viernes Ť 17 Ť agosto Ť 2001
Luis Javier Garrido
El continuismo
El régimen actual es más de continuidad que de ruptura, no sólo en la política económica y social, sino en las prácticas de la burocracia gobernante y, sobre todo, en la ética en el ejercicio del poder; así que frente a las evidencias que se dan todos los días, poco puede la propaganda gubernamental.
1. La publicación en el Diario Oficial de la Federación (14 de agosto) de una serie de modificaciones constitucionales en materia de derechos y cultura indígenas, contrarias a los intereses y a los derechos de los pueblos indios, en una decisión unilateral que ni siquiera el gobierno de Zedillo se atrevió a tomar, agrava de manera determinante la situación existente en el campo mexicano y contribuye al deterioro del contexto político del país, pero el gobierno actual da evidencias de padecer el mismo tipo de miopía que sus predecesores priístas y no da signos de entender la gravedad de su acción.
2. El albazo foxista, como resultado evidente, no resuelve el conflicto que opone al EZLN con el gobierno federal y, por lo mismo, no va a constituir el fin del proceso histórico por el que los pueblos indios de México han luchado en defensa de sus intereses y sí complica aún más la situación prevaleciente, incluso porque evidencia la poca credibilidad que tienen quienes están aprendiendo a gobernar. La concepción que tiene el gobierno foxista de la realidad del país es muy similar a la de los tecnócratas salinistas que gobernaron en los tres últimos sexenios, pues sus integrantes creen que los pueblos indios no son sujetos de derecho, sino objetos de las políticas oficiales y que deben integrarse al modelo neoliberal, de ahí su decisión atrabiliaria.
3. La similitud entre las políticas del antiguo y del nuevo régimen no debe sorprender sin embargo, pues los intereses económicos y políticos que prevalecen en México continúan siendo los mismos, y esto ya no se oculta. El propio Vicente Fox reconoció en días pasados su falta de interés y su incapacidad para impulsar políticas diferentes al afirmar que su gobierno no aspiraba a cambiar el rumbo del país. "El cambio -dijo en una visita a General Motors- no necesariamente es hacer las cosas diferentes, sino hacerlas mejor" (13 de agosto), y ése está empezando a ser el estribillo de su administración: las políticas de Salinas y de Zedillo no eran incorrectas ni perversas, sino que fracasaban por la corrupción de la burocracia priísta, tesis con la que se pretende ignorar también que la administración pública no ha cambiado en lo esencial. Las violentas disputas entre los responsables de los programas oficiales en la selva Lacandona, descritas por Hermann Bellinghausen en La Jornada (16 de agosto), son una evidencia de esto.
4. La convergencia de la mayoría de los legisladores del PRI y del PAN en la contrarreforma indígena obedeció, por lo mismo, a un acuerdo por el que los priístas se subordinaron a Los Pinos, pero también a una identidad de las cúpulas de ambos partidos en torno al proyecto nacional, y aprobaron esta aberrante legislación de la misma manera que coincidieron en diciembre en el voto sobre el presupuesto y la Ley de Ingresos, y que lo van a hacer en septiembre sobre la reforma fiscal, como ayer lo anunció Fox en Chile.
5. Los pocos cambios políticos que están ocurriendo son regresivos en muchos aspectos, y otro que apareció en este caso es la irresponsabilidad creciente de parte del Ejecutivo, quien pretende ignorar los hechos y cambiar la realidad a base de declaraciones, como ha hecho ante las protestas. Fox no está asumiendo sus obligaciones, no despacha en sus oficinas y busca pasar parte del tiempo en el exterior a fin de hacerse de una imagen, pero lo cierto es que no puede ocultar su ignorancia que raya en el desprecio por lo que acontece en el México rural.
6. El fanatismo monetarista de Fox, que se siente más neoliberal que los propios teóricos del FMI, le ha estado haciendo cometer toda una serie de errores garrafales, y éste no va a ser, desde luego, el último. La prioridad para el gobierno la constituye la defensa de los grandes intereses empresariales, que en buena medida están vinculados a los intereses del salinismo, y la avidez con la que los Amigos de Fox en México y en Estados Unidos ven las riquezas naturales existentes en los territorios indígenas fue, sin duda, un factor que contribuyó también a que se impusiera con tanta urgencia la contrarreforma indígena, calificada por los propios pueblos indios como una "traición" de Fox en lo personal (14 de agosto).
7. Las acciones de controversia constitucional presentadas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación han mostrado, por otra parte, algo evidente: la ignorancia jurídica de este gobierno de empresarios, que pretende ignorar no sólo los derechos de la nación y de las comunidades sociales y el hecho de que los fundamentos de la autonomía indígena están ya reconocidos por el orden jurídico internacional, al que pretende ignorar.
8. La resistencia de la sociedad civil debe darse, en todo caso también, por la vía legal, a nivel nacional e internacional. Y aunque las expectativas de que los ministros voten conforme a derecho y no por intereses políticos son mínimas, pues Ernesto Zedillo se preocupó desde 1994 en conformar una Corte conservadora y propanista, la lucha debe darse en todos los frentes.
9. El desafío para la sociedad civil es, por consiguiente, aún mayor hoy en día, entre otras cosas porque el decreto publicado establece en su artículo 2Ɔ transitorio que el Congreso General y las legislaturas locales deberán adecuar las leyes a esta legislación, con lo que se busca hacer todavía más complejo el embrollo jurídico y volver irreversible la contrarreforma.
10. El continuismo entre el salinismo y el foxismo se muestra también en la prepotencia del poder, y eso ya lo saben no sólo los pueblos indios.