Arizpe: el Programa Nacional de Cultura, lista de ''buenos proyectos''
Ť Para formular una política en ese rubro ''es necesario comprender la era del conocimiento y la comunicación'' Ť Ahora, dice, toca responder a la sociedad civil y crear espacios de debate
ARTURO JIMENEZ
El Programa Nacional de Cultura anunciado hace unos días por la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Sara Bermúdez, ''es un listado de buenos proyectos pero no suma una política cultural", dijo la antropóloga Lourdes Arizpe, y agregó:
''Para formular una política cultural se necesita una mirada histórica, y una comprensión de las nuevas tendencias a las que nos arrastra la era del conocimiento y de la comunicación."
Arizpe indicó que la relación entre cultura y política requiere ser formulada como la necesidad de garantizar la ''libertad de opción cultural". Es decir, agregó, ''los derechos hacia los pueblos indígenas, en términos de cultura, deben estar inscritos en las libertades de creencia, de creación, de expresión y de libre asociación".
La investigadora expuso lo anterior en su conferencia Políticas culturales y programas gubernamentales, sustentada la tarde del jueves en el Centro de Estudios Teotihuacanos, ubicado en la zona arqueológica de Teotihuacán, estado de México.
Ante el nuevo contexto político y social de México y la urgencia de lograr un consenso en algunas ideas que guíen la formulación de una política cultural, planteó la necesidad de responder a preguntas como: ''En un mundo posposmoderno y de la vanguardia de la vanguardia de la vanguardia sin estructura, ¿cómo se transmite lo que se quiere transmitir? En un mercado hipercapitalista, ¿cómo se apoya a los artistas? ¿En que se convertirá la autoría, la curaduría en un mundo enrollado en cables ópticos?" Y además: ''¿Qué significa 'comunidad cultural' en un mundo de migrantes, bytes y narcotráfico? ¿Es nacional, regional, local, o también étnica o histórica? ¿Cómo se cruzan estas identidades?
''¿Cuáles son las nuevas funciones culturales diferenciadas del Estado, de las empresas, de las organizaciones voluntarias, étnicas, históricas, religiosas? ¿Cómo seguir teniendo una identidad colectiva frente a la mercantilización de las relaciones humanas y de la cultura?"
El reto de la evolución cultural
Luego de indicar que la cultura es ''simbolismo" y un "fluir de significados" que permiten ''tener conciencia de nosotros mismos", Arizpe planteó que, sin embargo, ''se percibe alrededor del mundo el reto de una gran transformación cultural que implica, en muchos casos, la pérdida de pautas culturales". Y ese reto no es sólo de México, agregó.
No es casual, apuntó, que el tema de la cultura se encuentre en las agendas en los ámbitos nacional e internacional. ''Ya sea por su relación con la diversidad cultural y los movimientos étnicos o religiosos extremistas, con el arte y las industrias culturales, con los contenidos de los medios de comunicación masiva, con el capital social o con los bienes de contenido cultural en el comercio internacional."
Pero, advirtió, al pasar del discurso filosófico y científico al político, se tiende a ''reificar" el término de cultura y a ''cosificarla" como si existiera así en la realidad. Y puso al día el concepto:
''La cultura no es un objeto, es un evento creado por la libre decisión de un conjunto de personas de asumir, portar y transmitir ciertas pautas culturales. Si no pensamos en la cultura así, como un acto de libre decisión, negaríamos que tenga valor para la persona que la asume y la convertiríamos en una simple carga inconsciente, en una lápida que aplasta."
También criticó que se asigne a las culturas una naturaleza ''esencialista" y ahistórica, la cual avale una ''tradición" que fortalece los fundamentalismos. Y mencionó los casos de los serbios y los talibanes.
México, arcoiris de culturas
Al abordar el tema de las culturas indígenas, señaló: ''Tendríamos que hablar de personas o grupos que toman la decisión de recibir, asumir, portar y transmitir cierto patrimonio cultural. Pero esa misma libertad de opción cultural se extiende al resto de los mexicanos e incluso a los chicanos".
Esa libertad, agregó, permite también cambiar las definiciones con el paso del tiempo, pero lo que permanece es su derecho a portar esa pautas culturales, cambiarlas o intercambiarlas.
Después de hablar sobre el término de ''desarrollo humano" en relación con la política, la economía y la cultura, Arizpe dijo que esta última aparece en un número creciente de pronunciamientos políticos, pero recordó que la mayoría de los países del llamado Tercer Mundo se opusieron a que la UNESCO continuara con un programa sobre ''derechos culturales".
Tras mencionar el actual proceso de ''autocrítica de los antropólogos", comentó: ''Resulta irónico y altamente significativo que en el momento en que el término de cultura se inserta destacadamente en las agendas políticas en todo el mundo, en la antropología han surgido propuestas para que sea desechado este término para el análisis científico".
Las causas: su utilización para denotar ''jerarquía, homogeneización, aplanamiento de los fenómenos y simplificación". El concepto de cultura de la antropología en el siglo XX, agregó, ''estaba adaptado a un mundo de Estados-nación de vocación monocultural".
Basada en el segundo Informe Mundial de Cultura, en el que participó, Arizpe advirtió que comenzaron por desechar también la metáfora ''mosaico de culturas" para describir al mundo y lo sustituyeron por la de ''río arcoiris".
''La nueva perspectiva de la cultura en México debe incluir esta nueva comprensión de los fenómenos culturales. México no es un mosaico de culturas sino un río arcoiris de culturas", planteó.
Ahora, concluyó, toca responder a la sociedad civil y para ello deben crearse nuevos métodos de comunicación cultural, espacios de debate y mecanismos para lograr un consenso sobre la convivencia en la diversidad cultural.