SABADO Ť 15 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
Ť Analiza en su libro el arte de la región en el periodo 1900-1980
Traba: ningún ismo para AL en el siglo XX
MONICA MATEOS-VEGA
El Banco Interamericano de Desarrollo cuenta en su catálogo editorial con el libro escrito por la crítica de arte Marta Traba, Arte de América Latina: 1900-1980, que publicó en 1994, en ''un momento de oportunidad innegable, cuando en las altas esferas de decisión se afianza el convencimiento de que los lazos entre desarrollo y cultura no conforman una mera ecuación sino una verdad insoslayable", escribió en la presentación del volumen Enrique V. Iglesias, presidente del BID.
Agrega el texto introductorio que Arte... ''sintetiza una visión continental del fenómeno artístico, llegando aun a revisar posiciones anteriores de la autora que la habían llevado a protagonizar encendidas controversias".
Traba afirma que en el siglo XX América Latina no creó ningún ''ismo" original y que ''el muralismo mexicano, pese a su energía y novedad, no transformó el lenguaje de las artes plásticas como sí lo hicieron el expresionismo abstracto estadunidense, el informalismo español, el pop inglés, el 'arte pobre' italiano y el arte conceptual alemán.
''Sin embargo, su invariable propósito de articularse con su comunidad mediante mensajes visuales cargados de sentido lo ha convertido progresivamente en un 'banco de imágenes' que implica una reserva real para nosotros y potencial para el resto del mundo. ''El muralismo fue, voluntaria y doctrinariamente, un producto adscrito a la Revolución Mexicana. Su adopción por artistas de otros países donde no se daban las mismas circunstancias muchas veces resultó infortunada y artificial".
Lograr una imagen propia
Traba reconoció que ver en su conjunto el arte moderno latinoamericano, ''cuando uno sabe que procede de más de 20 países con tradiciones, culturas y lenguas distintas, siempre ha sido una dificultad casi insalvable al intentar escribir su historia".
No obstante, añadió, una obra tal es indispensable ''para situar el arte continental dentro del siglo, no como mero apéndice de las culturas fuertes (particularmente la europea y la estadunidense), sino como trabajo conjunto que dé imagen propia a una comunidad cuyo mayor empeño, desde fines del siglo XIX, ha sido definir lo peculiar de su cultura".
El libro también aborda ''el espacio cultural que entre 1920 y 1950 ocuparon en el continente las actitudes de vanguardia" plasmadas en la obra de artistas como Roberto Matta, Carlos Mérida, Joaquín Torres-García,
Emilio Pettoruti, Frida Kahlo y Rufino Tamayo, entre otros.
Es a partir de 1950 cuando ''una verdadera masa coral sustituye esas visiones particulares". Ahí ubica la autora a los pintores Alejandro Obregón, Sara Grillo, Manuel Felguérez, María Luisa Pacheco, Enrique Tábara y Gunther Gerzso.
Finalmente, analiza a los autores de la vanguardia que ubica entre 1960 y 1980, entre ellos José Luis Cuevas, María Bonomi, Luis Fernando Benedit, Félix
Angel y Luis Caballero.