MARTES Ť 28 Ť AGOSTO Ť 2001
Ť En 1977 fueron detenidos seis de sus integrantes y llevados al Campo Militar Número Uno
Víacrucis de la familia de un presunto alto mando de la Liga Comunista 23 de Septiembre
Ť Dan a conocer torturas en cárceles clandestinas Ť Uno de ellos continúa desaparecido
BLANCHE PETRICH
A mediados de 1977 fueron detenidos en operativos distintos seis miembros de la familia Ramírez Duarte: los hermanos Rafael, Carlos y Guillermo, el medio hermano Aurelio, el primo Víctor y la cuñada María de los Angeles Sánchez. Los captores fueron identificados como miembros de la Brigada Blanca, a la que Amnistía Internacional identifica a su vez como el Noveno Batallón del Ejército.
Los militares buscaban al hermano mayor, Juan Manuel, conocido como El Bolchevique, alto mando de la Liga 23 de Septiembre, quien fue abatido -según reportes de la prensa de la época- durante un tiroteo el primero de septiembre de ese año.
Todos los detenidos fueron trasladados a celdas ilegales en el Campo Militar Número Uno. Hasta la fecha, Rafael sigue desaparecido. María de los Angeles murió dos meses después de ser liberada, a consecuencia de la desnutrición y de una infección aguda contraída durante su cautiverio. Los sobrevivientes han rendido testimonio de las torturas a las que fueron sometidos y afirman que hasta octubre de ese año Rafael Ramírez Duarte permanecía vivo, bastante repuesto de las golpizas iniciales, en una de las celdas de aquella cárcel secreta donde desaparecieron tantos otros.
La primera denuncia penal fue interpuesta de inmediato. La familia responsabilizó de la detención no reconocida de Rafael, y de las torturas al resto de los familiares, al entonces titular de la PGR, Oscar Flores Sánchez, al jefe de la policía capitalina, general Arturo Durazo Moreno, y al jefe de la División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia, coronel Francisco Sahagún Baca. Los tres se defendieron con el argumento de que ''no son ciertos los actos reclamados''. La autoridad sobreseyó el proceso ''por falta de pruebas''. Para la primera semana de julio, la PGR ya había dado carpetazo al asunto.
''Yo soy una prueba viviente del secuestro y la desaparición de mi padre. Yo, que tenía 11 meses cuando se lo llevaron, que he crecido y vivido 24 años sin él.'' Pavel Ramírez Hernández, de 25 años, asegura que los casos de los desaparecidos que siguen sin resolución judicial en México no son cosa del pasado. ''Son del presente, de manera tan tangible como que yo estoy hoy en mi casa y él no está aquí.''
El ombudsman como inquisidor
En una sola ocasión una instancia de gobierno contactó a la familia. Fue en febrero de 1994. Dos funcionarios de la Comisión Nacional de Derechos Humanos los convocaron a una reunión en la empresa de uno de los hermanos, en la colonia Cuitláhuac. Acudieron todos: padres, hermanos y hermanas, hijos, cuñados. En pocos minutos se percataron de que, lejos de intentar esclarecer el caso de Rafael Ramírez Duarte, los ''visitadores'' realizaban labores policiacas encubiertas. Hacía pocas semanas, en Chiapas, el EZLN se había levantado en armas. A los empleados del ombudsman -Jorge Carpizo McGregor- sólo les preocupaban dos cosas: saber si Ramírez Duarte había contactado a su familia en los últimos años, y si por casualidad sabían si tenía algún nexo con los zapatistas.
''Fue la primera y única vez que la CNDH nos contactó'', afirma Pavel.
En su recámara tiene imágenes de los íconos clásicos de un joven como él. El Che y Camilo (Cienfuegos), Zapata y Einstein, el sup Marcos, y su papá. En un cajón todavía guarda una cámara de madera que fabricó en primaria, como regalo del Día del Padre.
