Ť Manipulan precios de cosechas enteras mediante prácticas de coyotaje
Acaparan tiendas de autoservicio mercado de básicos
Ť Pequeños negocios, tianguis y establecimientos
municipales, a la zaga en la competencia
HUMBERTO ORTIZ MORENO
Grandes cadenas de tiendas de autoservicio son un oligopolio que no sólo controla y manipula precios a su arbitrio, sino que al mismo tiempo acapara, casi en una práctica de coyotaje a gran escala, cosechas enteras de productos básicos.
Con ello se deja fuera de competencia y en agonía a millones de pequeños y medianos comerciantes, mercados municipales y tianguis que deben comprar sus mercancías a muy altos costos y venderlas entre 12 y 30 por ciento superiores a las que fijan esos establecimientos. Por eso paulatinamente los objetos de fayuca o de procedencia dudosa desplazan a los básicos, que dejan de ser negocio.
Existe un profundo desorden que nadie puede detener y que se apoderó del mercado desde que fue decretada la liberación de precios. En tanto, la mayoría de los consumidores, particularmente los más pobres, tiene que adquirir una canasta básica raquítica y a muy alto precio, revelan sondeos realizados por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Asociación Mexicana de Estudios para la Defensa del Consumidor (Amedec).
Arturo Lomelí, presidente de la Amedec, observó que una familia requiere de cuando menos cuatro salarios mínimos para disfrutar de una alimentación adecuada, pero el problema estriba en que 70 por ciento de la población tiene ingresos inferiores a tres percepciones mínimas.
Por el momento, el único mecanismo oficial para intentar ordenar el mercado son las tiendas del ISSSTE y del IMSS, pero precisamente por ello los grandes comerciantes buscan su desaparición. Es, de hecho, su competencia más abierta en cotizaciones accesibles a la gente menos favorecida económicamente, ya que se calcula que unos 80 millones de personas hacen sus compras en los negocios del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado.
Lomelí dice que los grandes establecimientos de autoservicio ejercen un control para manipular precios a su antojo.
Un ejemplo contundente: durante más de una semana, el kilo de jitomate puede cotizarse hasta 20 pesos en tiendas de autoservicio, pero resulta que en la Central de Abastos cuesta 10 pesos y la población no se da cuenta del sobreprecio.
El dirigente de la Amedec expuso que los precios en general se han conservado más o menos estables, según evaluaciones del último mes.
No obstante, insiste en que prevalece el desorden en los precios y los que se registran en mercados sobre ruedas y tianguis se han disparado mucho. Así, en una canasta de 7 productos básicos puede haber incrementos de 12 por ciento respecto de los ofrecidos en supermercados.
Mercados para cada clase social
De acuerdo con sondeos realizados por los expertos, las cotizaciones también suelen fijarse a capricho de los comerciantes no solamente por la inestabilidad en los mercados, sino también dependiendo de la zona o colonia donde sean instalados los tianguis o mercados municipales. No es lo mismo venderle a la clase pudiente de la colonia Del Valle que a los barrios populares de la Guerrero o Ejército de Oriente.
En otras palabras, los comerciantes distinguen también clases sociales. "Según el sapo es la pedrada", deplora Lomelí.
Paradójicamente, los habitantes de colonias de mayor marginación casi siempre compran más caro en el pequeño comercio de su localidad, porque los empresarios no construyen tiendas de autoservicio en esas zonas.
El gran comercio ha repuntado, según la Concanaco, pese a la recesión que vive el país. Sin embargo, la realidad muestra que los autoservicios mantienen sus ventas porque el pequeño comercio se encuentra relativamente deprimido.
"De hecho han cambiado mucho las cosas respecto de hace 10 y hasta 20 años, porque entonces el autoservicio tenía el 35 por ciento de la actividad comercial y hoy tiene 65 y hasta 70 por ciento. Se han cambiado los papeles en los precios", subraya Lomelí.
Hace poco más de una década las cotizaciones en los comercios y mercados municipales eran más económicas. Hoy son más elevadas en alrededor de 10 al 20 por ciento, dependiendo del producto.
"Realmente están en agonía los mercados municipales, porque a su vez ellos son víctimas de la intermediación; compran caro y venden caro", apunta el presidente de la Amedec.
Informes de organizaciones de comerciantes señalan que los autoservicios compran las cosechas muchas veces en el campo y consiguen precios mucho más baratos que el pequeño comercio.
Al respecto, Lomelí explicó que, obviamente, quien compra 50 cajas de jitomate, por mencionar algún producto, obtiene un precio mucho más bajo que el que compra una, como en los tianguis.
De hecho, en ocasiones las grandes cadenas comerciales francamente coyo-tean los productos del campo. "No hay quien los pare, porque cuando bajan los productos en la Central de Abastos tarda mucho en que se refleje esa baja en el autoservicio. Por ejemplo, si los jitomates suben a 30 pesos kilo, repentimamente bajan a 10, en el súper se conservan a 30 durante más de un mes", ilustra Lomelí.