miercoles Ť 22 Ť agosto Ť 2001
Arnoldo Kraus
PGR (Ƒvs?) UNAM
No recuerdo ni las palabras exactas ni si fue en 1933 o en 1936, pero poco importa. Cuando Freud se enteró de que en la Alemania nazi quemaban sus libros en las plazas públicas comentó: "cómo hemos avanzado. Ahora se conforman con quemar mis libros. En la Edad Media, me hubiesen quemado a mí". Concepción similar parece tener la Procuraduría General de la República (PGR) cuando afirmó hace algunos días, tras los "petardos" que hicieron explotar en tres sucursales de Banamex presuntos miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP), que "se investigará si existen en la UNAM más alumnos vinculados con las FARP". La filosofía de la PGR es clara: el disenso, aun cuando no necesariamente implique violencia, ni siquiera en un país tan empobrecido y saqueado como el nuestro, no es válido.
Como se sabe, con celeridad sorprendente -muy distinta a los casos Espinosa Villarreal, Villanueva o Cabal Peniche- la justicia mexicana capturó en cuestión de horas a cinco personas, presuntamente responsables de las agresiones contra la banca mexicana. Para los supuestos petardistas, dos de ellos alumnos de la UNAM, su destino ha quedado "casi" definido: han sido consignados e ingresados al penal federal de La Palma, acusados de terrorismo, daños en propiedad ajena, delincuencia organizada, almacenamiento y transformación de artificios explosivos, y posesión de armas y cartuchos. En cuestión de minutos estos jóvenes acumularon cinco cargos. Distinta es la justicia para los políticos o empresarios mexicanos tanto en "los tiempos" como en la efectividad de las acciones de la PGR. ƑSobra agregar que la posibilidad de defenderse para unos y otros es brutalmente distinta?
A su vez, el secretario de Educación Pública, Reyes Tamez Guerra, intentó exaltar las buenas conciencias y sembrar tranquilidad, pues consideró que "las indagaciones que realiza la PGR para definir si hay más jóvenes de la UNAM involucrados en la colocación de explosivos en las sucursales bancarias, 'de ninguna manera' ponen en riesgo la autonomía universitaria". Es difícil pensar que el secretario de Educación vería con buenos ojos que elementos de la PGR inspeccionasen su casa porque el vecino de enfrente resultó ladrón. Y es más difícil aceptar, independientemente que no se esté de acuerdo con el uso de petardos, que se avale que los brazos de la policía entren en la UNAM, lo cual equivale a negar la rebeldía intrínseca de la juventud. Ya es suficiente la homofobia y prohibir la lectura de Saramago y Fuentes.
El entramado es tan complejo como soez. Hasta donde van las cosas, la ciudadanía debe aceptar que el término petardo no intimida -no fueron bombas- y que "la realidad" de las FARP merece poca consideración. De hecho, Adolfo Aguilar Zinser, consejero de Seguridad Nacional, "suavizó" la acción al aseverar "que ya se esperaba" y, ufano, contrastó el tratamiento legal otorgado a los miembros de las FARP con "los métodos represivos utilizados en el pasado, en donde a las personas ni siquiera se les daba la oportunidad de ser juzgadas, sino que desaparecían". ƑDebemos enorgullecernos por ese comentario?
La ciudadanía debe también asumir que los detenidos son los responsables y que no han sido "fabricados". Debe comprender la buena fe de la PGR al querer indagar "quiénes estudian en la UNAM" y aceptar que es admisible que 60 millones de connacionales sigan bregando por su supervivencia, así como que es válido que el gobierno "observe" a quienes muestren desacuerdos. La población debe entender que Tamez Guerra está en lo cierto cuando considera que la autonomía universitaria no se vulnera si la policía husmea en la UNAM. Debe también aplaudir las diferencias entre las "dos justicias mexicanas", y por último tiene que asumir que el fiel de la balanza entre el descontento de la población, la miseria y la rebeldía ideológica de algunos estudiantes de la UNAM contra las voces de la PGR, de Tamez Guerra y de Aguilar Zinser podría encontrarse en las preocupaciones de Martha Sahagún.
Recientemente, la señora Sahagún comentó en Chile con las esposas de los jefes de Estado de América Latina que "no es posible seguir postergando ya políticas públicas que tengan que ver con el desarrollo humano y el combate a la pobreza; en América Latina hoy viven más niños pobres que hace diez años, y no intervenir ni hacer algo para frenar este problema es casi como acercar la lumbre a la gasolina".
No tengo la menor duda que tanto Freud, como quienes se educan en la UNAM, así como los líderes de las FARP -cuyo ideario es similar al mensaje de Sahagún- coincidirían con esa ideología: nadie desea que arda el país.