LUNES Ť 20 Ť AGOSTO Ť 2001

Ť Constancia de vivencia para recorrer la trayectoria de un maestro de lo ético, dice su hijo

Exhiben en La Habana una muestra de la obra del Che Guevara fotógrafo

Ť La recopilación incluye imágenes que le fueron tomadas al guerrillero y las que éste captó

JUAN JOSE OLIVARES ENVIADO

La Habana, 19 de agosto. Ninguna otra expresión artística ha reflejado a Ernesto Che Guevara como la fotografía, excepto la música y la poesía. Es posible encontrar un itinerario de su vida y su muerte a partir de las fotos que le fueron tomadas (o tomó) a lo largo de su existencia, como dice Eliades Acosta, director de la Biblioteca Nacional José Martí: desde niño, cabalgando sobre un perro, subiendo montañas, navegando en balsas por los ríos de Sudamérica, manejando motocicletas; como fotógrafo ambulante en México, en prisión por sus actividades políticorrevolucionarias, médico, guerrillero, ministro visitando fábricas, mensajero de un revolución triunfante en Punta del Este, Nueva York, Argel, Pekín, Darel Salam, guerrillero tatu en el Congo, pensador solitario o muerto insumiso con los ojos abiertos mirando de frente...

CUBA_CHE_GUEVARAEsa mirada ahora se refleja en los cientos de imágenes que Ernesto Guevara de la Serna pudo tomar a largo de su peregrinar por algunas partes del mundo, con una cámara que lo acompañó al igual que su fusil, al igual que su ideología. Esas formas de ver la vida de este mítico personaje, a quien luego de 30 años se le sigue rindiendo pleitesía, han sido recopiladas por la Biblioteca Nacional José Martí, la Biblioteca Valenciana y el Centro de Estudios Che Guevara, en una muestra que se inauguró el 31 de julio -y se clausura el 30 de agosto- en la galería ferial de la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, construcción del siglo XVIII, de las que abundan en esta histórica ciudad de La Habana.

En sus notas de viaje el mismísimo Che decía: "En cualquier libro de técnica fotográfica se puede ver la imagen de un paisaje nocturno en el que brilla la luna llena y cuyo texto explicativo nos revela el secreto de esa oscuridad a pleno sol, pero la naturaleza del baño sensitivo con el que está cubierta mi retina no es bien conocida por el lector, apenas la intuyo yo, de modo que no se pueden hacer correcciones sobre la placa para averiguar el momento real en que fue sacada. Si presento un nocturno créanlo o revienten, poco importa, que si no conocen personalmente el paisaje fotografiado por mis notas, difícilmente conocerán otra verdad que la que les cuento aquí. Los dejo conmigo mismo; el que fui..."

Es cierto que la fotografía emerge luego de una armonía de dificultades, entre la luminosidad y la oscuridad y se recrea en los colores. Pero lo que es más cierto es que es una manifestación del ingenio y del momento, que se atrapa cual cazador a su presa, que puede escapar en el instante que es expuesta a la vista de otros.

Para Camilo Guevara March, hijo del Che, esta recopilación de fotos no fue con el fin de exponer una obra, sino una constancia de vivencia, "que como sutiles códigos de expresión, despierte la curiosidad de un público interesado en hacer un recorrido por la vida de este aprendiz de fotógrafo y maestro poco común de lo ético".

Son alrededor de 200 imágenes que el ojo de Guevara de la Serna captó desde los poblados indígenas del sureste de México, de los alpinistas que le acompañaron a subir el Popocatépetl, en Campeche, en Veracruz, en los Juegos Panamericanos de México dentro del estadio, en los separos de la prisión, en Palenque, Chichen Itzá, en Tuxpan, por toda la provincia de su país adoptivo, Cuba, y en los paisajes orientales como Hong Kong, Egipto, India, Marruecos, Jakarta, y el Congo.

Resultaba una incógnita que luego de aparecer en muchas fotos con una cámara, no se supiera sobre esos trabajos testimoniales y personales. Fue hasta que los comisarios de la exposición Josep Vicent Monzó, Manuel Muñoz Ibáñez y Antoni Paricio conocieron a Aleida March -esposa del Che- y los originales aparecieron. El apoyo del Centro de Estudios Che Guevara y de las autoridades cubanas fue fundamental para dar a conocer este trabajo que, sin duda, es la narración de una leyenda que incluso hasta el día de su muerte física, parece haber sido controlado por el Che fotógrafo, como si él mismo se hubiese tomado las fotos.