ASTILLERO
Julio Hernández López
SI EL PRESIDENTE Fox fuese congruente con sus sentimientos, debería cancelar la ceremonia del Grito de Independencia programada para este sábado en el Zócalo de la ciudad de México (o, cuando menos, agregar al final, en las arengas, un ¡viva Estados Unidos! de consolación).
NO ES ARBITRARIO o injusto el anterior enunciado: primero, en un arrebato que podría ser entendido -no justificado- a la luz de la inmediatez de los atentados terroristas habidos en Estados Unidos, decidió que se cancelaran las fiestas patrias programadas para celebrarse en los consulados y la embajada de México en aquella nación. Pero no quedó allí la imposición de ese luto extremo: la supresión de los jolgorios independentistas mexicanos se extendió por el mundo entero, a causa de los muertos estadunidenses pero, también, se ha explicado, por "los compatriotas" allí caídos. Ayer mismo llegaron a la dirección electrónica de esta columna correos de mexicanos residentes en Canadá, España y Dinamarca, informando y protestando por las cancelaciones de los respectivos Gritos.
NO SERIA POLITICAMENTE posible, sin embargo, para el presidente Fox, dar ese paso adelante en materia de congruencia sentimental. Por ello habrá de tañer la campana de Dolores en la capital de su patria, aunque haya ordenado que en las oficinas diplomáticas bajo su mando no se den tales muestras de felicidad. Es decir, hará en casa lo que en el extranjero ha prohibido. El luto por los mexicanos muertos en Estados Unidos sólo será guardado rigurosamente en el extranjero, pero no donde vive el núcleo mayoritario de esa nacionalidad dañada.
EL MEXICANO NO es, sin embargo, el único poderoso en aprietos. El propio ejecutivo estadunidense, George W. Bush, ha vivido circunstancias de apuro que han hecho a los mexicanos recordar a algunos de quienes fueron sus presidentes. En el primer tramo se pareció al Miguel de la Madrid timorato y apanicado ante el terremoto de 1985 en la ciudad de México. Mientras la nación más poderosa de la Tierra se sumía en la confusión, el miedo y el dolor, el presidente Bush se escondía en bases militares y navegaba a bordo del mítico Air Force One, la nave presidencial presuntamente inalcanzable para aviones mucho más veloces y peligrosos que uno comercial (así fuera tripulado por pilotos suicidas). Sus apariciones ante la televisión le mostraron como un mandatario lleno de pesar y falto de rumbo, destacable solamente el acento en la amenaza de capturar y castigar a los terroristas y sus protectores.
AYER MISMO, AL llorar ante los medios por la desgracia nacional sufrida, el presidente Bush se permitió licencias que corresponden al ámbito privado y que, cuando se manifiestan en público, corren el riesgo de las malas interpretaciones o las suposiciones quisquillosas. En circunstancias muy diferentes, pero en México hubo un presidente que también añadió lágrimas a sus palabras, y el juicio de la historia no encontró congruencia ni legitimidad en aquella soltura sentimental líquida.
MUY CONGRUENTE, EN cambio, ha sido el canciller mexicano, Jorge Castañeda. Acusado con frecuencia de arrogante, ahora ha dado sustento pleno a sus críticos. Resulta que, en un lance declarativo muy arriesgado, dijo el pasado miércoles que "Estados Unidos, obviamente, va a buscar represalias, y tiene toda la razón y todo el derecho de hacerlo". Se equivoca gravemente el doctor Castañeda: ninguna nación tiene el derecho auténtico y legítimo de ejercer represalias por la sencilla razón de que éstas consisten, según la Real Academia Española, en un "derecho que se arrogan los enemigos para causarse recíprocamente igual o mayor daño del que han recibido". Y, de acuerdo con esa misma fuente, arrogar quiere decir "atribuirse, apropiarse". De ese mismo verbo, arrogar, proviene la voz arrogante, aunque su uso más frecuente (y no sólo en Tlatelolco) se refiere al carácter "altanero, soberbio".
OTRO PUNTO DE la notable declaración del canciller (quien ayer tuvo esgrima con los espadachines de armas romas llamados senadores) fue en el sentido de que "no es el momento de regatear apoyos" a Estados Unidos en su búsqueda de "venganza". Aun cuando es evidente que usó el término en sentido figurado, no deja de ser inadecuado el manejo de un término comercial que se refiere a la discusión entre comprador y vendedor a propósito del precio de una cosa.
AUN ASI, ESTA claro que no se está regateando ningún apoyo a la venganza estadunidense. Para no ir tan lejos, ayer mismo había un oficial de la DEA, según reportaba por teléfono un corresponsal a Joaquín López Dóriga en su programa radiofónico de noticias, que interrogaba a mexicanos y extranjeros en Cozumel a propósito de un accidente aéreo en el que murieron varios estadunidenses. Es explicable que los investigadores vecinos están atentos a lo que suceda en México, pues la frontera común sería el camino natural de huida que podrían intentar los involucrados en el atentado terrorista del martes, ante el cierre de las operaciones aéreas en aquella nación. Ayer el general Rafael Macedo de la Concha informaba de las operaciones de búsqueda de sospechosos de participar en los tristemente famosos atentados. Sería deseable, desde luego, que esas indagaciones quedaran sólo a cargo de las fuerzas policiacas y militares mexicanas pero, desde luego, no es tiempo de regatear esas minucias.
CONVIENE CERRAR LA columna de este día con una consideración puntual. Los atentados del pasado martes son totalmente reprobables. Las agresiones cometidas por el imperio estadunidense en distintos momentos y circunstancias no justifican de ninguna manera acciones de terrorismo como las que el martes mencionado mataron a miles de personas, la inmensa mayoría sin culpa alguna de las injusticias que podrían invocar como causal quienes secuestraron aviones y los estrellaron contra las torres gemelas y el Pentágono.
LA CONSTERNACION POR tales muertes, y el rechazo a esos crímenes, no puede ni debe significar, sin embargo, el abatimiento del sentido crítico, del escepticismo y la curiosidad que son naturales en un espacio periodístico como éste. Por el contrario, es necesario saber la verdad de lo que pasó, y señalar las incongruencias, las omisiones y los errores que se vayan detectando. De ser cierto que a partir del martes negro estadunidense se está construyendo el nuevo esquema económico y político mundial, y dado que estamos en el umbral de la primera guerra del siglo xxi, según ha dicho Bush, lo mejor que se puede hacer es mantener la mirada y los sentidos alertas, y denunciar oportunamente (aunque de poco sirva) las desviaciones, las intolerancias, los ocultamientos y las deformaciones que se vayan encontrando. De cualquier manera, resultan muy aleccionadoras las cartas internéticas recibidas en este Astillero en las que se regaña e incluso insulta a este tecleador por sus comentarios que a más de uno parecen fuera de tono y hasta demenciales.
POR LO PRONTO, en la patria o en el extranjero, con ceremonia oficial o en casa o en la calle, ¡felices fiestas patrias!, y aquí nos encontraremos el próximo lunes.
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