VIERNES Ť 14 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Por lo menos 4 mil 700 en listas de desaparecidos

Llanto en las calles de NY

Ť Entre lo más difícil: cómo explicar a los niños qué pasó

Ť El temor ya no se refiere a ser asaltado, sino a otro ataque

DAVID BROOKS Y JIM CASON CORRESPONSALES

Nueva York y Washington, 13 de septiembre. En la plaza Union Square, entre la calle 14 y la 17, cientos de personas han comenzado a colocar flores, fotos y escritos por los desaparecidos. En los postes de la ciudad hay retratos y descripciones de los familiares perdidos y solicitudes de comunicación a cualquiera que pueda saber de ellos.

Hermanos que buscan a hermanos, padres a hijos, hijos a padres; hablan por radio, por televisión, buscan en los hospitales y en las morgues.

Lo más difícil: Ƒcómo explicarles a los niños qué sucedió? Lágrimas corren por las calles de Nueva York.

Lágrimas de luto y de júbilo. Llanto por los miles de muertos que se prevé hallar (apenas han encontrado menos de 100 cadáveres, y tienen lista de por lo menos 4 mil 700 desaparecidos en las dos torres). Gritos de celebración al encontrar dos, tres, cinco sobrevivientes esta tarde, después de estar enterrados durante dos días.

La ciudad huele a incendio eléctrico, huele a contaminación de un desastre que aún no concluye -por lo menos otros 12 edificios tienen daños, dos de ellos con peligro inminente de derrumbe- huele a tristeza interrumpida de vez en cuando con un milagro, o con la esperanza de uno.

Dos días después del ataque reabrieron las escuelas públicas, con excepción de la zona cerrada al tránsito desde la calle 14 a la punta sur de la isla. La pregunta es Ƒcómo explicar esto a los niños? En la primaria pública PS321, en Brooklyn, regresaron los niños a las aulas y los padres se reúnen con los directores y un equipo de trabajadoras sociales y sicólogas.

"Cuidado con qué palabras se usan frente a los niños", aconseja una, "por ejemplo, decir que hay mucha gente 'desaparecida' es una imagen muy aterradora para un niño de 6 años". Aconsejan limitar lo más posible exponer a los menores a las imágenes de televisión. "Algunos que ven repetida la imagen de cómo caen las torres no necesariamente entienden que es una imagen repetida, sino que se siguen cayendo más y más edificios", dice otra.

Algunos padres preguntan lo que deben responder cuando sus hijos quieren saber "por qué" y "quién intentaría hacernos esto". Las respuestas de los especialistas no logran satisfacer a la gente. Es unaterrorist_attacks_5bf escena que se repite en cientos de escuelas por toda la ciudad. El padre de un alumno no está presente. Trabajaba en el piso 100 de la Torre del World Trade Center, y desde el martes esperan su regreso.

Mientras tanto, el infierno debajo de las dos torres que presumían llegar hasta el cielo sigue emitiendo nubes de humo negro y blanco, con incendios debajo de los escombros, y con más edificios que están por decidir si se caen o no. El metro fue suspendido en toda la zona sur de Manhattan, por temor de que las vibraciones de los trenes pudieran provocar más derrumbes.

La del miércoles fue una noche frustrante para los miles dedicados al rescate. Pero hubo un milagro: se encontró a un policía que había estado en el piso 81 de una de las torres y que logró sobrevivir al derrumbe, para caer en un pequeño espacio de aire, y fue rescatado después de horas de intentos. De pronto una mano sale de los escombros, y otro policía es rescatado. Otros dos sobrevivientes son hallados en la madrugada. Y después, nada.

Perdiendo esperanza, bomberos, carpinteros, trabajadores de la construcción, y equipos especializados continúan trabajando sin resultado, hasta esta tarde cuando hay otro milagro: encuentran y rescatan a dos bomberos, lo cual provoca ovaciones, silbidos y más lágrimas.

Hay informes de que se escuchan sonidos de lo que pudieran ser más sobrevivientes, y la lucha contra la desesperación continua. Una fila de camiones refrigerados llega a la zona, y las "bolsas de cuerpos" con cadáveres (82 hasta esta mañana) empiezan a ser transportadas a las morgues.

"Esto es el infierno, jamás he visto algo así", dice un exhausto bombero que se enteró de que dos o más de sus amigos han muerto. "Pero todos somos hermanos, y por eso tenemos que mantenernos unidos", dice antes de regresar al foso, como ahora llaman el lugar donde estaban las Torres Gemelas.

Lejos de la normalidad

Durante toda la noche del miércoles y el día hoy, las secciones clausuradas de la ciudad siguen comprobando a los neoyorquinos que todo sigue lejos de lo "normal" en esta ciudad donde lo normal es bastante loco. Mucha gente usaba mascarillas o pañuelos sobre boca y nariz, protegiéndose del acre olor que proviene desde el sur de Manhattan. Las autoridades advierten que hay gran cantidad de asbesto -elemento cancerígeno- alrededor de la zona de desastre, pero que no han encontrado mayor contaminación en el aire y el agua del resto de la ciudad.

Por si acaso, el Centro de Control de Enfermedades la agencia federal de salud pública, llego a esta urbe para realizar pruebas.

La Bolsa de Nueva York y el Nasdaq siguen cerrados, y al parecer no abrirán antes del lunes. El corazón de esta capital del mundo financiero sigue sin palpitar. Tropas de la Guardia Nacional patrullan Wall Street y el resto de esa zona (Wall Street, la calle, está a una cuadra del desastre).

La ciudad sigue en la máxima alerta declarada por la policía de Nueva York, denominada Condición Omega. Por esta decisión, todo el sector sur de Manhattan es considerado "escena de crimen", por lo que el tránsito vehicular y peatonal está prohibido. Sólo pueden transitar por allí los servicios de emergencia y seguridad pública. Cualquier movimiento al sur de la calle 14, incluyendo la colonia donde está ubicada la oficina de La Jornada, está restringido, lo que afecta a 292 mil habitantes de la zona.

Los famosos antros de música del Village están cerrados, y sólo han abiertos algunos restaurantes y tiendas de alimentos, entre ellas una en Broadway que ofrece comida y bebidas gratis a bomberos, policías, doctores y enfermeras.

Aviones militares circulan por el espacio aéreo de Nueva York, y los buques de guerra están cerca.

Niños que vieron las imágenes del desastre se quejan de pesadillas. La sensación de inseguridad ya no proviene del temor de ser asaltado en la calle, sino de ataques realizados por fuerzas sin rostro o nombre. De pronto, la ciudad más arrogante del mundo se siente vulnerable y herida.

Los políticos y líderes cívicos convocan a la gente a regresar a la "normalidad". Lo normal, por el momento, es un concepto absurdo.