Sara, su madre, confiesa que sólo ocupa un lado de la cama. El otro lado es el de Rafael, quien deberá regresar algún día. Tania, su segunda hija, nació cuatro meses después del secuestro. Pavel, estudiante de la UNAM, pasante de matemáticas, recuerda que desde los seis años tiene conciencia de ser hijo de un desaparecido político. También recuerda aquella ocasión en la que durante un paseo escolar por el centro de la ciudad el autobús pasó frente a la Catedral Metropolitana. Se asomó a la ventanilla y en el atrio, en medio de las doñas que cumplían una jornada de huelga de hambre con su eterno reclamo de devolución con vida de los desaparecidos, vio a su mamá y a su abuela, integrantes del Comité Eureka. La lucha, las marchas y plantones, los carteles y el ir y venir de una instancia a otra, buscando siempre a su papá, fueron parte de su niñez y juventud.
Participantes de los grupos de alfabetizadores que desde su escuela -Centro Educativo Freire- recorrían zonas rurales aplicando programas de enseñanza, Pavel y Tania fueron incluidos en 1997 en los Premios Nacionales de la Juventud y acudieron a Los Pinos.
''No lo teníamos planeado, nos salió así, de golpe. Cuando tuvimos a Ernesto Zedillo cerca, mientras todos los demás lo rodeaban pidiéndole becas, dinero para sus escuelas, apoyo para sus familias, me salieron las palabras: señor Presidente, yo soy hijo de un desaparecido. Mi padre, Rafael Ramírez Duarte, fue detenido en el Campo Militar Número Uno en 1977. Se hizo un gran silencio. Zedillo se echó para atrás. Tania me secundó, le dijo que responsabilizamos a todos los presidentes desde ese sexenio en adelante de su desaparición y que exigíamos su entrega. La esposa, Nilda Patricia (Velasco), despistada, empezó a decir que qué barbaridad, que pobrecito. Zedillo balbuceó que esas cosas pasaban antes, pero ahora ya no, etcétera. Prometió investigar. ƑSabes cuál fue la respuesta, pocas semanas después? De una oficina de la PGR nos pidieron que mandáramos su fotografía y copia de la averiguación previa al Programa de Personas Extraviadas, para darle difusión a nivel nacional šveinte años después! šSu foto en el Metro! Eso fue todo''.
A mediados de 1977, los servicios de inteligencia del gobierno habían detectado que en la planta de la Cervecería Modelo del Distrito Federal trabajaban algunos integrantes de la Liga 23 de Septiembre. Los hermanos Juan Manuel y Rafael Ramírez Duarte laboraban ahí. El primero, apodado El Bolchevique, era uno de los hombres de la organización armada más buscados en esa época. En junio de ese año empezaron a golpear su entorno.
Primero fue su hermano Rafael, también militante de la L-23. El 8 de ese mes salió de su casa con 40 mil pesos en la cartera. Se disponía a comprar un coche para su esposa Sara, con quien tenía un hijo de 11 meses. Esperaban un segundo hijo, ya con cinco meses de gestación. Fue interceptado por miembros de la Brigada Blanca en el Periférico, rumbo al sur. Dos días después, en un operativo similar, también son detenidos su medio hermano Aurelio y su primo Víctor Ramírez. Y el día 9, otro comando de hombres armados en vehículos sin placas detienen a otros dos hermanos, Carlos y Guillermo.
El día 10 los agentes allanaron el domicilio de los padres Ramírez Duarte, en Peralvillo, donde permanecía bajo cuidado de sus abuelos el hijo de Juan Manuel y su esposa María de los Angeles Sánchez, que también detentaba un grado militar dentro de la Liga 23 de Septiembre. Allanaron la casa y esperaron la infaltable llamada telefónica de María de los Angeles, que se reportaba cada día para preguntar por su hijo. Amagada por los agentes, la abuela avisó: ''Tu hijo está muy enfermo''. La pareja mordió el anzuelo. Poco después llegaba María de los Angeles y era detenida. En ese momento Juan Manuel logró romper el cerco y huyó. Dos meses después, la prensa de la época reporta la muerte de El Bolchevique en un tiroteo en el mercado de los electricistas, en Azcapotzalco.
Los testimonios de los sobrevivientes de la familia Ramírez Duarte aportan importantes datos sobre los métodos de la lucha antisubversiva de esos años y sobre el funcionamiento de las celdas -que nunca han sido reconocidas por las instancias gubernamentales- en el Campo Militar Número Uno.