MIERCOLES Ť 5 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Patacón, resumen de la crisis argentina
El bono, respuesta oficial a la falta de dinero en la Provincia de Buenos Aires
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 4 de septiembre. A pesar de todas las resistencias y su drástico surgimiento, el bono patacón está circulando en la Provincia de Buenos Aires como una respuesta oficial de emergencia a la falta de dinero después de que se cortó todo crédito externo. El mes de prueba ha sido muy difícil para muchos.
La Jornada estuvo en Avellaneda, Lanús y otros lugares, ya que las protestas sobre el funcionamiento real de los patacones, agregado a los descuentos salariales, se ha convertido en un tema de debate entre los vecinos bonaerenses. Angélica D., de Avellaneda, el primer distrito provincial al sur de Buenos Aires, debió abandonar ayer el departamento que alquilaba con su marido y sus hijos porque la casera no acepta el pago en patacones, y sin éstos les queda poco dinero "contante y sonante" para la sobrevivencia cotidiana.
Después de enconadas y masivas resistencias populares, también a escalas legislativa y judicial, la realidad del reciente agosto -que llegó con amenazas ante el peso de descuentos para alcanzar el que todos consideran "utópico" déficit cero- dejó una resignación dolorosa que representa un condimento negativo a la compleja situación social en la Provincia de Buenos Aires, la más grande y poblada del país, donde la pobreza afecta a más de la mitad de sus habitantes.
"A nadie le gusta el patacón y a mí tampoco, pero es la única salida a tamaña emergencia", dijo el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, el justicialista Carlos Ruckauf, que no enfrenta sólo la resistencia al recorte salarial sino también una rebelión contra sus constantes intentos de "mano dura".
En este caso el agua llegó al río y lo desbordó a tal punto que su gobierno debió anular una disposición que ordenaba detener a los niños mendigos y los miles que viven en las calles.
Pero al drama social se agrega ahora el mundo "neblinoso", como lo define Alicia M., de manejarse con los famosos "bonos", mientras que se trabaja fuertemente para que más empresas acepten este papel que resume la crisis. Para Fernando Perline, padre de tres niños que a los 36 años perdió su trabajo como técnico de aviones y cuya esposa es maestra, el patacón es otro implante del "terror económico" y los ha obligado a curiosas reingenierías.
"Nos reunimos con los vecinos, con los mismos con que salimos a protestar inútilmente, y ahora tratamos de resolver los dilemas del patacón. Ha sucedido, curiosamente como en las dictaduras, que muchos deban mudarse apresuradamente de casa porque ya no alcanza para los alquileres o los dueños no aceptan el bono. En algunos supermercados nos aceptan un patacón pero por 85 centavos, en otros por 80 y hay miles de usureros cambiando a los desesperados que tienen que viajar."
Aunque varias empresas de transporte público aceptan los bonos, como "no hay monedas de patacón y sólo con monedas se puede pagar, muchos aprovechan en las calles y cambian a los desesperados a 80 centavos y hasta 70". Pero también profesores que van a uno y otro colegio, ya que nadie puede mantenerse con un solo trabajo, deben comprar entre tres y cinco tarjetas semanales o mensuales para las distintas líneas de autobuses.
Es muy dispar la aceptación del bono. Los pequeños almacenistas de barrio que aún resisten el avance de los súper e hipermercados tratan de aceptar patacones a sus clientes, pero no saben muy bien qué harán con ellos y están aterrados, "pero no hay alternativas". El banco Provincia de Buenos Aires no acepta bonos. Las compañías de servicios sólo cobran con un patacón que esté a nombre del dueño.
"Yo alquilo un departamento con mis hijos, pero como a partir de 700 pesos, además del descuento, me pagan con patacones, el dueño no los acepta. Como es el inquilino el que paga los servicios, si vamos con nuestros bonos a pagar no lo aceptan.
"Los dueños deben pasar a nombre de los inquilinos todos los servicios, y son trámites muy largos y complejos. Esta reingeniería no importa a los economistas, pero para nosotros es otro elemento de agonía", expone gente inconforme.
Resignación dolorosa entre los vecinos para quienes las decisiones que se toman "desde arriba" y sin consultas hacen "cada vez más lejana la democracia y cada vez más difícil" su vida. Todos sienten que están pagando una deuda que en realidad no deben y el tema de la injusticia está en cada casa.
"Nosotros debimos superar los límites que nos impone el pensamiento único y ser audaces; conciliamos las restricciones financieras con el uso de mecanismos que amortigüen su efecto negativo sobre la economía real y la gente, en un contexto marcado por la desmonetización de la economía. Recurrimos a este instrumento de financiamiento alternativo y estamos trabajando para que sea aceptado en todas las transacciones económicas", dijo el ministro del área en la provincia de Buenos Aires, Jorge Sarghini, mientras que el gobernador Ruckauf propone "pataconizar" la economía.
Según él, los contribuyentes de ese lugar pagan mensualmente unos mil millones de pesos (dólares) en impuestos provinciales. "En contraste, la emisión total de patacones será para todo lo que resta de 2001, solamente la masa salarial de un solo mes del año."
El gobierno federal dispuso que la nación también acepte el patacón para pago de impuestos y que sea compatible con el Lecop, las letras provinciales emitidas por la autoridad nacional. En algunos barrios la vida ha cambiado mucho y los terrores navegan entre el miedo a más recortes, si no se recauda lo suficiente -y saben que eso, con más recesión, es muy difícil-, y a que se "pataconice" el país. Algunos optan por un humor amargo y en un patacón falso escriben leyendas como "Patoruzú y la República perdida". Es una referencia nostálgica a una antigua historieta del indio Patoruzú y, como ellos lo dicen, a "la República que fue".