jueves Ť 23 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť Teme Bush dividir a republicanos para los comicios
Escepticismo en EU por plan migratorio antes de 2002
Ť Según encuesta, 60% aprobaría la ciudadanización si los solicitantes demuestran que tienen empleo y pagan impuestos
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONALES
Washington, 22 de agosto. La mayoría de los estadunidenses apoyaría un programa de legalización para los trabajadores indocumentados que demuestren que tienen empleo y pagan impuestos, afirman varios analistas y una reciente encuesta nacional.
Todo depende si George W. Bush lanza una agresiva campaña política para informar a la opinión pública que los indocumentados tienen estabilidad económica. Pero al parecer el presidente estadunidense está optando por demorar la promoción de una ambiciosa iniciativa sobre inmigración por el temor de minar la unidad del Partido Republicano antes de las elecciones legislativas de 2002.
Tanto opositores como promotores de un cambio drástico en la política migratoria han intensificado sus esfuerzos para influir en las propuestas migratorias, que se espera serán anunciadas durante la visita de Estado del presidente Vicente Fox, el 5 de septiembre.
Molesta cautela de la Casa Blanca
El presidente Bush discutió esta mañana, vía telefónica desde su rancho de Texas, propuestas migratorias con Fox, pero el vocero de la Casa Blanca Ari Fleischer se negó a dar detalles de la conversación. "Ambos acordaron que es muy importante... tener un sistema establecido que pueda dar la bienvenida a inmigrantes a Estados Unidos de una manera más segura, más legal y más humana", afirmó Fleischer, quien se negó a contestar más preguntas sobre el tema.
Algunos legisladores (el Congreso tendrá que redactar y aprobar cualquier reforma de las leyes sobre inmigración) señalaron esta semana que no esperan ningún cambio drástico en la legislación durante la actual legislatura, que concluye en octubre del 2002.
''Ni sé si podremos obtener un proyecto de ley en esta legislatura'', afirmó el representante federal Chris Cannon, republicano de Utah, quien ha estado trabajando con la Casa Blanca en la definición de las propuestas para la reforma migratoria.
En entrevista con el Washington Post, Cannon insistió en que Bush sigue comprometido con un proceso que permitiría que, por lo menos, algunos indocumentados puedan "ganar" su legalización y una calidad migratoria permanente, pero destacó que este cambio podría tardar dos o tres años más.
Este tipo de comentarios en los medios, más otros reportajes en el sentido de que la Casa Blanca está procediendo con más cautela y a un paso más lento, han provocado irritación entre quienes proponen un cambio más de fondo. "Este no es el momento de reducir expectativas, sino para elevar las esperanzas de una reforma migratoria real; el clima para la legalización jamás ha sido mejor", argumentó Eliseo Medina, un líder del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés), que agrupa a 1.4 millones de miembros.
De hecho, su sindicato está organizando una serie de foros y mítines comunitarios en Boston, Miami, Houston y varias ciudades de California para presionar a favor de la legalización, y la próxima semana anunciará una nueva alianza con la organización negra de derechos civiles más importante del país, a fin de apoyar una reforma migratoria que incluya un programa amplio de legalización.
Algunos líderes sindicales se han molestado por informes de que Bush está considerando promover un nuevo programa de trabajadores huéspedes, que posiblemente no incorporaría, por lo menos inicialmente, un programa de legalización de trabajadores indocumentados. El Sindicato de Trabajadores de Alimentos y Comercios (UFCW, por sus siglas en inglés), con agremiados en sectores como procesamiento de carnes y supermercados, envió recientemente una carta a Bush en la que le expresa su apoyo a la legalización y su rechazo a cualquier nuevo programa de trabajadores temporarios o tipo bracero.
