SABADO Ť 25 Ť AGOSTO Ť 2001

Carlos Marichal

Globalización y evasión fiscal

Habitualmente, el neoliberalismo y los procesos de globalización económicos se definen en términos de la internacionalización del comercio y la tecnología, la integración de mercados financieros y la mundialización de las empresas multinacionales. Pero otra faceta igualmente importante es la globalización de la evasión fiscal. Ello presenta un reto enorme para todos los Estados modernos y especialmente para aquellos actualmente en proceso de plantearse reformas fiscales, como es el caso de México.

Los participantes en la evasión fiscal a escala mundial son diversos: para comenzar, se encuentran los sectores más acaudalados en cada país, que acumulan diferentes grados de ahorros o ganancias y no desean pagar impuestos. En segundo lugar están los narcotraficantes, los traficantes de armas y políticos corruptos, quienes buscan asegurar sus dineros ilegales. En tercer lugar, hay que señalar a las empresas multinacionales que desean colocar ganancias al abrigo de los sistemas fiscales, donde tienen su casa matriz. Finalmente están los bancos internacionales que llevan a cabo las complejas operaciones que requiere el traslado de fondos de un país a otro hasta llegar al destino final, donde exista un paraguas legal que dificulte la identificación de los fondos, sus dueños y su trayectoria.

El negocio internacional del movimiento de fondos hacia paraísos fiscales ha crecido espectacularmente en los últimos dos decenios. De hecho, se calcula que hoy en día en dichos paraísos (offshore centres), hay registrados más de 6 billones de dólares: o sea, $6,000,000,000,000. Esta es una cifra cercana al producto interno bruto de Estados Unidos, lo cual sugiere el tamaño del problema.

Tradicionalmente, los individuos acaudalados que deseaban esconder fondos los colocaban en Europa, preferentemente en Suiza, por las leyes de secreto bancario que privaban en esa nación. Posteriormente varios minipaíses como Luxemburgo, Mónaco, Liechstenstein (así como varias pequeñas islas inglesas en el Canal de la Mancha) adoptaron legislación que también atrajo a los que deseaban evitar el pago de impuestos. Ya en los años de 1920, el novelista estadunidense Scott Fitzgerald escribió con referencia a Mónaco: "Los climas soleados son para personas que desean vivir en la sombra."

A partir de los años de 1970, varias islas del Caribe se han transformado en los paraísos fiscales más activos, especialmente para los familias adineradas de Estados Unidos, México y otros países latinoamericanos. Las dos islas favoritas para estos propósitos son las Bahamas, donde ya hay más de 400 bancos extranjeros registrados, y las islas Caimán, que cuentan con 600 bancos (monitoreados por el Banco de Inglaterra) y 18 mil corporaciones financieras que están dedicadas específicamente al manejo de fondos de origen secreto.

Nada extrañamente, las oficinas de los bancos mexicanos que se dedican al negocio del movimiento de capitales tienen sucursales en los paraísos fiscales caribeños. Pero también es cierto que hay gran inversión de fondos mexicanos en Estados Unidos, el cual se ha convertido en el mayor paraíso fiscal del mundo, debido a las leyes que facilitan el pago de impuestos bajos para no residentes. Si la banca y el gobierno mexicanos no establecen mayores acuerdos con las autoridades financieras estadunidenses sobre el registro de los movimientos de flujos de capitales (en ambas direcciones), es previsible que la evasión fiscal y el tráfico internacional en narcodólares se incrementen exponencialmente.

Es más, puede sugerirse que la escasa credibilidad de la actual propuesta de reforma fiscal en México se debe en parte a la falta de decisión para discutir este dilema y, por ende, contabilizar y fiscalizar seriamente los ingresos de los sectores acaudalados. Si existe alguna seriedad en reformar el sistema fiscal, no basta con ratificar impuestos regresivos como el IVA sobre alimentos y medicinas, pues los que pagan son contribuyentes cautivos. Se tiene que exigir más transparencia y mayores contribuciones a los sectores acaudalados en México, precisamente por ser uno de los países con estructura más desigual en la distribución del ingreso a nivel mundial. Caso contrario, todo el mundo se siente justificado en participar en el gran juego de la evasión fiscal.