sabado Ť 25 Ť agosto Ť 2001

Luis González Souza.

Primero, el informe ciudadano

Sa viene, el próximo sábado, el gastado rito del Informe presidencial. Pero que no cunda el pánico. Es probable que, para apuntalar la imagen "nueva" del gobierno foxiano, el rito sufra algunas modificaciones. Tampoco, empero, debiera cundir el éxtasis, porque seguramente sólo serán modificaciones escenográficas. A lo mejor, para dejar claro (sic) lo del "nuevo régimen"(sic, sic), Fox se anima a escuchar, antes de su propio informe, las peroratas a cargo de los jefes partidistas en el Congreso.

Aun así, lo sustancial del rito presidencialista quedará en pie: una sola voz, la del todopoderoso Presidente de la República, acaso ahora acompañada con un coro multicolor y medianamente disonante, para explicar los grandilocuentes logros del gobierno, sus pequeños y circunstanciales tropiezos y, sobre todo, otro buen caudal de promesas para llevar al país, ahora sí, a las mismísimas puertas del paraíso. ƑY los ciudadanos? Bien, gracias... gracias, obviamente, al señor Presidente. Mantendrá seguro su lugar de espectador, con derecho a aplauso y hasta rechifla (si no cuestiona al sistema todo), aunque sin derecho a réplica y sin derecho a abandonar el laberinto de ritos y costumbres que desembocan, cada año, en la terapia del Informe presidencial. Esto último, so pena de ser expulsados al territorio de los aguafiestas, amargados o hasta "terroristas".

Lo cierto es que México sigue en espera del nuevo régimen por todos tan prometido y esperado después de la alternancia electoral del 2 de julio del año pasado. Un régimen que, para ser de veras nuevo, lo primero que requiere es una nueva cultura política que comience por enterrar ritos tan espectaculares y venenosos como el Informe presidencial de cada año. Así como "el valiente es valiente, hasta que el cobarde quiere", ahora podemos o debemos decir que "el mentiroso es mentiroso, hasta que la sociedad habla".

El primer informe que requiere un país en verdad sano y democrático es el informe de la propia sociedad. Es ésta, y no la fauna de políticos profesionales, la que nace, vive y muere pegada, bien pegada al suelo nacional. Es ella la que puede sentir, directa e inmediatamente, los temblores de cada día y los sismos por venir. Nadie mejor, pues, que la propia sociedad para decir qué le duele al país y cómo remediarlo. Por el contrario, los integrantes de la sociedad política, así sólo sea para conservar sus puestos y sus privilegios como "conductores", lógicamente prefieren los informes superficiales, apologéticos, autoexculpatorios, sin importar las consecuencias.

El problema es que México sigue demasiado cerca del precipicio, como para seguir guiándose por informes mentirosos. El precipicio sigue allí, aunque la elite mercadotécnica que hoy gobierna, le invente nombres menos preocupantes: ley "indígena", "atorón" económico, "reformón" fiscal, Plan Puebla-Panamá, en fin, plan desnacional de mal desarrollo, eso sí, tanto para los "jodidos" como las "jodidas" del país. Y todo porque el informe de los presidentes ha sido y pretende seguir siendo la voz única, la voz mayor, la voz totémica de la nación.

La buena noticia es que, por lo menos este año (año 1 después de Fox), ya no será así. Sin pedir permiso a los de arriba y sin contagiarse de los claudicantes acomodamientos de algunos de los de abajo, un buen grupo de organizaciones y personajes de la sociedad han decidido acompañar así sólo sea moralmente a Causa Ciudadana (sí, la de los castigos presupuestales por cuenta del IFE) en su empeño por producir el primer informe ciudadano. Este es un informe desde y para la propia sociedad, respecto al curso real (no maquillado) de México durante el primer año de la Ƒtransición? electoral.

Antes que nada, tal informe ciudadano es fruto de una obligación ética. Es la continuación natural y obligada del trabajo de quienes, antes de la elección presidencial del 2000, se sumaron a Poder Ciudadano para elaborar una agenda ciudadana, con la que se comprometieron públicamente Fox y los demás candidatos (salvo el del PRI). Una vez firmada esa agenda, y hasta bravuconamente enriquecida por el entonces candidato Fox, no se vale olvidarla. No se vale, šuna vez más!, dejar colgados de la brocha a quienes creyeron y apoyaron la iniciativa de Poder Ciudadano. Ahora es preciso supervisar, con igual o mayor rigor, la forma en que Fox, ya Presidente, ha incumplido los compromisos firmados. Ese es el móvil número uno de Causa Ciudadana al promover el primer informe ciudadano, pero hay muchos otros. Todos quedarán al escrutinio de todos, cuando el próximo jueves sea presentado tal informe a los medios de comunicación.

Esperemos que el primer informe ciudadano por lo menos sirva para acabar con el presidencialismo informativo. Después de todo, el documento es un primer hijo, legítimo y vital, del mandar obedeciendo: informar escuchando, informar atendiendo. Escuchando la versión de la sociedad sobre el curso del país, y enseguida atendiendo sus viejos y nuevos reclamos y propuestas. Larga vida, ojalá, para el primer informe ciudadano. A discutirlo y enriquecerlo todos, ahora y siempre, y cada quien matando sus pulgas a su manera, Ƒo como Fox les dé a entender?

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