Prevalece la desinformación
Como sucede en Washington, una buena parte de esta batalla se juega en los medios nacionales con diversos intereses del propio gobierno filtrando información. Hace unas semanas, el New York Times reportó que México y Estados Unidos estaban cerca de concluir un acuerdo sobre una drástica restructuración de la política migratoria bilateral, pero en días recientes el Washington Post y Los Angeles Times han publicado notas en primera plana señalando que una reforma mayor es poco probable antes de 2003.
Varias fuentes republicanas han informado a La Jornada que Bush mantiene un interés personal en el desarrollo de un nuevo esquema de la política de inmigración que incluya programas de trabajador huésped así como un proceso para que indocumentados ganen su legalización.
Pero estas mismas fuentes reconocen que su partido está dividido sobre el asunto y que los estadunidenses no han sido suficientemente informados como para expresar su apoyo, incluso sólo para un programa de legalización limitado. Al respecto, una reciente encuesta nacional financiada por el sindicato pro inmigrante SEIU halló que los votantes no favorecen sólo un "programa de legalización limitado" para los indocumentados. Un sondeo Gallup, realizado por separado, también registró que una mayoría se opone a una mayor inmigración.
Pero la primera encuesta, conducida conjuntamente por los reconocidos investigadores Celinda Lake y Ed Goeas también encontró que las opiniones sobre inmigración cambian cuando se incluye más información en la pregunta. Por ejemplo, 60 por ciento de los encuestados por Lake y Goeas expresó su apoyo a una propuesta de legalización para indocumentados con empleo y que pagan impuestos.
Otros analistas, como Doris Meissner, la ex comisionada del Servicio de Inmigración y Naturalización, están de acuerdo con esta evaluación. El problema, explicó Goeas, es que los votantes se muestran ambivalentes sobre el tema de la inmigración y carecen de información detallada sobre el tema.
"No hay un consenso público", afirmó Goeas, un encuestador reconocido de candidatos políticos republicanos en este país. Pero agregó que una campaña de educación en favor o en contra de la legalización podría ser determinante en la opinión pública. ''Ambos lados tienen un mensaje que pueden promover, y quien lo haga mejor determinará la dirección de esto''.
Goeas cree que Bush podría construir un consenso en favor de un programa de legalización limitado si decide lanzar una campaña de educación sobre el tema. Indicó que tal propuesta gozaría de gran apoyo entre la comunidad latina en este país y señaló que el Partido Republicano necesita incrementar su apoyo entre esa comunidad en los próximos años.
"Los latinos emitieron 7 por ciento de todos los votos en la última elección (nacional)", señaló Goeas esta semana. "Aun sin ningún cambio en la política migratoria, el latino será más de 25 por ciento del voto en las próximas dos décadas". Si los republicanos no logran presentarse favorables a este tipo de reformas, enviarán un mensaje a los latinos de que no son bienvenidos en el Partido Republicano, advirtió Goeas.
Ese es un punto que entiende bien el propio Bush, señaló el representante Cannon al Washington Post. Pero Cannon y otros argumentan que aún no hay un consenso suficiente dentro del Partido Republicano para lanzar una ofensiva a favor de un cambio mayor en la política migratoria.
Sin embargo, el encuestador Goeas no está de acuerdo. Destaca que la mayoría de los estadunidenses tiene una actitud favorable hacia la inmigración, pero que también tiene temores por sus consecuencias. Afirma que Bush podría lanzar una campaña de propaganda sobre el asunto y como evidencia de que funcionaría, Goeas señala que más de la mitad de los encuestados manifestó que si Bush se manifestara en favor de la legalización, tendría una influencia positiva en su opinión personal. (Una tercera parte de los encuestados dijo que sería influido por las expresiones de los sindicatos y las del presidente Vicente Fox.)
"El presidente (Bush) puede promover y construir un consenso sobre este tema", reiteró Goeas. Pero por el momento, parece que eso no sucederá. Sin embargo, la batalla para determinar el curso de la política de inmigración probablemente continuará hasta el último momento antes de que Vicente Fox y George Bush se reúnan el 5 de septiembre en esta capital.