SABADO Ť 15 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
ISLA CANELA
Jaime Avilés
Castañeda, canciller de venganzas
1. LA BRAVATA CONTRA CHINA
Si algo debe preocuparnos a los mexicanos en el contexto de la nueva coyuntura internacional, y si algo debemos empeñarnos en rectificar en lo inmediato, es la política exterior que el presidente Vicente Fox está desarrollando con el diseño y la conducción de su canciller Jorge G. Castañeda. Una semana antes del ataque en contra de las torres gemelas y del Pentágono, en una reunión de alto nivel en Washington, Castañeda hizo una declaración desafortunada para las relaciones del país.
"La potencia económica de China amenaza a todo el mundo en su capacidad de competir comercialmente, y Estados Unidos nos necesita como aliados para enfrentarla", dijo. Con esas palabras gratuitas e imprudentes, el gobierno de México ha asumido una actitud hostil frente al gigante asiático en el más inoportuno de los momentos.
En abril de 1999, durante la guerra de la OTAN contra Serbia, Estados Unidos destruyó la embajada china en Belgrado, en una acción que fue presentada como un "error", debido al uso de un antiguo mapa de la ciudad, suministrado al Pentágono por un "negligente" colaborador de la CIA. Investigaciones posteriores confirmaron que el ataque fue ejecutado con exactitud, toda vez que los misiles lanzados por los F-15 y F16 de la fuerza aérea estadunidense fueron disparados desde tres flancos al mismo tiempo.
En un artículo memorable, publicado en aquel entonces, Guillermo Almeyra dio a conocer los planes que desde hace años auspicia la Casa Blanca en preparación de una guerra contra China. A principios de este año, la captura de un avión espía de Estados Unidos en territorio chino ratificó la tensión militar latente que mantienen ambos colosos, y que podría incrementarse en un futuro próximo con riesgos para México, debido a la ambición sin límites de Castañeda.
En 1993, Castañeda proclamó el fin de las guerrillas latinoamericanas en un libro al que llamó La utopía desarmada. Meses después se levantaron en armas los zapatistas. Ahora acaba de embarcar a México en una política inadmisible contra China, y lo ha hecho, con el mal tino que lo caracteriza, cuando faltaban sólo unos días para que el secuestro de cuatro aviones comerciales derrumbara el mito de la seguridad nacional del país más poderoso de la Tierra, al cual, gracias a "nuestro" canciller, nos hemos aliado en contra de la única potencia que puede y quiere arrebatarle esa hegemonía.
2. ƑADIOS AL EJERCITO MEXICANO?
Mientras las torres gemelas se venían abajo y un ala del Pentágono ardía envuelta en llamas, el martes por la mañana Castañeda se comunicó por teléfono al Canal 2 de Televisa para informarle al país que estaba en la ciudad de Lima y que hacía unos minutos había dado, "a nombre del pueblo de México (?), un abrazo fuerte, apretado" al general Colin Powell, secretario de Estado del presidente Bush, para expresarle la solidaridad de nuestro país con el gobierno de Estados Unidos y con las víctimas.
En su afán por adherirse momentáneamente al cuerpo del militar que en 1991 dirigió la matanza del Golfo Pérsico, Castañeda refrendó algo que ahora ha dejado de ser una sospecha para convertirse en una evidencia: su máxima aspiración como secretario de Relaciones Exteriores no es la de servir al presidente Fox y mucho menos defender los intereses de México en el extranjero, sino convertirse en el hombre clave de Estados Unidos no sólo en nuestro país sino en toda la América Latina.
Ya nos lo había insinuado la semana anterior durante la visita de Fox a Washington. En aquella oportunidad, siguiendo las pautas de un guión escrito por la Casa Blanca y adaptado a las necesidades de la dramaturgia mexicana por Castañeda, Fox anunció que, en menos de dos meses, México abandonará el acuerdo de Río y renunciará a los principios políticos y económicos del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que nunca suscribió en todos sus términos, porque con la orientación de la doctrina Estrada jamás hizo suyos los aspectos militares del pacto.
En cambio, agregó Fox, México apoyará la iniciativa estadunidense de crear una fuerza militar hemisférica, lo que en pocas palabras significará la disolución de los ejércitos nacionales de Latinoamérica para dar paso a una organización castrense multinacional, dirigida y coordinada por el Pentágono.
Si este proyecto avanza -y a él apuesta Castañeda todas sus cartas-, México sería invadido en forma incruenta por tropas de Estados Unidos, Argentina, Chile, Brasil... y soldados de diversas nacionalidades, bajo el mando simbólico de generales mexicanos, patrullarían las cañadas de Chiapas y vigilarían la construcción de la carretera transítsmica entre Salina Cruz y Coatzacoalcos, para acelerar el paso de mercancías entre Asia y Europa a través de "nuestro" territorio.
