VIERNES Ť 17 Ť AGOSTO Ť 2001

Angel Guerra Cabrera

Tres contra el ALCA

os tres jefes de Estado latinoamericanos que han puesto objeciones al Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA) acaban de reunirse en Venezuela. Más allá de la inauguración de la línea de alta tensión que suministrará energía eléctrica venezolana al estado brasileño de Roraima, el encuentro de Hugo Chávez, Fernando Enrique Cardoso y Fidel Castro -presidentes de Venezuela, Brasil y Cu-ba- desborda el marco protocolar para proyectarse como una acción de rescate del propósito de integración latinoamericana; por lo mismo, es también un intento de estimular la resistencia de América Latina contra el ALCA.

Chávez y Cardoso aludieron a la necesidad de que la región actúe unida para negociar frente a los organismos financieros internacionales y manifestaron su compromiso con la integración sudamericana. El venezolano fue categórico en su cuestionamiento a un ALCA que no considera "la pobreza y el subdesarrollo de nuestros pueblos". O nos integramos o nos desintegran, remató Fidel.

El hecho acusa la naturaleza del momento actual en América Latina y también la configuración de una nueva coyuntura internacional. Washington, que se proponía aumentar la expoliación de su traspatio latinoamericano desde antes que su economía cayera en el hueco, ahora refuerza ese objetivo que viene acompañado de una mayor expansión económica y militar en la región.

Ejemplos del curso de esa acción son la extensión al área andina del Plan Colombia, el precipitado acuerdo sobre la aplicación del ALCA, adoptado en la Cumbre de las Américas de Quebec; el draconiano ajuste a la ya colapsada economía argentina, las nuevas bases militares estadunidenses en El Salvador, Aruba, Ecuador y Bolivia, y los sobrevuelos de sus naves en el Caribe y el subcontinente con el pretexto del combate al narcotráfico.

Ya no sólo están amenazados el socialismo cubano y el proceso nacionalista en Venezuela o fuerzas populares de resistencia como la guerrilla colombiana y los movimientos indígenas de Ecuador y Bo-livia, sino también sectores de las burguesías latinoamericanas que comienzan a darse cuenta de que su mera existencia estorba al proyecto imperial. Ello explicaría la oposición al ALCA y la defensa del Mercosur por un gobierno como el brasileño, que hasta ahora había cedido a las exigencias de la ola neoliberal.

El saqueo de América Latina ha sido tan inmisericorde desde la década de los 70 con la onerosa carga de la deuda externa y la aplicación de las políticas neoliberales, que el único expediente para exprimirla más sería someterla a una gran operación de reconquista y recolonización.

El gobierno de George W. Bush va en camino de acelerar las acciones para cumplir con ese designio, pero al hacerlo acentuará el nacionalismo latinoamericano, mientras en otros flancos su prepotencia y torpeza agudizan las contradicciones con Rusia y China, y con sus propios aliados europeos. Al mismo tiempo, el fracaso estrepitoso de las políticas neoliberales y la creciente rebeldía que éstas provocan socava la credibilidad de Washington y, en general, del actual modo de ser del sistema capitalista.

El contexto mundial favorece el ascenso de la lucha contra la globalización capitalista en el centro y en la periferia, y la re-composición del nacionalismo tercermundista, que es su aliado natural. En consecuencia, se abre en América Latina la perspectiva de nuevas alianzas -dentro y fuera de la región- para las fuerzas populares y los gobiernos que en distintas me-didas abogan por resistir la embestida de Estados Unidos.

Venezuela y Cuba han estrechado sus lazos desde que Chávez asumiera el mandato presidencial, lo que ha redundado en un sensible incremento del intercambio bilateral y ha asegurado a la isla un suministro estable de petróleo.

Ambos gobiernos han venido trabajando por impulsar la reanimación tercermundista y por extender o afianzar la cooperación con China, Rusia y la Unión Europea. Hugo Chávez revitalizó la OPEP, en la que Venezuela ocupa la presidencia. La Habana, cuya diplomacia ha sido muy activa en el Tercer Mundo desde el triunfo de la revolución, organizó el año pasado la Cumbre Sur y ha continuado estrechando relaciones con los estados caribeños, africanos y asiáticos. Sendas giras de Fidel Castro y Chávez este año por países árabes y asiáticos subrayan esta política. En este marco se aprecia mejor el sentido del encuentro brasileño-cubano-venezolano.

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