reto "para que los pensadores, en lugar de estar copiando siempre a los autores liberales que pertenecen a las grandes potencias europeas y norteamericanas, se pongan a pensar una alternativa a la democracia inspirada en valores antiguos, adaptados a las sociedades modernas. Podemos intentar esta aventura intelectual".
En esta sesión, que formó parte del coloquio en el que especialistas reflexionarán acerca del tema Diálogo filosófico Norte-Sur, también participaron Gabriel Vargas Lozano, Milton Fisk y Víctor Flores Olea.
Tenemos un Martí, un Bolívar o un Vasconcelos
En la sesión inaugural del decimoprimer Congreso Nacional de Filosofía, Leopoldo Zea presentó la ponencia Filosofar desde Latinoamérica. Filosofar de excelencia, en la que reflexionó acerca de la cuestión "Ƒexiste o es posible una filosofía americana?".
Zea confesó que con José Gaos, su maestro, aprendió que el filosofar ha sido, desde nuestros antepasados, "algo tan simple como la vida misma", e incluso "los problemas de su tiempo siguen siendo problemas de nuestro tiempo: Ƒqué somos? Ƒindios o españoles? Ƒeuropeos o americanos?"
Y si bien no tenemos un Sócrates, un Platón o un Aristóteles, "tenemos un Bolívar, un Martí, un Vasconcelos, un Rodó y muchos otros que enfrentaron problemas que ahora enfrenta la filosofía occidental: problemas de identidad que originan las relaciones con diversas expresiones de lo humano como las que ahora originan la globalización y la resistencia de los marginados a seguir siendo manipulados", consideró el filósofo.
Por consiguiente, "hacer filosofía, en nuestros días, no es ya metafísica, ética o estética, ni estar al día acerca de lo que sobre esto se hace en Europa y Estados Unidos. La problemática nuestra es la misma de la filosofía del Mundo Occidental. No se trata de buscar el bien por excelencia, ni de ser metafísico, sino de convivir con los otros, nuestros semejantes, con sus diversas e ineludibles expresiones. Se trata de compartir lo que juntos han hecho en la larga historia de dominación imperial".