Gonzalo Martínez Corbalá
Consideraciones técnicas acerca del futuro de Pemex
"Petróleos Mexicanos, al borde del colapso financiero: Muñoz Leos" (Excélsior, 24 de agosto de 2001). La información, cubierta ayer muy destacadamente por todos los medios, se refiere a la afirmación del director de Petróleos Mexicanos de que Pemex "enfrenta un dilema: crecer o iniciar un proceso de reducción de su participación en el mercado internacional y dejar de ser un ingrediente importante en el desarrollo de México", lo cual es rigurosamente cierto, aunque, para ser más exacto, habría que considerar otros factores que inexcusablemente deben agregarse al análisis de la problemática, tan grave como compleja, a la que nos enfrentamos, no solamente Petróleos Mexicanos, sino todos los mexicanos, inclusive las nuevas generaciones que lucharán en el siglo xxi por el progreso de México.
En primer lugar, habría que cuestionarse: ¿por qué está Pemex al borde del colapso financiero? ¿Cómo sucedió que una empresa petrolera que tuvo, según cifras oficiales de la época, 1976-1982, 70 mil millones de barriles de reservas probadas de crudo, llegó a bajar hasta los 24 mil MDB que se aceptan en la actualidad?
¿Son todos los problemas, no resueltos o agravados, de Pemex imputables a la ineficiencia, la burocracia y la corrupción que se apoderaron de la empresa básica para el desarrollo nacional, posteriormente a la expropiación petrolera, efectuada por Lázaro Cárdenas en 1938, precisamente con el propósito contrario de acabar con la corrupción de las empresas extranjeras en las zonas petroleras en las que llegaron incluso a mantener pequeños ejércitos "guardias blancas", y a declararse en rebeldía frente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación?
La respuesta al primer cuestionamiento tiene que ver más con la exacción que comenzó por parte del fisco mediante impuestos que han gravado progresivamente los ingresos de Pemex para llenar vacíos presupuestales gubernamentales, hasta el punto de impedir, no solamente el desarrollo equilibrado de la industria petrolera nacional, sino también que se efectúe el mantenimiento debido de las instalaciones de Pemex para garantizar la seguridad de los trabajadores de la empresa y de los habitantes de las regiones petroleras. No sería exagerado afirmar que está en juego en ello la propia seguridad nacional.
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Sin embargo, a pesar de la importante contribución que de esta manera hace Pemex al desarrollo industrial y a la satisfacción de necesidades sociales muy significativas, no se le autoriza la aplicación proporcional de recursos a la exploración y al desarrollo de nuevos campos para mantener en un nivel razonable ?de seguridad nacional? los volúmenes de reservas probadas de crudo en nuestro subsuelo, según lo afirma el director de Petróleos Mexicanos, Raúl Muñoz Leos, agregando que "no hacemos nada inteligente para evitarlo".
No podríamos estar más de acuerdo con el titular de Pemex cuando advierte que, de continuar esta tendencia, "podríamos pasar de una balanza comercial favorable de más de 11 mil millones de dólares en 2000, a otra desfavorable que probablemente superaría los 500 millones de dólares en tan sólo seis años después. Entonces se empezaría a considerar, necesariamente, la propuesta de dar acceso a la inversión privada nacional y extranjera, para la explotación de las reservas y para las actividades de refinación".
Aquí es donde creemos que es pertinente agregar algunas consideraciones a lo dicho por el director de Pemex:
En relación con la segunda cuestión que hemos planteado, pensamos que en realidad no todo lo malo que sucedió antes de ahora o que sucede en la actualidad es exclusivamente imputable a causas de ineficiencia derivadas del carácter nacional de Pemex, o de la corrupción que se generalizó en un alto grado en algunas épocas y que se proyectó muy especialmente en ciertas regiones del país. Los vicios que se generaron en la administración de Pemex no son en manera alguna de carácter ideológico y malamente podríamos analizarlos, defenderlos o atacarlos con una visión sesgada de esta naturaleza que no corresponde para nada a la realidad. La problemática a la que se enfrenta Petróleos Mexicanos en estos días es, como ya hemos insistido reiterativamente, de carácter técnico y no ideológico, es decir, que en la participación de la iniciativa privada nacional o extranjera, o en su exclusión en los términos vigentes en la Constitución General de la República, no es propiamente la validez histórica de la globalización o del mercado libre; lo que está verdaderamente en juego, pues después de todo en último análisis habrá que recordar lo dicho, con la agudeza y la profundidad que le caracterizan, por José Iturriaga: "Estamos de acuerdo con el mercado libre siempre que haya recursos para participar en él".
Lo que está verdaderamente en juego en este momento es el patrimonio de nuestros hijos y el destino de la nación mexicana.
