JUEVES Ť 6 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť Tocó un delicado tema que Washington no desea discutir en público
La propuesta migratoria de Fox sorprendió a Bush y a funcionarios de la Casa Blanca
Ť Es hora de dar a los indocumentados el lugar que les corresponde, les debemos mucho, dice
JIM CASON Y DAVID BROOKS; JUAN MANUEL VENEGAS CORRESPONSALES Y ENVIADO
Washington, 5 de septiembre. El presidente Vicente Fox Quesada sorprendió hoy a su homólogo George W. Bush, al iniciar su visita de Estado con un reto público: concluir un acuerdo este año para legalizar, antes de que concluyan sus mandatos, a más de 3 millones de indocumentados mexicanos; exactamente algo que la Casa Blanca no desea discutir en público.
''Ha llegado la hora de dar a los migrantes y a sus comunidades el lugar que les corresponde en la historia de nuestras relaciones bilaterales'', declaró Fox frente a Bush, durante la ceremonia de bienvenida en la Casa Blanca. ''Ambos países les debemos mucho'', agregó.
Poco después, al término del encuentro privado de los dos mandatarios, el procurador general, John Ashcroft, fue el encargado de explicar a los reporteros que aunque Estados Unidos no apoya lo propuesto por Fox, Bush sí está ansioso de concretar un acuerdo ''lo antes posible.''
Diplomacia de Ashcroft
En conferencia de prensa frente a la oficina Oval, el procurador general habló con diplomacia para no ofender al huésped mexicano con un rechazo tajante a su reto; declaró que el gobierno estadunidense no tiene fecha límite para concluir un acuerdo migratorio, y tampoco hay una decisión de cómo abordar el asunto de la legalización de los indocumentados. ''No puedo pronosticar un tiempo exacto de cuándo, si antes o después (de fin de este año) tendremos un acuerdo final. No voy a comentar sobre lo que he escuchado o no'' en las discusiones privadas, agregó el funcionario.
Pero el presidente Fox no titubeó en presentar públicamente, y ante sus anfitriones, su posición negociadora: ''Debemos y podemos llegar a un acuerdo migratorio antes de fin de este mismo año, que nos permita antes de que terminen nuestros mandatos, que no haya para entonces mexicanos indocumentados en Estados Unidos, y que aquellos mexicanos que ingresen a este gran país lo hagan con papeles.''
Mientras los noticieros de televisión empezaron a trasmitir notas sobre este ''sorpresivo'' reto del mandatario mexicano esta tarde, la asesora de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Condoleezza Rice, declaró a la prensa que su gobierno trabajará ''duramente" para alcanzar un acuerdo lo más pronto posible, pero también evadió todo compromiso de hacerlo antes de fin de año y tampoco se atrevió a apoyar la propuesta de Fox para legalizar a los indocumentados.
''Obviamente, tendremos que hacer algo para abordar lo que es un hecho establecido: que existen trabajadores indocumentados en este país'', dijo, aunque no detalló cómo y cuándo.
Pero una fuente estadunidense cercana a las negociaciones bilaterales informó a La Jornada que la Casa Blanca se quedó ''desconcertada'' con el planteamiento de Fox sobre migración.
Las palabras del mandatario mexicano en la ceremonia oficial de bienvenida en la Casa Blanca tocaron precisamente dos aspectos que han buscado evitar a toda costa sus anfitriones estadunidenses: un compromiso de legalizar a los millones de mexicanos indocumentados en este país, y los tiempos para lograrlo. Las primeras respuestas del gobierno de Bush confirmaron su renuencia a comprometerse con lo expresado por Fox.
Sin embargo, los promotores de una reforma amplia y comprensiva de la política migratoria estadunidense expresaron su satisfacción con la postura de Vicente Fox. ''Creo que fue la decisión correcta'', comentó Demetrios Papademetriou, codirector del Instituto de Políticas Migratorias. Explicó que el gobierno mexicano requiere reafirmar la necesidad, frente a su contraparte estadunidense, de asumir un compromiso conjunto para concluir un acuerdo lo más pronto posible, que incluya una solución para los indocumentados.
La propuesta de Fox intensificó el debate sobre migración tanto en la cúpula política estadunidense como entre la opinión pública y los sectores sociales más preocupados con el tema.
Opositores a un cambio en la política migratoria expresaron nuevamente su rechazo a una ''amnistía'' o cualquier esfuerzo para legalizar a millones de indocumentados, declarando que eso sería premiar a gente que ha violado la ley estadunidense al llegar ''ilegalmente''. Hoy el representante republicano Tom Tancredo advirtió que ''llámese amnistía o legalización calificada, (el proyecto) está muerto: no va a proceder''.
Raúl Yzaguirre, presidente del Consejo Nacional de la Raza, reafirmó que se debe impulsar una legalización de los indocumentados, ya que contribuyen a la prosperidad y cultura de este país, y su trabajo y aporte a la comunidad no deben ser calificados como algo ''criminal''.
También continuó la guerra de las encuestas, con cada lado afirmando que tiene la prueba de que ''una mayoría de estadunidenses'' se opone o favorece la legalización. Y sólo es el inicio de una batalla que se intensificará sobre el destino de millones que viven en las sombras de este país, sin voto, pero no sin voz.
Como si no fuera ya complicado este debate, las frases sobre migración del Presidente mexicano fueron sujetas a la mala interpretación, no por culpa de alguna falta de claridad en el texto, o por como haya sido pronunciado, sino por un error en la traducción oficial al inglés sólo en esa frase clave del discurso.
La intérprete de la Casa Blanca tradujo mal lo expresado por Fox, y la versión impresa oficial quedó manchada con la falla. Así, la versión en inglés tiene a Fox declarando el objetivo de lograr que al término de los mandatos de los dos presidentes no haya mexicanos que hayan ingresado a Estados Unidos de forma ilegal, cuando lo que dijo es que para entonces no exista en este país ningún mexicano indocumentado.
Pero el reto del presidente Fox ya ha obligado al gobierno estadunidense a iniciar lo que será una segunda ronda de debates sobre el tema, lleno de malas interpretaciones, errores de traducción y fuertes presiones políticas de ambos lados de la frontera.