MIERCOLES Ť 22 Ť AGOSTO Ť 2001

Alejandro Nadal

China en la OMC: Ƒgran salto adelante?

Una de las fuentes de incertidumbre más importantes sobre el futuro de la economía china es el de los efectos de su ingreso a la Organización Mundial de Comercio (OMC). Incluso el proceso de negociaciones ha sido tortuoso y éstas han durado más tiempo del que los dirigentes chinos habían planeado en 1998.

La percepción generalizada en México es que la entrada de China a la OMC tendrá efectos negativos para nuestra economía. Pero los aranceles existentes no tienen por qué reducirse o eliminarse automáticamente; su modificación será el resultado de negociaciones bilaterales México-China. Las medidas compensatorias tampoco tienen por qué eliminarse, aunque sí deben adecuarse a las disciplinas de la OMC y a las reglas sobre prácticas de comercio desleal. Quizás la amenaza más importante sea la posible fuga de maquiladoras hacia China.

Analizar mejor las implicaciones para México, exige examinar los efectos positivos y negativos que tendrá dicho acuerdo.

El ingreso chino implica no sólo una mayor apertura comercial, sino también una desregulación profunda de la cuenta de capitales, y un esquema de mayor libertad en lo que concierne a la política cambiaria. Lo más probable es que en poco tiempo la economía china se encaminaría hacia un régimen de flotación del tipo de cambio.

Desde luego, el ingreso a la OMC provocaría un fuerte aumento en la inversión extranjera directa (IED) hacia China. La flexibilidad cambiaria y el mayor flujo de capitales, asociados a la desregulación del mercado de capitales, tenderán a apreciar la moneda china, el yuan.

Diferentes modelos económicos permiten calcular que el flujo de la IED hacia China se incrementará en 15 por ciento, mientras el volumen de comercio exterior crecerá 10 por ciento anual durante los primeros cinco años. Se prevé que el ingreso a la OMC aumentará el PIB entre 1 y 1.5 por ciento anual, con una creación de 4 a 6 millones de empleos. En el caso de algunos sectores de mayor intensidad en el uso del factor trabajo, como el textil, se esperan fuertes ganancias.

Pero no todo será bondadoso para China. En los sectores más intensivos en capital, que siguen estando entre los más protegidos, los efectos negativos no se harán esperar. Este es el caso de la industria automotriz y del sector bancario. El desempleo en estos dos sectores aumentará significativamente en los primeros dos o tres años posteriores a su ingreso en la OMC.

En el caso de la industria automotriz, por ejemplo, el acuerdo China-OMC tendrá un impacto significativo. El acuerdo actuará como un desincentivo para algunas inversiones de la industria manufacturera en China. La explicación es que con una mayor apertura, las corporaciones trasnacionales no tendrán que establecerse en territorio chino para tener acceso a su mercado interno. De todos modos, se espera que el atractivo de una mayor estabilidad macroeconómica y comercial actúe como un motor de la IED hacia ese país. Aquí el problema será la mayor concentración de los flujos de IED hacia China en detrimento de otros países de la región.

Una buena parte de los efectos negativos resulta del acuerdo bilateral China-Estados Unidos de 1999, el cual la obliga a desgravar rápidamente sus aranceles sobre automóviles importados para el año 2006, reduciéndolos de los niveles actuales de 80 y 100 por ciento a sólo 25 por ciento. Esta apertura lleva al propio gobierno chino a estimar que alrededor de 30 plantas productoras se verán afectadas negativamente. Se calcula que la producción caerá 12 por ciento y el número de despidos podría alcanzar la cifra de 3 millones de trabajadores.

El gobierno chino parece haber abandonado sus proyectos iniciales de una reforma económica "sin perdedores". Ahora está resignado a que amplios sectores de la población deben pagar un costo alto en el proceso. Esto se aplica, en especial, a los millones de desempleados como resultado de la restructuración de las empresas públicas.

Es posible que el destino de la transición china hacia una economía de mercado dependa del acuerdo con la OMC, mismo que repercutirá fuertemente sobre la política macroeconómica y las reformas estructurales en ese país. Para una parte de la clase gobernante de China, dispuesta a profundizar las reformas y la apertura, el ingreso a la OMC representa un apoyo fundamental. Pero el acuerdo acarrea una combinación de efectos negativos y positivos, cuya resultante es difícil definir.