LUNES Ť 17 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Jenaro Villamil

Del shock mediático a la inducción del odio

El atentado a las Torres Gemelas acaparó la atención de 63 por ciento de los aparatos de televisión de Estados Unidos durante la trágica jornada del 11 de septiembre. Cálculos de las principales cadenas televisivas de ese país (CBS, ABC, NBC y Fox) revelan que cerca de 60.6 millones de personas vieron la noche del martes 11 la cobertura informativa, y en los días subsiguientes el nivel de audiencia se incrementó en 47 por ciento. Los niveles de rating se duplicaron y esto aceleró la competencia de las grandes cadenas privadas estadunidenses.

En México el shock mediático provocó también un nuevo fenómeno de ascenso de rating: Televisa alcanzó 26 puntos en su cadena nacional, en horario de las 22: 00 a las 23:30 horas, y capturó a casi 50 por ciento de los televisores del país, mientras que Tv Azteca concentró 21 por ciento de la audiencia. En promedio, las televisoras tuvieron 15 horas de tranmisión ininterrumpida. La imagen del impacto del segundo avión contra la Torre Gemela fue repetida más de 150 veces en un solo día.

Este nivel de atención y de cobertura en el medio masivo por excelencia revela que el ataque concertado a los símbolos del poderío de Estados Unidos logró uno de sus objetivos centrales: exhibir mundialmente la vulnerabilidad de la potencia americana.

Y, desde el principio, la cobertura de los principales noticiaros norteamericanos respondió con un reflejo antiperiodístico preocupante: inducir la responsabilidad del atentado a los "fundamentalistas islámicos" e, incluso, al mundo árabe, metiendo en un mismo paquete informativo a los palestinos, a la milicia talibán y a Osama Bin Laden.

En los días posteriores al atentado se ha pasado a un impresionante operativo mediático para fundamentar el choque de civilizaciones (tesis central de las amenazas geopolíticas que analizara Samuel P. Hungtinton en su obra escrita en 1997 con el mismo título), sin que hasta el momento existan indicios claros de que el peor ataque a la población estadunidense tenga su origen en las naciones del Medio Oriente.

Bajo este fenómeno de exceso mediático tan característico en estos tiempos de guerra de audiencias, Bin Laden se ha sumado a la galería de ex aliados estadunidenses que se convierten en engendros del mal (al igual que Kadaffi, Jomeini, Saddam Hussein y Slobodan Milosevic). Incluso la revista Newsweek publicó en su edición anterior a los ataques, un reportaje sobre el tráfico de opio desde Afganistán, que ha sido reproducido ampliamente en estos días por medios electrónicos estadunidenses.

El peligro radica, una vez más, en la inducción informativa y la desmesura mediática que ve la amenaza en los otros, los diferentes y que, por ello, son objeto de linchamiento y persecución.

Lo que menos necesitan Estados Unidos y el mundo es un nuevo brote de xenofobia belicosa. Mucho menos si con ello se pretende buscar rating y lanzar una contraofensiva mediática para justificar el llamado guerrerista de George W. Bush. Sin embargo, varios hechos hablan de que este fenómeno ha vuelto a "invadir" a la nación americana herida. El FBI confiscó, al día siguiente de los atentados, los CDs de un grupo llamado Arab Assasins (Arabes asesinos). La persecusión contra todo lo que oliera a integrismo islámico se generalizó en Nueva York. Las imágenes de los árabes detenidos en Estados Unidos fueron difundidas por todo el mundo, junto con especulaciones y rumores in crecendo sobre supuestas "bases de operación" desde México. Los "festejos" de la población palestina el mismo día de los atentados se repitieron con insistencia en las cadenas internacionales, como si se quisiera exhibir a un enemigo pobre, aislado, sin recursos. Internet fue invadido por mensajes que fustigaban el fundamentalismo islámico y llamaban a una especie de fatwa occidental contra los musulmanes. Las fotografias e imágenes conmovedoras de los sobrevivientes del World Trade Center se mezclaron con los cartelones de ciudadanos estadunidenses que llamaban a la venganza contra los árabes.

La escalada de percepción xenofóba se potencializa porque está mezclada con una feroz competencia internacional entre televisoras para ganar audiencia y capturar la atención. En ese contexto, la manipulación de las percepciones y de la información se transforman en un peligroso operativo de inducción de los odios.

Bajo este panorama, es importante reproducir el siguiente análisis de William Pfiaff, publicado en Los Angeles Times, quien argumentó en contra del clima de odio y de venganza que se trasluce en los discursos mediáticos:

"La inutilidad práctica de la venganza ha quedado ilustrada en repetidas ocasiones, y se sigue demostrando en Oriente Próximo, ya que quienes emplean el terrorismo no funcionan según una escala pragmática de castigo y recompensa. Como saben los israelíes, hacer mártires a tus enemigos sólo sirve para fomentar más martirios".

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