JUEVES Ť 6 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Muerte misteriosa en territorio huichol
Persisten las dudas en torno a la forma como perdió la vida el reportero Philip True en la Sierra Norte de Jalisco
MARIA RIVERA ENVIADA
Bolaños, Jalisco. En San Sebastián Tepenahuaxtlán todo es silencio y miradas esquivas. Desde la muerte de Philip True, periodista del San Antonio Express News, hace casi tres años, esta marginada comunidad wirárrika de la Sierra Norte de Jalisco (de unos mil habitantes) ha estado bajo la mira no sólo de un país que parecía ignorar su existencia, sino de los medios de comunicación y el gobierno estadunidense.
Demasiados teiwairis -mestizos, extranjeros- han pasado por estos rumbos últimamente. Demasiados recuerdos amargos han dejado. Despliegue militar. Torturas. Detención de autoridades tradicionales. No en balde las autoridades y el consejo de ancianos discuten largamente en huichol si es conveniente hablar con periodistas y permitir que se les fotografíe. Qué ganan ellos, preguntan, si siempre han estado olvidados. El polvoriento caserío no tiene luz ni agua potable y está incomunicado. Teóricamente pasa por ahí un vehículo de transporte cada semana, pero a veces ni ese llega. Las cifras del INEGI también les dan la razón: Mezquitic, el municipio al que pertenece San Sebastián, se encuentra entre los de más bajo nivel de bienestar a escala nacional.
El agrietado rostro del gobernador tradicional, Tomás Chino, rompe su hermetismo. "Los gobiernos deben reconocer cuáles son los derechos de los indígenas y cuáles de los mexicanos. Cayeron como les dio la gana, sin respetar a la comunidad, a nuestra cultura, que viene desde los tatarabuelos de nuestros antepasados. Los gobiernos deben resolver este problema para que volvamos a vivir bien entre nosotros", reclama.
Pero el sosiego está lejano. El enigma de la muerte del reportero estadunidense lejos de aclararse se oscurece cada día más. La reciente exoneración de Miguel Cruz y Juan Chivarra, los huicholes acusados de darle muerte, polarizó el debate. El gobierno jalisciense apeló de la sentencia y mantiene, con base en la primera autopsia, que True fue asesinado. La defensa sostiene que la sentencia del juez José Luis Reyes Contreras no deja lugar a dudas: el fallecimiento fue producto de un edema pulmonar provocado al caer en un barranco. En los próximos meses en segunda instancia se revisará si la sentencia estuvo apegada a derecho. Sólo entonces el caso quedará cerrado.
En el juzgado pueblerino de Colotlán, Reyes Contreras sostiene que no hay margen de duda, que el reportero murió por asfixia indirecta producida por el edema pulmonar y, por lo tanto, "no hubo homicidio ni delincuentes". Su versión es que el estadunidense estaba ebrio y había consumido valeriana, una hierba que se potencia con el alcohol. "Eso le provocó la caída que a la postre le causó la muerte. No tengo duda que hice lo justo", asegura.
En sus oficinas de Guadalajara, Mario Rivas Souza, quien supervisó la primera autopsia, muestra una serie de fotografías tomadas el 17 de diciembre de 1998. "Son la defensa de mi integridad profesional", afirma. Una a una va mostrándolas. "En esta se ve el cadáver con el pañuelo amarrado fuertemente, con el nudo por detrás. šQuiubo! Qué mentiroso soy, Ƒverdad? Ahí está el surco en el cuello". Pasa a otra. "Yo les dije que esa persona fue violada pero ahora sostienen que no. Aquí se ve que el cuerpo tenía la trusa abajo y en una sola pierna. Aparte de eso el estudio histopatológico reporta infiltrado hemorrágico, lo que quiere decir que por aquí le introdujeron un objeto". Muestra la siguiente. "Aquí estamos abriendo el cráneo, dijeron que tenía una contusión de cráneo; Ƒtiene acaso alguna contusión en la cabeza? Si hubiera recibido un golpe se vería una hemorragia".
"Yo no me voy a rajar de lo que dije", advierte. Y hay que creerle. Fue quien realizó la autopsia del cardenal Juan Jesús Posadas y sostuvo que los sicarios fueron directamente hacia el prelado.
-Pero muchos han cambiado sus declaraciones.