Petróleos Mexicanos ha sido desde 1938 hasta la fecha y seguirá siéndolo por lo menos en las siguientes dos décadas del siglo xxi, un factor fundamental del desarrollo de nuestro país, y también del equilibrio político. No olvidemos, entre otros, algunos casos notables, como el de don Jesús Reyes Heroles, cuyos discursos del día 18 de marzo, aniversario de la expropiación petrolera, eran orientadores para el rumbo de la política y de la economía nacional. No se puede olvidar tampoco que el presidente del consejo de administración en la actualidad es el ingeniero Ernesto Martens, secretario de Energía y miembro destacado del gabinete del gobierno mexicano, quien junto con otros personajes de la política nacional participa en ese órgano colegiado de gobierno de la paraestatal, el que por lo mismo constituye la última instancia de decisión.
El director de Petróleos Mexicanos nos ha hecho graves advertencias, que se refieren no solamente a la capacidad actual para administrarse y producir los energéticos necesarios para nuestro propio consumo nacional, y para ocurrir al mercado internacional competitivamente, en una situación de desventaja relativa, sino que también hace una clara referencia al futuro que podría esperarse, con un agudo sentido de la realidad, en el futuro próximo de Pemex, y por lo tanto de nuestro país en toda su integridad. Estarían a faltar todavía, los pronunciamientos que al respecto podrían hacer tanto el presidente del consejo de administración, como también habrían de esperarse las opiniones de los trabajadores de Pemex, tanto sindicalizados como no sindicalizados, como las de la Cámara de Diputados y el Senado de la República, a quienes corresponderá en su momento decidir lo conducente en referencia a las modificaciones al texto constitucional que el titular de Pemex anuncia que serán enviadas para su consideración y análisis en el Poder Legislativo.
Otro asunto que merece atención aparte, aun cuando debe ser considerado por razones obvias en el mismo género que el petróleo, es el gas, puesto que si bien en el sureste del país se obtiene asociado con el crudo, en la frontera norte, especialmente en los yacimientos de Burgos, se encuentra como combustible seco, es decir que no hay necesidad de separarlo del petróleo en su estado natural. Los requerimientos técnicos constructivos y financieros en ambos casos, son diferentes entre sí. En el caso del gas asociado con el petróleo en el sureste se requiere llevar a cabo el diseño, la licitación internacional, la construcción y la puesta en marcha de plantas criogénicas para "endulzar" el gas y separarlo del petróleo, lo que constituye desde todos los puntos de vista un caso muy diferente al de los yacimientos del gas seco de Burgos, los que se ubican en varios estados fronterizos del norte (Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León), aunque respecto a este asunto resulta un poco aventurado hacer juicios sobre su ubicación y límites exactos, como a su potencialidad verdadera actual y su capacidad para satisfacer las necesidades del país en el futuro próximo, muy principalmente en lo que a generación de energía eléctrica se refiere.
Dicho sea de paso, el problema de la ampliación de la oferta de energía en la Comisión Federal de Electricidad, con la participación del capital privado, no es tampoco, como en el caso del petróleo y de Pemex en general, de índole ideológica, sino técnica, fundamentalmente de ingeniería, y resulta muy negativo y contraproducente dejar que las consideraciones de orden político a favor o en contra de la globalización o a favor o en contra del mercado libre o del neoliberalismo -como se quiera entrar al análisis-, pudieran desviar las consideraciones básicas de orden esencialmente técnico ya de suyo muy complejas.
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El director de Pemex amplió ayer sus declaraciones en ocasión del aniversario del Instituto Mexicano del Petróleo y, según entendemos, se refirió en términos quizás coincidentes al planteamiento inicial que hacemos en este artículo respecto a que la carga impositiva que soporta Pemex en este momento sería modificada el año entrante, de manera que se llevara a parámetros aceptables internacionalmente. Consideramos que esto sería muy positivo, siempre que los recursos disponibles que se podrían obtener adicionalmente por esta vía, se canalizaran hacia la inversión en exploración y desarrollo de nuevos campos; en la adquisición y construcción de plantas criogénicas para separar el gas asociado con el petróleo en el sureste del país, en la puesta a punto del rezago en el mantenimiento de las instalaciones de Pemex, y en algo que hasta ahora no se ha mencionado, pero que proponemos en esta ocasión para su análisis y discusión, se refiere a la capacidad de almacenamiento para inventarios estratégicos que nos han obligado, por su carencia casi absoluta, a concurrir a un muy volátil y muy competido mercado internacional, como dijo algún director de Pemex, lo mismo que si vendiéramos chiles y jitomates.
Las limitaciones a la participación del capital privado tanto en la generación de energía en la Comisión Federal de Electricidad como en la producción de petróleo y gas en Pemex son materia de la jurisdicción del Poder Legislativo federal. En todo caso, por su interés nacional de todos los mexicanos, estamos ciertamente obligados a contribuir en algo a la discusión honesta y patriótica que responsablemente, sin dudas, se llevará a cabo en estos días, poniendo en juego toda la creatividad, la experiencia y la capacidad de todos los mexicanos, para mantener a Pemex en el destacadísimo lugar que le corresponde en el desarrollo nacional en beneficio de las nuevas generaciones de mexicanos en el siglo xxi.