VIERNES Ť 17 Ť AGOSTO Ť 2001

Leonardo García Tsao

Cursilería natural

Lo más publicitado de Inteligencia artificial es la combinación de dos cineastas en esencia antitéticos. Según se ha reportado hasta el hartazgo, era un proyecto largamente trabajado por Stanley Kubrick; cuando éste no pudo alcanzar una resolución satisfactoria decidió legárselo a Steven Spielberg, por considerarlo más afín al tema.

INTELIGENCIA ARTIFICIALDe algún modo, Kubrick no estaba equivocado. En efecto, el argumento de la película es más cercano a Spielberg, pues se trata de una versión tecno del cuento de Pinocho. En el futuro cercano, cuando el crecimiento de las aguas ha puesto en peligro el suministro de alimentos, extremando el control de la natalidad, la tecnología ha dispuesto la creación de sofisticados robots -llamados mecas, por aquello de ser mecánicos- para cumplir funciones varias. Sin embargo, el profesor Hobby (William Hurt) se propone crear un meca con una nueva capacidad: la de brindar amor.

En el hogar de los Swinton el hijo único ha sido congelado a causa de una enfermedad. Su padre Henry (Sam Robards) le propone a su desconsolada esposa Mónica (Frances O'Connor) una alternativa: experimentar con un nuevo producto, un niño robot llamado David (Haley Joel Osment), de la línea de ensamble de Hobby/Gepetto. Ante una madre siempre renuente a expresarle afecto, David encuentra compañía por parte del avanzado osito de peluche Teddy (el Pepe Grillo de este asunto). El rechazo aumenta cuando el hijo verdadero vuelve a la vida. A Mónica no le queda otra que abandonar a David en un bosque. A partir de entonces el falso niño persigue su obsesión: volverse real para obtener ese huidizo amor materno.

Curiosamente, el choque entre la inteligencia de Kubrick y lo artificial de Spielberg dio como resultado una de las realizaciones más personales del segundo. El tema del niño perdido ha sido recurrente en su filmografía, aunado a la eterna puerilidad que no sólo es constancia temática sino defecto intrínseco. La historia de Inteligencia artificial le toca, pues, sus fibras sensibles, y por eso su primera hora de metraje sugiere que Spielberg se ha puesto a la altura del reto. Hasta la música de John Williams renuncia al habitual empalague y apoya con discreción un inquietante planteamiento de crisis familiar, provocada por un niño que sólo ofrece amor incondicional.

Reforzado por la emotiva actuación de Osment (un niño actor de rara contención interpretativa), el abandono de David en un bosque digno de los hermanos Grimm es susceptible de causar pesadillas a cualquier espectador infantil. Ese tono se intensifica poco después, cuando el protagonista es cazado, junto con un grupo de mecas destartalados, y llevado a una especie de circo romano payo donde los robots son destruidos con una crueldad no vista en Spielberg desde La lista de Schindler. Sin embargo, David logra escapar del tormento de esos neo-nazis orgánicos y en compañía del relamido robot Joe el Gigoló (Jude Law) trata de encontrar a la mítica Hada Azul que lo hará humano.

A partir de entonces Spielberg vuelve a confirmar su incapacidad de rascar por debajo de la superficie. La exploración de Rouge City, una ciudad dizque pecaminosa, no pasa de ser un atisbo a la zona roja de Disneylandia. Un viaje final a una Nueva York inundada parece prometer un final abierto de conclusiones pesimistas. Qué esperanzas. El cineasta apela a la imaginería católica -el Hada Azul como virgen redentora- para rematar con una conclusión explicativa e inevitablemente cursi, cuya descarada carga de fantasía edípica será fascinante sobre todo para el psicoanalista del director.

Queda para la especulación cinéfila imaginar cómo sería el resultado si Kubrick lo hubiera filmado o, por lo menos, endosado a alguien bastante más incisivo -David Cronenberg, digamos- en eso de especular sobre una posible cruza entre lo humano y lo mecánico. En cambio, Spielberg ha desperdiciado el potencial dramático de la historia debido a su compulsión por la complacencia. Eso sí, nadie puede reprocharle el no ser coherente. El personaje de David es una perfecta metáfora de su cine: una creación sentimental, técnicamente impecable pero imposibilitada de crecimiento.
 
 

INTELIGENCIA ARTIFICIAL (A.I., Artificial Intelligence)

D: Steven Spielberg/ G: Steven Spielberg, basado en un argumento de Ian Watson, a su vez basado en el cuento Supertoys Last All Summer Long, de Brian Aldiss/ F. En C: Janusz Kaminski/ M: John Williams/ Ed: Michael Kahn/ I: Haley Joel Osment, Jude Law, Frances O'Connor, Sam Robards, William Hurt/ P: Amblin Entertainment, DreamWorks, Stanley Kubrick Productions. EU, 2001.

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