-Sí, eso llama la atención. Pero yo sólo sé decirle una cosa: a mí no me compra nadie.
Ť Reaviva el debate en Jalisco la exoneración de dos huicholes acusados de asesinato
Enigma sin resolver, la muerte de Philip True
Ť La región donde el reportero estadunidense perdió la vida en 1998, santuario del narco
MARIA RIVERA ENVIADA
Bolaños, Jalisco. Desde el 16 de diciembre de 1998, cuando fue encontrado el cadáver de Philip True cerca del camino a Puente de Camotlán, no han dejado de suceder hechos extraordinarios. El rastro del reportero estadunidense -que realizaba un reportaje sobre la cultura huichola- se había perdido desde el primer día del mes. Su búsqueda provocó un impresionante despliegue policiaco- militar en la región. El número de efectivos movilizados varía según las fuentes: decenas, señalaron periódicos jaliscienses; 2 mil, manejaron algunos nacionales. Incluso agentes de la FBI colaboraron en las pesquisas con el aval del gobierno mexicano.
Los medios estadunidenses también se volcaron en torno al caso. The New York Times, Nesweek, Time, San Antonio Express News, entre otros, enviaron periodistas a la región. Algunos trataron respetuosamente el entorno, pero no faltó quien hiciera una caricatura de las prácticas religiosas huicholas: el peyote sagrado terminó convertido en un alucinógeno de uso corriente.
Desde el comienzo de las pesquisas apareció la variable indígena. Un cónclave de presidentes municipales de la región -Villa Guerrero, Huejuquilla, Bolaños y Mezquiti- dejó ver sus prejuicios. "Es un lugar de extrema pobreza y los indígenas son capaces hasta de matar con tal de conseguir unos pesos para comprar alimentos", declararon al diario Público. La huicholada, como nombra la mayoría de los habitantes de Bolaños a sus vecinos indígenas, quedó bajo la mira.
Las primeras noticias reales surgieron del indígena Margarito Díaz, quien al ir a pescar al río Chapalagona encontró un cadáver. Cuando los soldados fueron a recogerlo se encontraron con la primera sorpresa: había desaparecido. Lo hallaron 50 metros adelante, enterrado, envuelto en un sleeping, dentro de una cueva.
Los restos fueron trasladados a Guadalajara para que le practicaran la autopsia. Ahí comenzó el enredo. La realizada en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, oficio no. 3318 (98), bajo la supervisión de Mario Rivas Souza, concluyó que la muerte de True se debió a asfixia por estrangulamiento indirecto. El cadáver presentaba "un cerco alrededor del cuello producido por un agente constrictor (pañuelo)", múltiples escoriaciones y un amplio desgarre en la región perianal producido por agente contundente. No se había encontrado ningún trauma óseo.
Rivas Souza dijo a la corresponsal del San Antonio Express News que el reportero había sido estrangulado y tirado por una barranca, pero enseguida fue obligado a callar. "Me acaba de llegar una orden desde México de que no dé ninguna información", se disculpó ante otros medios.
La segunda necropsia fue practicada el 19 de diciembre en la ciudad de México por peritos mexicanos de la PGR bajo la observación de una especialista estadunidense. En las conclusiones ?con número de oficio 28874? los forenses sostienen que la muerte se debió a un edema pulmonar agudo, ocasionado en forma directa por una complicación de traumatismo craneoencefálico. También resultó que True estaba bajo el efecto de una intoxicación etílica severa. En este informe se descarta la violación.
Los más sorprendidos fueron Marta True, esposa del reportero, y sus compañeros de trabajo. Prácticamente no bebía, afirmaron. Realizaba ejercicio regularmente y para el viaje a la sierra se había preparado concienzudamente no sólo en el plano físico, sino en el intelectual, consultando especialistas en la cultura huichola. Corresponsales extranjeros que lo conocieron ampliamente desde su llegada a México en 1996 también lo recuerdan como un tipo "buena onda", prácticamente abstemio. Aunque también se supo que tiempo atrás tuvo problemas de alcoholismo pero se sometió a tratamiento.
