De Aceves a Sarquiz
Con añejo e insuperable resentimiento de la bandera -véase su declaración de bajeza moral, mezquindad pecuniaria y piojería intelectual-, Oscar Sarquiz no puede desvirtuar las pruebas que presenté en La Jornada de la autenticidad de la entrevista con la Encuerada de Avándaro, publicada por Piedra Rodante en enero de 1972. En lugar de esto, pretende exhibirme como un "arribista" y un "transa", cuando en realidad he vivido desde entonces casi en la miseria, dedicado a la investigación y el estudio de la obra de Carl Gustav Jung y sus discípulos, así como de los llamados cronistas de Indias. Producto de esta labor son ya cuatro libros míos, cuyas aportaciones en torno del problema de la identidad nacional y divulgación de la sicología jungiana están siendo reconocidas: Alquimia y mito del mexicano, Antilaberinto, Canasta de temas mexicanos y jungianos e Historia occidental del I Ching y otros ensayos, editados recientemente por Grijalbo en un solo volumen. No soy, pues, un sicoterapeuta individual, sino colectivo; la publicación de mi obra rebasa los diez mil ejemplares. Sarquiz, en cambio, es un chismoso berreador.
No menciona, por ejemplo, que a falta de recursos, los colaboradores de la Piedra podían cobrar en especie por discos importados de Yoko a la mitad de su precio. Así Sarquiz, que vivía de la mendicidad en las disqueras, pudo ampliar sus horizontes al escuchar y reseñar la música de grandes autores, que de otro modo no habría conocido nunca. Huelga decir que casi todos los escritores preferían esta forma de pago que en metálico, gracias a los intercambios con Yoko de publicidad por discos. Oscar tampoco reconoce que ese descuento de 50 por ciento -que hacia tan atractiva la posesión de los acetatos- incidía sobre la ya de por si menguada situación financiera de la Piedra.
Con sus propias palabras, Sarquiz se revela aquí como un reaccionario que abomina del movimiento de la onda, de Santa Pasadena de Avándaro -como llamó Parménides García Saldaña a la Encuerada- y de Piedra Rodante, no obstante que en su currículum aparece en primer lugar su colaboración en esta última y que la utiliza para conseguir chamba de ejecutivo musical. ¿Cuánto tiempo más de vida le queda a este mediocre y rastacuero farsante, plúmbeo redactor, sin ideas ni cosa alguna? El tiempito lo dirá.
Nadie le perdonará su vergonzosa omisión de Jesús Luis Benitez el Búker como autor de la entrevista a la encueratriz de Monterrey.
MANUEL ACEVES
DIRECTOR/EDITOR DE PIEDRA RODANTE