SABADO Ť 1Ɔ Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť José Luis Manzo
Luces y sombras del gobierno de Fox
ƑQué es lo que ha parido el gobierno encabezado por Fox, a nueve meses de haber iniciado su administración? ƑUna niña sana y rozagante llamada Transición y apellidada Democrática, o un bebé con malformaciones congénitas cuyo nombre es Lomismo y se apellida Copeteado? Sin duda, hay luces y sombras; han existido acciones y omisiones que deben aplaudirse; y otras, las más, que deben reprobarse. Algunos chispazos así lo ilustran.
Fox ha roto con el ceremonial, con la parafernalia en torno a la figura presidencial. Su hablar campechano, dicharachero, en ocasiones raya en lo frívolo, pero ha favorecido que la gente lo vea como un hombre más, ya no como el "Señor Presidente" cuyas acciones son perfectas.
El 5 de febrero pasado convocó a la nación a formular una nueva Constitución y retomó la agenda para la transición democrática y la reforma del Estado, en términos tales que generó un efecto esperanzador en muchos, entre los que me incluyo. Pero ese intento no ha ido a más; apenas iniciados, se estancaron los trabajos.
Fox no favoreció ni simpatizó con la marcha zapatista; al contrario. Pero ante lo inevitable, no buscó frenarla por la fuerza ni mediante provocaciones. Debe reconocerse que la marcha hubiera sido imposible con el PRI y Zedillo en la cúspide del poder. Tuvo un respeto relativo hacia esa marcha, aunque buscó mediatizarla, cabalgarla políticamente para capitalizarla a su favor y mostrarse ante los medios con más voluntad para solucionar el conflicto de la que en realidad tiene. Envió la ley Cocopa al Congreso, lo que en principio se consideró positivo; pero no defendió esa iniciativa, no trató de convencer a los legisladores de la necesidad de aprobarla sin cambios sustanciales, pues resultaba clave para alcanzar la paz que supuestamente él también deseaba y buscaba; más bien dejó correr las cosas, incluso felicitó a los senadores cuando aprobaron una versión de esa ley que negaba partes esenciales de la versión original. Esta actitud pasiva y tibia contrasta con la beligerencia y enjundia, a veces agresividad, con la que impulsó su iniciativa de reforma fiscal, que también envió al Congreso, y que propone cobrar IVA por curarse, comer y educarse. Estas actitudes contrastantes generan dudas más que razonables sobre sus verdaderas intenciones respecto al conflicto con los zapatistas. Pareciera que Fox tiene interés en pacificar Chiapas, no en alcanzar la verdadera paz en Chiapas; busca mediatizar la resistencia indígena para poder aplicar el Plan Puebla Panamá, utilizando programas que combaten las manifestaciones más hirientes de la pobreza, pero dejando intocadas las causas que le dan origen, causas que no pueden ser erradicadas si las comunidades indígenas son consideradas como objeto de la caridad gubernamental, no como sujetos capaces de conducir su destino.
Resultó un hecho inédito que un secretario de la Defensa Nacional acudiese ante los diputados para responder durante tres horas a los fuertes cuestionamientos que se le formularon respecto al papel del gobierno en torno a la existencia de grupos guerrilleros en México. Nunca se había reconocido oficialmente que la guerrilla germina en la pobreza; pero ha sido desmesurado, cuando no ilegal, el tratamiento policiaco-judicial que se ha dado a los supuestos responsables de explotar petardos en sucursales de Banamex. Estos y otros hechos, aunque positivos en parte, son aislados; no configuran un quehacer gubernamental sólido, que impulse con seriedad y profundidad la transición a la democracia plena del país.
En lo que más le duele a la gente, en lo económico, pareciera que este sábado primero de septiembre estaremos no frente al primer Informe de un gobierno de transición, sino ante el decimotercer Informe de Salinas. Parafraseando a Juan Gabriel, se gobierna con el mismo programa y con la misma gente, aunque el programa ha sido mejorado y el equipo reforzado con los mejores valores empresariales. Fox tiene una fe ciega, desmesurada, en su programa económico.
Indudablemente, existe mayor libertad para la discrepancia pública y abierta, ante la cual el presidente Fox ha mostrado cierta disposición a rectificar en algunos casos. No obstante, es fácil percibir su vena autoritaria. No sin ciertas dificultades, se controla, "aguanta vara" ante la crítica que considera injusta o frente a trabajadores que en actos oficiales le reclaman a voz en cuello su intención de cobrar IVA a medicinas y alimentos o le exigen para "hoy, hoy, hoy" aumentos salariales prometidos. Hasta ahora ha sido capaz de contener esa vena autoritaria la mayor parte de las veces. Quién sabe por cuánto tiempo podrá hacerlo; quién sabe cómo reaccionará si fracasa, que es lo más seguro, su programa económico y no se hacen realidad las esperanzas que alimentó en millones de mexicanos de tener más empleos, mayores ingresos, mejor educación, salud y alimentación; quién sabe cómo responderá cuando el creciente malestar social que ya se observa en el campo se transforme en reclamos cada vez más amplios y organizados que amenacen convertirse en estallidos sociales; quién sabe si para evitarlo será capaz de modificar su programa económico, para ver al país no como una república empresarial, sino como una república federal; para dejar de concebirse a sí mismo como un gobierno de empresarios cuya misión es favorecer los negocios de los grandes empresarios, y pasar a transformarse en un gobierno que trabaje por el bien de todos. Lo cierto es que el 2 de julio de 2000 se abrió la Caja de Pandora mexicana; lo cierto es que la historia la podemos escribir todos, no sólo el Presidente y su equipo. ƑUstedes que opinan, queridos lectores y lectoras?