jueves Ť 20 Ť septiembre Ť 2001

Sergio Zermeño

ƑTerrorismo?

El presidente Bush ha dicho que los irá a cazar hasta dentro de sus madrigueras y las imágenes que se difunden por los medios electrónicos dejan la impresión de que se trata de un puñado de terroristas encabezados por un loco millonario que se oculta en algún lugar de un país islámico. La imagen consumida por amplísimos sectores de la opinión pública recuerda la del ataque a Panamá, cuando después de un bombardeo genocida el general Antonio Noriega fue apresado por las fuerzas estadunidenses y juzgado en Estados Unidos.

Sin embargo, nada es más perjudicial para el futuro de este conflicto que una imagen que nos presenta grupos entrenados en la clandestinidad o por gobiernos fanatizados, a gran distancia de los habitantes "normales" de esas sociedades. Rambos que se vengan de Rambos que destruyen torres en represalia por otros bombardeos. Construir este conflicto en torno al referente químicamente puro y altamente cibernético del terrorismo es el peor error. Nada hay más cargado de sociedad, costumbres, humanidad, irracionalidad, masividad, precariedad, creencias, decadencia... que lo que Estados Unidos (punta de lanza de Occidente) nos está presentando como objeto de su ira.

A diferencia de América Latina y de enormes porciones de Africa y Asia, donde el fracaso de la modernización ha dejado enormes contingentes en una pobreza atomizada y sin voluntad para reaccionar, en el espacio que va de Sarajevo y Argel a Kabul, el hambre y la regresión humanas se han combinado con otros dos factores para darle espina dorsal, estructura y "esperanza" a lo que de otra manera no sería sino anomia pura y pedacería: la guerra y la religión.

Hoy lo sabemos: Bin Laden no es un terrorista a salto de mata que hay que localizar y extirpar, sino la cabeza de una entre muchas organizaciones perfectamente enraizadas que se fueron construyendo a lo largo de las guerras y las masacres en Sabra y Shatila (800 muertos), Líbano (17 mil víctimas), Irak (cientos de miles), Afganistán (1 millón y medio)... para expulsar de esos territorios a todo lo que no respondiera a la influencia musulmana. Está claro, entonces, que cada ataque de Occidente (y principalmente el que se perfila) no hace sino acercar a las masas paupérrimas a unos referentes organizativos y a unos principios defensivos de gran verticalismo y disciplina; alinear la pobreza en torno a principios incuestionados, afirmar una racionalidad (o una irracionalidad) frente a otra. Bush aparece entonces como el arquitecto más apasionado de su propio adversario cuando se propone una "guerra para librar al mundo del mal" (Ƒjugar al fundamentalismo frente al Corán?)

Lo que estamos a punto de presenciar, si Occidente no piensa dos veces en su alianza "antiterrorista", es la verticalización del mundo: de un lado, 40 mil millones de dólares, 50 mil reservistas, "adaptación de submarinos y buques para el desembarco de unidades comando", legitimación de las escuchas telefónicas (la telepantalla orweliana), todo el poder constitucional al presidente, "nadie en medio: o conmigo o contra mí". Del otro lado, la más férreo disciplina al Corán, el fin de mi vida cuando así se me indique... En lo que no se equivocan las autoridades estadunidenses es en que "va a ser una guerra larga" en la que sin duda se irán mezclando, junto a los negros y los jodidos, crecientes contingentes de mexicanos y latinoamericanos naturalizados a toda prisa (a lo mejor el proyecto Fox ahora sí funciona), que se unirán en el mismo altar del sacrificio con los damnificados del World Trade Center, Irak, Palestina, Bosnia... Las grandes perdedoras en uno y otro bando serán las libertades civiles, la fuerza de la sociedad, la democracia: esa larga sedimentación de la modernidad que derrotó (transitoriamente, por lo visto) el autoritarismo y el fanatismo. Y es que junto a la inminencia de la guerra, tenemos un orden económico mundial que excluye a las grandes masas y, en consecuencia, se encierra en sí mismo y se achica, a pesar del espejismo en que se ha convertido el avance técnico y científico.

La destrucción de la Bastilla simbolizó el triunfo franco de la modernidad; la destrucción del World Trade Center comienza a perfilarse como el inicio de la desmodernidad.