JUEVES Ť 13 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

EL FORO

Carlos Bonfil

Pachito Rex

DE LAS CINTAS presentadas en la Muestra de Cine Mexicano en Guadalajara este año, la propuesta más desconcertante fue sin duda Pachito Rex, me voy pero no del todo. No sólo por su título caprichoso, sino por la modestia de sus recursos, su vocación de cine experimental, producto directo de una escuela de cine, el CCC, su apuesta por el video digital y, para no poca gente (chovinismo obliga), por la nacionalidad de su joven realizador, Fabián Hoffman, argentino radicado en México desde hace pocos años. Otro motivo de perplejidad fue su tema político, resueltamente alegórico: el retrato fársico de Pachito Rex, político megalómano y autoritario, remedo pintoresco de cualquier caudillo populista latinoamericano.

DESPUES DE LA controversia desatada por La ley de Herodes, de Luis Estrada, de los vanos intentos de censura oficial y de su éxito en taquilla, era necesario plantearse, mínimamente, hasta qué punto el cine político en México podía aún permitirse la alegoría y el mensaje cifrado, las vaguedades y evasivas (estilo ''cualquier parecido con la realidad política es pura coincidencia''), sin sufrir las consecuencias en la taquilla. Muy al margen de sus cualidades formales, la cinta de Estrada marcó una ruptura con los tabúes dominantes sobre lo que se podía nombrar en el cine político, y al mismo tiempo fue un cuestionamiento directo y eficaz de la corrupción y del desprecio a la democracia en nuestro país, con siglas políticas al calce.

INTENTAR VOLVER AL terreno de la alegoría, así fuese con la novedad digital de por medio, era arriesgarse a retornar al cine comercial político de los años setenta, a la caricatura inofensiva de Calzonzin inspector o de Las fuerzas vivas. Eso a menos de arriesgarse todavía más y realizar, con ayuda del video digital precisamente, una crítica social más elaborada. La cinta de Hoffman elige el artificio casi teatral, la farsa escénica en decorados virtuales, un recurso cada día más en boga en el cine independiente a nivel mundial. Desafortunadamente, Pachito Rex no presenta en su guión una propuesta acorde con sus intenciones de modernidad expresiva. El personaje de Pachito (interpretado por José Zárate) habría sido más atractivo y vigoroso sin el lastre de comicidad burda que le impone el guión. Con una historia poco sustanciosa y alegorías demasiado obvias, y sin la posibilidad de dar mejor cauce a actuaciones tan aprovechables como las de Ana Ofelia Murguía, Ernesto Gómez Cruz o Damián Alcázar, la película se concentra en elaborar una expresión artística diferente, en recrear una ciudad futurista y fantasmal como marco ideal para el thriller político que nunca llega a cuajar del todo. En la ciudad virtual que propone Hoffman hacen falta personajes con mayor densidad y complejidad dramática, capaces de animar una farsa política realmente significativa.

PACHITO REX SUGIERE a final de cuentas el cruce, posiblemente virtual, de alguna vieja comedia política mexicana con la curiosidad y entusiasmo de un realizador que, se espera, sabrá encontrar mejores sustentos narrativos para su próxima aventura fílmica.