domingo Ť 26 Ť agosto Ť 2001
Néstor de Buen
Primera dama: oficio o condición
Sin la menor duda, la señora Fox es una mujer de ideas que tiene la gracia especial de querer ponerlas en ejercicio. Tan reciente su matrimonio con el Presidente y ya ha tomado iniciativas importantes. La primera (sin considerar la salida evidente de Ana Cristina Fox de Los Pinos) ha sido convocar a un congreso que se presentó iberoamericano, pero que hoy parece asumir un alcance mundial, con el objeto de que las esposas de los presidentes expongan sus acertados criterios sobre temas de pobreza y algún otro que no recuerdo. La segunda, convocar a las esposas de los principales funcionarios miembros del gabinete para que participen haciendo propuestas que pongan énfasis en la importancia de dar prioridad a los sectores de población marginados o en condiciones de pobreza (La Jornada, jueves 23 de agosto, p. 14).
No es poco para empezar, sobre todo si se advierte que la señora Fox ha dicho que "las mujeres no tenemos que ir detrás, sino al lado de nuestros maridos y luchar juntos por todo lo que queremos con el único fin de servir a nuestro país".
Daría la impresión de que la señora Fox está lanzando una crítica histórica respecto del papel que desempeñaron las esposas de los presidentes de México. Como que anuncia la reivindicación del papel femenino en la familia presidencial que ya declara del mismo nivel del propio Presidente o de los secretarios de Estado. Y además compromete la presencia, que costará algunos centavitos, de todas las cónyuges presidenciales para su congreso.
No me atrevería a hacer un resumen de lo que han sido las denominadas, con cursilería integral, "primeras damas". Por ahí huele a las viejas crónicas de la inolvidable Rosario Sansores y del Duque de Otranto y, sin dudar de su mayor modernidad, de ese hombre inteligente y original que fue Agustín Barrios Gómez. Pero sin hacer un resumen de su labor yo colocaría en lugar muy especial, porque ha sido y es una mujer digna de quien fue su esposo, a Amalia Solórzano de Cárdenas, que nunca pretendió caminar al lado del general, sino hacer su camino propio. Y yo señalaría y para muchos será un dato ya desconocido, su maravillosa labor maternal con los llamados "Niños de Morelia", el primer exilio español en 1937, a consecuencia de la guerra civil.
Pero también me gustó el estilo modesto, eficaz, notable, de Eva Sámano de López Mateos, que nunca perdió su sencillez ni dejó de ser la maestra que fue siempre. Y eso que le tocó un maridito especialmente coqueto.
Junto a ellas, María Esther Zuno de Echeverría me pareció una mujer con carácter, definida, que nunca pretendió ocupar un espacio que no le correspondía: el de una presidencia lateral, pero que supo imprimir a su hogar, el oficial y la casa personal, su sentido especial de la mexicanidad. No todos lo aplaudían, ciertamente, pero ella marchaba siempre hacia el frente, enérgica y sólida, cumpliendo su función y sus gustos, sin pretensiones mayores. Y, además, madre de una espléndida familia de hijos brillantes. No es poca cosa educar y educar bien.
Yo me pregunto si la condición de cónyuge presidencial tiene un lugar especial en la Constitución o en las leyes. Me temo que sólo en el Código Civil. Y me preocupa que se comprometa a las señoras cónyuges de los presidentes a que asistan a un congreso en el que leerán páginas escritas por escribidores profesionales y en las que su acta de matrimonio no habrá de darles el lucimiento que dan los votos determinantes de la ocupación de la presidencia.
Esos votos no forman parte, ciertamente, de la sociedad conyugal.
ƑQué pueden decirnos sobre la pobreza quienes, al menos en su etapa actual, están muy lejos de ella?
Supongo que la señora Fox es particularmente inteligente. Pero también, me da la impresión, especialmente ambiciosa. No lo digo en términos de crítica, sino de comentario. Porque, además, es una condición evidente. La ambición por supuesto que no es mala, sino sólo los medios de los que nos valemos todos para hacerla efectiva.
Pero me gustaría más que en una etapa tan difícil como la que vivimos, la esposa del Presidente se conforme con ser eso. Que no es poca cosa.