3. TLATELOLCO EN MEDIO ORIENTE
Al día siguiente de la mayor acción terrorista de todos los tiempos, de nuevo en México procedente de Lima, Castañeda formuló una declaración de banqueta al salir de Los Pinos, en la que habló como un indignado militante del Likud, el partido ultraderechista de Israel, y no como el jefe de la diplomacia de un país que tradicionalmente se ha manifestado a favor de la paz y el respeto entre las naciones.
"Estados Unidos, obviamente, va a buscar represalias, y tiene toda la razón y todo el derecho de hacerlo. En cuanto hayan detectado a los autores de estos atentados deplorables, ejercerán venganza y no habrá que regatearles apoyo; he insistido mucho en ello: no es el momento de regatear apoyos".
Si el ataque a las torres gemelas y al Pentágono fue -como lo demostró Adolfo Gilly- producto de la injusta situación que priva en el mundo bajo la dictadura sin rostro de "los mercados"; si miles de personas murieron allí de la manera más injusta, la diplomacia mexicana no puede ni debe, por ningún pretexto, apoyar una respuesta militar que será igualmente injusta, además de monstruosa e inútil.
México debe asumir el papel que le corresponde y exhortar -desde la dignidad que le da su propia historia de invasiones extranjeras superadas- a que los culpables de la carnicería del martes sean castigados en forma institucional, con los instrumentos que la civilización tiene a su alcance para impedir el triunfo de la barbarie.
Al presidente Fox le toca rechazar la iracundia retórica de su canciller, quien ansioso de quedar bien con Washington ahora aplaude con tremendismo la irracionalidad imperante en los conflictos del Medio Oriente, y pronuncia la palabra maldita, "venganza", involucrando con ella, y con su trágico significado, al país entero. Una vez más.
Si la semana pasada lanzó una bravata irresponsable y gratuita contra China, ahora ha colocado a México, a ciegas, sin temerla ni deberla, en una posición hostil contra los grupos fundamentalistas del mundo árabe, que en nada nos fortalece en el contexto internacional, pero dada nuestra condición de traspatio del imperio, nos hace más vulnerables. Lo más chocante de todo es que el país deba contraer tales riesgos, en momentos críticos como este, sólo porque Jorge G. Castañeda desea ser presidente de la República con el apoyo absoluto de Estados Unidos.
4. UNANIMIDAD EN CONTRA
La comparecencia de Castañeda la mañana del jueves ante el Senado de la República puso de relieve algunos datos importantes. El PRI, el PRD y el PVEM rechazaron, como era de esperarse, la actuación del canciller. Nada ha logrado en la construcción de un acuerdo sobre flujos migratorios, excepto que, para discutir el tema durante el encuentro de Fox y Bush en Washington, Estados Unidos puso como condición, y México aceptó con gusto, la definición de una agenda secreta sobre el petróleo. La priísta Silvia Hernández hizo hincapié en ello y su interlocutor no consiguió desmentirla.
Pero si la crítica de los partidos "opositores" resultó previsible, no lo fue, en cambio, la andanada de críticas que horas más tarde Castañeda recibió en múltiples programas de radio, en los que algunos llamados líderes de opinión censuraron la más desafortunada de sus expresiones: aquella de que "pensamos alinearnos lo más posible con las decisiones que se tomen en el Consejo de Seguridad de la ONU" para castigar a los responsables de los ataques del martes contra las torres gemelas y el Pentágono.
Con la reprobación de los partidos políticos a los que Fox necesita para alcanzar un acuerdo en materia de reformas fiscales, con la animadversión explícita de la prensa, a la que ha maltratado con su altanería desde antes de su llegada al poder, Castañeda enfrentará, muy pronto, el malestar de las fuerzas armadas que no deben ver con buenos ojos las intenciones belicistas del canciller, merced a lo cual soldados mexicanos tendrían que pelear en guerras extranjeras gracias al "nuevo espíritu de cooperación", ni mucho menos la disolución del Ejército Mexicano para favorecer la integración de una fuerza militar hemisférica.
Jorge G. Castañeda se está convirtiendo, para decirlo de una vez, en un peligro para la seguridad nacional de México. Fox tiene la obligación de marcarle el alto.
5. ƑVIVA ITURBIDE?
Durante la sesión del jueves en la Cámara de Diputados, Augusto Gómez Villanueva propuso que se le entregue a Fox el texto oficial que deberá leer esta noche durante la ceremonia ritual del Grito de Independencia. De lo que se trata, dijo el viejo legislador del PRI, es de evitar que el Presidente siga la tradición panista de pedir: "šviva Iturbide!", como los panistas suelen hacerlo año tras año en la muy particular fiesta patria que celebran en la glorieta del Angel. Un poco en broma, un poco en serio, Martí Batres, coordinador de la bancada del PRD, sugirió que alguien tome medidas para impedir que, por consejo de Castañeda, Fox solicite un ''šviva!'' para George W. Bush, el héroe del momento en Tlatelolco.