Días después, el 26, el San Antonio Express News informó que dos huicholes habían reconocido ser los autores del homicidio. Juan Chivarra de la Cruz y Miguel Hernández de la Cruz, de 24 y 25 años, originarios de Amoltita, perteneciente a San Sebastián, en el municipio de Mezquitic, Jalisco, declararon que lo mataron para robarlo y para vengarse por haberlos fotografiado sin su consentimiento. Ahí comenzó otro embrollo similar al de las autopsias. Cambiaron la versión de los hechos en cinco ocasiones. Hasta José de Jesús González, huichol de la localidad de Tuxpan, que dice haberlos auxiliado como traductor -lo que contradice la versión de que no contaron con intérprete- quedó perplejo. "No puedo contar nada, pero de plano no entendí por qué un día decían una cosa y en seguida otra."
Las declaraciones más difundidas de los indígenas señalan que el periodista trató de violar a la esposa de Miguel Hernández, por lo que éste lo ahorcó, mientras Juan sólo habría colaborado en el entierro. Pero más adelante también sostuvieron que lo asesinaron por entrar a un lugar sagrado sin permiso, aunque especialistas consultados indican que en el rumbo no hay ningún sitio que tenga esas características..
Al tiempo empezaron a surgir detalles de los métodos utilizados para lograr las confesiones. Al padre de Juan Chivarra Francisco lo tuvieron sin comer tres días hasta que vomitó sangre. Los detenidos fueron torturados por los "judiciales de verde", que los subieron a un helicóptero amenazando con lanzarlos al vacío si no indicaban el lugar donde estaba enterrado el cuerpo. El entonces gobernador tradicional de San Sebastián, Isidro López Díaz, fue golpeado y torturado con descargas eléctricas. La comunidad permaneció sitiada. Por tal motivo, la Comisión Estatal de Derechos Humanos denunció públicamente (en enero de 1999) que las detenciones fueron ilegales, al ser realizadas por miembros del Ejército, y envió el expediente de la queja a la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Reveladora libreta de notas
En marzo del mismo año, la revista Newsweek publicó el hallazgo del diario del reportero, donde narra la discusión que sostuvo con alguien de nombre Juan días antes de su muerte. En la nota sin fechar True escribió que esa persona le preguntó si tenía permiso de la autoridad de San Sebastián para transitar por el lugar, a lo cual replicó que sólo contaba con autorización de las autoridades de Tuxpan, localidad vecina. "Estamos en San Sebastián y necesitas permiso del gobernador. No puedes venir a tierra huichola sin permiso", le contestaron.
-Si no tomo fotos, ¿puedo pasar? -interrogó el reportero.
-Sí, sígueme a mi rancho.
El cuadernillo había pasado inadvertido para los investigadores, pese a que confirmaba una de las tantas versiones autoinculpatorias de los acusados. Al mes siguiente se dictó formal prisión a los huicholes.
Ante la divergencia de las autopsias, la defensa pidió un tercer peritaje, realizado por el forense Jorge Enrique León Robles, que se inclinó por la segunda versión. Transcurrieron dos años. Surgieron versiones de que la comunidad no había querido interceder por los encarcelados. Juan habría sido expulsado en dos ocasiones de los lugares donde vivió, "porque no era gente de bien", cuentan en la región. Organizaciones no gubernamentales ampliamente reconocidas por apoyar a los grupos indígenas no se involucraron en la defensa. El INI también pareció tomar distancia. Estos silencios hicieron tanto ruido como los dimes y diretes.
Todo dio un vuelco a comienzo de este año, cuando los indígenas aparecieron con defensa de lujo. La versión oficial cuenta que un día, mientras leía un periódico jalisciense, Miguel Gatins, estadunidense de origen francés y colombiano, se conmovió con la historia de los encarcelados. Su padre fue prisionero de guerra, narra el benefactor, y eso lo hace sensible al tema. Además, explica, está en contra de las presiones a las que el gobierno estadunidense somete al mexicano: "como en el caso Camarena". Eso lo habría llevado a ponerse en contacto con la presidenta del Instituto de Filantropía Latinoamericana Clara Mozen, para trabajar en la defensa de los detenidos.
La licenciada Paty se presenta como policía. Fue investigadora ?explica? y se siente orgullosa de su experiencia profesional. ¿Razones para involucrarse? No puede soportar las injusticias ?indica?. Nunca había entrado en contacto con la cultura wirárrika, como tantos jaliscienses, pero ahora se considera toda una experta. "¡Son tan lindos! Pero además Juan tiene una mirada tan profunda..."
