martes Ť 21 Ť agosto Ť 2001
José Blanco
Dislates
La comunicación en materia de economía por momentos pasa de ser un desfiguro de confusiones a un inverosímil batiburrillo de mezcolanzas múltiples. Hay extremos como la duda que hace unas semanas dominaba la escena de los medios: Ƒhay crisis o no hay crisis? Era como preguntarse a pleno sol en cielo abierto: Ƒestaremos en medio de una tromba o no? Hubo (hay) quien tenía dudas y quien aseguraba que sí.
Cuando hay una crisis económica no hay quien no se entere. En 1995, después del "error de diciembre" la economía perdió alrededor de un millón de empleos, la inflación sobrepasó 50 por ciento en diciembre de ese año, el producto cayó alrededor de 7 por ciento, el tipo de cambio sufrió una devaluación superior a 100 por ciento, los saldos acumulados de la cartera de insolventes de los bancos aumentaron tan explosivamente y las soluciones fueron a este respecto tan deficientes que el Fobaproa se hinchó como un zeppelín absurdo. El programa de ajuste fue de tal magnitud que la producción petrolera fue hipotecada en garantía de los 50 mil millones de dólares del crédito puestos a disposición de México por la Tesorería de Estados Unidos, gracias al audaz lance de Clinton. ƑAlguien no se dio cuenta de esa crisis? ƑTiene que ver alguno de esos datos con la actualidad? Ello no obstante la expresión "crisis económica" aún la hallamos todos los días en distintos medios de prensa.
El batiburrillo de confusiones referido tiene diversos orígenes: la habitualmente muy mala crónica que los diarios y la televisión hacen de los fenómenos económicos; la muy mala crítica que suele oírse y leerse de analistas improvisados que exhiben sin problema su absoluta falta de sindéresis al referirse al acontecer económico; la chabacana, palurda defensa de la política económica que suele oírse de diversos funcionarios del gobierno; la incapacidad gubernamental para explicar las metas de política económica y las razones de los cambios en las mismas; la muy real diversidad de concepciones y enfoques entre los analistas económicos; la realidad de que en el paseo por la feria, a unos les va de superlujo y, a otros, precisamente como en feria.
No es extraño, de esta manera, que, parados exactamente en el mismo mundo, haya quienes ven un desastre en la actualidad, y quien, como el presidente Fox, dice que las cosas van bien pero muy bien. Aquí no se trata de matices ni muchos menos: hay quien dirige la vista a un punto y dice negro, y otro que viendo el mismo punto dice blanco.
Véase, entre la multitud de los fenómenos económicos, el caso del corto. Algunos de los observadores de nuestra realidad económica creen que en parte las tendencias recesivas actuales de la economía mexicana obedecen a una política monetaria que ha venido siendo cada vez más restrictiva, con el "retiro de dinero de la circulación que día con día realiza el Banco de México".
Se trata, por supuesto, de una visión equivocada de medio a medio. A partir del último trimestre de 2000 en que la economía aún conservaba un impulso de crecimiento, la política monetaria ha sido cada vez menos restrictiva, con la disminución del corto, hasta en dos ocasiones.
De otra parte, la disminución del corto no consiste en retirar menos dinero de la circulación cada día, por cuanto el corto no consiste en retirar dinero de la circulación. Además es una equivocación creer que el corto sea un instrumento que se aplique cada día; su cálculo lo realiza el Banco de México cada ciclo de 28 días con los balances que realiza, a partir de los movimientos de todos los bancos.
De otra parte, el Banco de México -asunto que ha explicado numerosas veces- suministra en su totalidad el dinero -en billetes y monedas- que el público demanda a través de las instituciones bancarias, sin retirar -ni aumentar- ningún monto de circulante. El corto sólo significa que el Banco de México aplica en el margen una tasa de interés aumentada o "penalizante" en el suministro regular de liquidez al sistema bancario, equivalente al doble de la tasa de los Cetes a 28 días, por el monto vigente del corto. En su último movimiento -el 31 de julio pasado- pasó de 350 a 300 millones de pesos. Sobre esta última cantidad aplica esa "penalización". El corto, de otra parte, es una cantidad bastante modesta si se compara con el monto de billetes y monedas en circulación, que hacia fines de julio era de 179.8 miles de millones de pesos. El efecto de esa política es la elevación de las tasas de interés en la economía que, dado el pequeño monto sobre el que se aplica, tiene, asimismo, un impacto marginal. Como todos tenemos presente, la tasa de interés de Cetes ha venido disminuyendo a la par de la inflación.
Como en el caso del corto, la falta de información o de entendimiento sobre la marcha económica es abundante. En este caso se hallan, por supuesto, la mayor parte de los miembros del Congreso. ƑNo sería necesario establecer un espacio donde todos entiendan de qué hablan?