lunes Ť 20 Ť agosto Ť 2001
Carlos Fazio
Un Estado antisocial
México está entrando en una fase crítica muy complicada. El "presidente del cambio" sigue al pie de la letra el guión neoliberal que le mandan los organismos financieros de Washington. Continúa el remate del país en beneficio del capital trasnacional, junto con la aplicación de políticas que garantizan las privatizaciones, el saqueo externo y la pérdida de soberanía. Un mayor endeudamiento. El desmantelamiento de la pequeña empresa. Impuesto al valor agregado a medicinas, alimentos y libros. Más pobreza y exclusión social. Desempleo, informalidad y creciente desprotección de los trabajadores.
La "desregulación" de las relaciones laborales que lleva a cabo la clase capitalista dominante es el regreso de las formas de explotación del siglo XIX. A ello se suma la expulsión de los campesinos de sus tierras y la desintegración de las cadenas productivas del campo. La falta de créditos, el aumento de los insumos para la producción, la caída de los precios y el incremento de la importación de granos, oleaginosas y frutas golpearon a los productores nacionales y dejaron el control del comercio y la producción en manos de corporaciones trasnacionales, con el consiguiente agravamiento de la conflictividad agraria.
La contrarreforma indígena Fox-Bartlett-Fernández-Sodi ratifica el mensaje racista de los amos de México: habrá desarrollo sin diálogo, con programas verticales asistencialistas, bajo presión militar y paramilitar. O una salida de fuerza. Ese es el mensaje de la "ley inútil". Que nació muerta, para ser violada. Un mensaje en la lógica militar. Guerrerista.
Los créditos e inversiones condicionados del Banco Mundial, el FMI y el Banco Interamericano de Desarrollo (mano de obra barata, eliminación de la legislación social, exenciones fiscales a la inversión) están transformando a América Latina en una gran plantación, campo minero o surtidero de energéticos y materias primas al servicio de las economías industrializadas. Una gran zona de "libre comercio" desprovista de derechos, soberanía y riqueza. El BID financia empresas agroindustriales de exportación que explotan y envenenan a millones de trabajadores agrícolas, y al mismo tiempo proporciona fondos para el financiamiento de pequeños microproyectos (changarros). Mientras se promueve el neoliberalismo en la parte superior, se neutraliza la oposición política en la inferior. La elite gobernante local acepta pasivamente (aunque se beneficia de ello) el destino del país como una economía manufacturera, de enclave. Tipo república bananera. Es un retorno a la fase prenacional.
No sin contradicciones, golpes bajos y ajustes de cuenta la recomposición de las alianzas entre los sectores oligárquicos ha llevado a un reciclamiento de las "fuerzas duras" del viejo régimen en el foxismo demagógico, vertical y autoritario. El viejo Estado cleptocrático se ha refuncionalizado bajo una nueva careta "legal". El continuismo no es sólo económico-financiero. El nuevo régimen garantiza la impunidad de los clanes, mafias y cofradías de banqueros, empresarios, tecnócratas y políticos de viejo cuño. La gansterización de la política se exhibe cada día en los medios masivos de desinformación y control social. Los poderes fácticos hacen lo suyo. El IFE se dice maniatado para investigar los "fondos negros" de campaña del "gobierno de la transparencia". "Extraditado", Oscar Espinosa ha cambiado su piel de víctima propiciatoria por la de capo sonriente que goza su recobrada impunidad. Una impunidad derivada de la "protección" que le brindan poderosos "padrinos" enquistados en los tres poderes del Estado, con el apoyo celestial del cardenal Norberto Rivera, quien bendijo con "satisfacción", en sus exequias, a ese "gran administrador" que fue Carlos Hank González, señalado por Forbes como el "ejemplo clásico" de la interrelación corrupta entre el empresariado y el gobierno: "una combinación de Lyndon Johnson, Richard Daley, Jimmy Hoffa y Vito Corleone".
La recomposición de las alianzas en la cúpula ha dado paso a una estrategia de Estado en función de sus intereses de clase. Estrategia que atenta contra los derechos sociales de las mayorías. El abandono de la responsabilidad social del Estado ha sido ocupado por empresas privadas. Un Estado "de los empresarios para los empresarios" (Fox dixit), administrado por un gabinete clasista que gobierna por decreto al margen de la sociedad. El control del Ejecutivo, el Congreso y la Suprema Corte por fuerzas hegemónicas cleptocráticas ha dado forma a una democracia de baja intensidad que sume al país en una gran polarización y conflictividad.
El "nuevo régimen" es el viejo régimen. Carentes de ética, deslegitimados, dominados por intereses particulares, autorreferidos a su propia reproducción y sin posibilidad de control popular en la etapa, los actuales órganos del Estado no responden al debate de ideas, argumentos y razones que le plantean sectores de sus representados. Sólo la presión y la movilización popular lograrán los cambios necesarios. Hay que construir un gran movimiento social que impulse un proyecto alternativo de nación. Frente al proyecto hegemónico de la derecha se requieren nuevas formas de organización popular. Con una visión estratégica y métodos democráticos de participación. Con criterios éticos, solidarios, de consenso, construidos desde la propia identidad y autonomía civil.
La lucha actual contra el imperialismo y la oligarquía involucra la reconstrucción de la nación, el mercado local, la economía productiva y una clase trabajadora ligada a la producción y al consumo sociales.
El país requiere un nuevo pacto social incluyente que dé paso a un México de todos y para todos.