JUEVES Ť 6 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
SUENA RARA LA manera como Vicente Fox tradujo ayer al inglés su famoso "hoy, hoy, hoy". Todavía no acababa el presidente Bush de declararle su enamoramiento político, cuando el mexicano ya estaba tronándole los dedos al anfitrión para que, en menos de cuatro meses, ambos estén firmando un acuerdo migratorio mínimo, que sea base para que, antes de que dejen el poder, ya no haya mexicanos indocumentados en el vecino país.
YA EL TIEMPO dirá si el nuevo "hoy, hoy, hoy" de Fox fue un acto de audacia extrema (y peligrosa) o una concesión de Bush para que repunte la popularidad y la autoestima de su amigo que días antes tan alicaído andaba, sobre todo a la hora de rendir informes (mismos que, por lo visto, le saldrían notablemente mejor si los presentara en Washington).
POR LO PRONTO, conviene tener presentes los riesgos que se correrían en caso de que el desplante del guanajuatense no hubiera sido puntualmente negociado. En ese supuesto, se estaría en presencia de una voracidad por los espacios mediáticos que habría llevado al mexicano a tratar de arrebatar al estadunidense el mérito de una negociación en curso, maniobra ésta nada grata para quien se ha esmerado en darle trato escenográfico preferencial (en espera de cesiones mexicanas muy definidas, sobre todo en materia de suministro de energía y de acciones contra el narcotráfico).
A MILLONES DE mexicanos, en ambos lados de la frontera, conviene desear que la pose retadora del mexicano forme parte de acuerdos políticos de reparto de los créditos de un buen guión de película bilingüe. Joya literaria habría de ser tal libreto, pues contendría las varias representaciones que un mismo actor, el mexicano, habría hecho en muy poco tiempo. Recuérdese que apenas el martes había aparecido un texto en el New York Times en el que el Presidente de México daba forma a una virtual retirada táctica en su batalla por amnistías o regularizaciones migratorias. Lo mismo había sostenido en charla cibernética con suscriptores de Univisión y en declaraciones directas a otros medios de comunicación. En la misma línea desangelada andaba incluso George de los americanos (es decir, el canciller, quien gusta de llamar a los habitantes del país vecino "americanos", tal como ellos, con absoluto sentido discriminatorio, suelen denominarse a sí mismos).
PERO, DE REPENTE, entre fanfarrias, uniformes y fastuosidades (que parecían amargas ante la sensación extendida de que nada importante para el interés mexicano se habría de lograr en esta visita de Estado, que entre más aparatosa parecía más intrascendente) apareció la magia oportuna del goleador mexicano Cuauhtémoc Blan... no, perdón, de Vicente Fox, quien dijo llegada "la hora de dar a los migrantes y a sus comunidades el lugar que les corresponde en la historia de nuestras relaciones bilaterales".
EL MISMO HOMBRE que puso sin derecho la hora adelantada en los relojes de todos los mexicanos, ahora fijaba la hora en el cronógrafo de muñeca de George W. Bush y del Congreso estadunidense pues, "por ello, debemos y podemos llegar a un acuerdo migratorio antes de fin de este mismo año, que nos permita, antes de que terminen nuestros mandatos, que no haya para entonces mexicanos indocumentados en Estados Unidos, y que aquellos mexicanos que ingresen a este gran país lo hagan con papeles".
"DEBEMOS Y PODEMOS", dijo un Vicente al que debe suponerse cuidadosamente asesorado en esos temas por el canciller Castañeda, el consejero de Seguridad Nacional, Adolfo Aguilar Zinser, y tal vez por algunos de sus especiales invitados. Acaso los expertos creyeron necesario acelerar las definiciones no sólo de su anfitrión, sino también de los partidos (demócratas y republicanos) y de los congresistas. Acaso se haya tomado la decisión de convertir al mexicano en el líder de una latente insurrección morena sin visa. Acaso, por desgracia, sólo hubiera sido un arranque emocional, una búsqueda de reposicionamientos, un intento desesperado por ganar, así fuera a destiempo, alguna línea memorable que el colectivo nacional pudiese dar, generosamente, por dicha en el vacuo informe sabatino.
PERO, COMO ES natural, el show, el festlove, continúan. Puro amor del bueno. A tal grado que George (es decir, el presidente estadunidense, no el canciller mexicano) confiesa que la de México es la principal de sus relaciones. Habrá de verse la reacción de las capillitas, que antes eran sinagogas, catedrales o pagodas y que responden a los bellos nombres de Israel, Japón, Alemania y Gran Bretaña. Pero el amor siempre dice la verdad, y en este caso, Bush lo ha hecho: México, la relación más importante de todas (de traspatio a casa principal).
OTROS AMORES SON cobijados por la arquitectura del máximo centro del poder mundial. Comparten techo e itinerario con el presidente Fox los dirigentes de los principales partidos políticos mexicanos. Se busca que Amalia, Dulce María y Luis Felipe lleguen a tejer en sus ratos de ocio (que pueden ser muchos) acuerdos que permitan al Ejecutivo sacar adelante algunos de sus caros proyectos legislativos y un improbable pacto político nacional.
CON AMOROSO TIENTO, mientras tanto, el tierno Guillermo Ortiz desliza la estimación de que la economía nacional apenas crecerá algo así como uno por ciento en el presente año. La anterior ocasión en que se le ocurrió al sudoroso gobernador del Banco de México arriesgar vaticinios que contradecían los sueños presidenciales de 7 por ciento, recibió a cambio una airada respuesta de Fox, quien alegó tener como sustento de su dicho los científicos argumentos de que él, en lo personal, tenía otros pronósticos. Como se ve, el tiempo va dando la razón a los operadores financieros y económicos del salinismo y el zedillismo.
MIENTRAS TANTO, QUE siga el amor vecinal. Amor del bueno entre tacitas de azúcar intercambiadas.
ASTILLAS: Que ya viene Carlos Cabal Peniche, aunque no se ha mencionado si se encargará de la secretaría de finanzas de algún aspirante a presidente nacional del PRI... Carlos Salinas también está en tierra patria, tal vez para darle la bienvenida al tabasqueño (es decir, a Cabal)... No hay por qué darle vuelta: la batalla por el horario de verano la ganó Andrés Manuel López Obrador y la perdió Vicente Fox, y el que la Suprema Corte haya emitido una resolución así es un hecho notable y trascendente... Para efectos propagandísticos suena bien decir que el actual Presidente de la República pisó terreno de la UNAM luego de décadas de que ningún otro lo había hecho. Pero lo cierto es que no es lo mismo ir a un recinto alejado de Ciudad Universitaria, avisando apenas a última hora de la realización de un acto ceremonial cuidado por el Estado Mayor Presidencial, que ir exactamente a CU, geografía ésta que es el verdadero reto... De varios estados de la República reportan a esta columna federalista que en diarios locales aparecen planas dando cuenta del informe de gobierno de Arturo Montiel en el estado de México. El mandatario debe tener tal presupuesto para gastos de imagen que ha decidido repartirlo a lo largo y ancho del país.
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