-¿Qué significa el nombre de su instituto?
-Ay, es mi nombre, me llamo Clara Patricia Morales Zenteno. Lo propusieron algunos miembros y yo, ¡encantada!
La parte final del proceso corrió por cuenta del bufete jurídico de Arturo Zamora, ex subsecretario de Seguridad. Los servicios se ofrecieron gratuitamente, asegura el litigante, uno de los mejores del estado. Normalmente esa defensa habría costado 300 mil pesos. La investigación realizada por la licenciada Morales para la defensa salió en otro tanto, según datos de Gatins.
El 3 de agosto de este año la defensa cosechó sus frutos. Se dio a conocer la sentencia definitiva del proceso número 01/99; Juan Chivarra y Miguel de la Cruz fueron exonerados. Los indígenas, que años atrás no soportaban que se les fotografiara, ofrecieron ruedas de prensa en Guadalajara y el DF. A los periodistas se les facilitaron contactos con quienes realizaron los peritajes que contribuyeron a la exoneración y con el juez de Colotlán. Del lado acusador sólo hubo pasmo. El procurador Gerardo Octavio Solís Gómez reconoció que se había enterado de la sentencia por los medios. "La decisión del juez me agarró totalmente por sorpresa, el jueves habíamos visitado el juzgado con el fin de saber cuándo se dictaría la sentencia y me informaron que no había fecha. Sin embargo al día siguiente sobrevino el oficio de liberación."
Robert Rivard, director del San Antonio Express News, ofreció su apoyo a la procuraduría y siguió sosteniendo que su ex compañero fue estrangulado con un paliacate "a manera de garrote vil".
El factor narcotráfico
Ajena a las polémicas citadinas, la vida de las comunidades wirárrikas transcurre sin más horizonte que la marginación y las presiones de los invasores de tierras, los taladores y el narcotráfico.
La lucha por mantener a los traficantes a raya es permanente. Los comuneros saben cuánto les ha costado ir recuperando cada palmo de terreno. Lo poco que falta para que concluyan los trámites legales por los que que les restituirán su territorio, la tierra, "nuestra madre".
-Uno les dice a los que quieren entrar en el narco que con las tierras de la comunidad no se metan -explica el dirigente indígena Armando Hernández-, y hasta ahora hemos ganado la batalla. Pero no faltan los que se van tras el dinero.
De los radios de la región surge una música insistentemente: narcocorridos. Grupos como Los Teopas y El Venado Azul narran lo que sucede en su entorno, historias como la de El Tecolote:
Subió pa' la sierra cora / cruzando montes y valles /con su bolsita colgada/ y su cuerno por delante /había visto a los soldados/ a su gente va a avisarles/ conoce muy bien la sierra/ por eso es el vigilante/ le pagan muy buena lana/ toditos los traficantes / le dicen El Tecolote/ su nombre nadie lo sabe.
Llama la atención que las investigaciones parecieron ignorar el lugar donde transcurrieron los hechos, señalan fuentes que piden no ser identificadas. Ese entorno debió tomarse en cuenta, indican. Puente de Camotlán, donde fue encontrado el cadáver de True, se considera "zona caliente" para la gente de la región. "Pocos se atreven a transitar entre los límites de Jalisco y Nayarit, a menos que se encuentren involucrados en el negocio".
En las cañadas hay grandes cultivos de mariguana y amapola, cuentan. "Hace diez años el kilo se vendía a mil pesos, ahora sólo vale 300. Lo que pasa es que todos le entraron", informa un transportista de la región con toda naturalidad. También narra que algunos de sus vecinos se burlan de él "por seguir trabajando como burro".
La hipótesis del narcotráfico fue barajada en 1998 por algunos medios. En una de sus primeras notas el reportero jalisciense Jorge Zamora escribió que vecinos de San Martín de Bolaños decían que el periodista estadunidense tal vez había encontrado algún plantío y al ser descubierto tomando fotos fue victimado por los custodios. Recordaban que "de octubre a diciembre es época de cultivo del enervante y el tráfico en la zona es intenso".
Durante el viaje por la sierra huichola True estaba leyendo A sangre fría, la saga que narra el asesinato de una familia campesina en una remota región de Kansas a manos de Dick Hickock y Perry Smith. Una premonición, acaso. Otro hecho extraordinario en esta historia no apta para escépticos.