VIERNES Ť 21 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
ASTILLERO
Julio Hernández López
A DIFERENCIA DE LO que sucedió en Estados Unidos, los atentados terroristas del pasado 11 no generaron en México un cierre político de filas a favor del Presidente de la República ni de su gobierno.
POR EL CONTRARIO, EL fantasma de la violencia política globalizada fue tratado de tan equívoca manera por la administración foxista que se ha sembrado en la sociedad la peligrosa percepción de que se le estaría exponiendo a riesgos innecesarios, en unos peculiares juegos de guerra en los que un mal día podrían aparecer los mexicanos enfundados en los uniformes de un combate que no les corresponde sostener.
EL TORPE MANEJO de la crisis derivada de los atentados del 11 ha llevado al gobierno local a realizar actos circenses que van del equilibrismo a la bufonada. A veces el respetable público está con el Jesús en la boca, temeroso de ver caer desde las alturas a los audaces funcionarios que caminan (muchas veces sin darse cuenta) sobre cuerdas flojas y sin red de protección. En otras ocasiones resulta de risa loca presenciar las comedias de enredos, tropiezos y tortazos que llegan a montar.
REVISESE, PARA confirmar lo antes dicho, el subibaja con metralleta de plástico en que se montaron en estos días el Presidente de la República y sus secretarios de Gobernación, de la Defensa Nacional y de Relaciones Exteriores, así como algunos connotados senadores (encargados de revisar la política exterior nacional), a propósito de la posibilidad de que México enviara soldados en apoyo de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo. Agréguese el episodio del mandatario mexicano maltratando oratoriamente al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, al que ya daba por muerto y a cuya sesión de hoy siempre sí asistirá México porque así se servirán bien los intereses de Estados Unidos. No se dejen de lado los incidentes de la tal Declaración del gobierno mexicano, que presuntamente había sido consultada con el Senado, pero nada más lo fue con líderes de bancadas partidistas y no con órganos institucionales de gobierno.
A ESAS CONOCIDAS carencias e insuficiencias gubernamentales las está agravando la tendencia creciente a considerar la información pública como un patrimonio faccioso, administrable conforme al capricho de quienes tienen hoy el poder. Sustituido el criterio político por el gerencial, la información también ha sido relevada por la propaganda. El actual gobierno no informa, sino que trata de adoctrinar, y trata de canjear el oro de los hechos objetivos por los espejitos del boletín a modo, de las entrevistas arregladas, del guiño de los empresarios políticos a los empresarios de la comunicación política.
ESA INCAPACIDAD DE informar ha sido sello distintivo de la actual administración. Primero fue el caso de la vocera, que convirtió a la comunicación social en estación de paso rumbo a una cabaña equipada con caras toallas y con diligente room service de oficialía del registro civil. Luego fue la sustitución de esa primera dama (en ser vocera) por un especialista en creaciones de realidad virtual, por el publicista de Pancho Pantera que ahora se encargaría de Super Chente. En las secretarías del gobierno federal se repitieron los esquemas: varios de los encargados de la comunicación social son personajes favorecidos por lazos amistosos, familiares o partidistas, que se dedican, en el mejor de los casos, a ensalzar los presuntos méritos de sus jefes (y jefas, diría el de las botas y los botos) y a difundir sólo la información que a esos propósitos politiqueros conviene.
NO HA DE EXTRAÑAR, pues, que el pueblo mexicano vaya entrando en un remolino de dudas y preocupaciones que no son oportunamente disueltas por el propio gobierno que las genera. De hecho, ese gobierno ha caído en su propia trampa de la teoría de los círculos rojo y verde (una minoría crítica y una mayoría solidaria). Para que hagan inútiles los ejercicios de análisis y raciocinio que suelen darse en la prensa, al foxismo le gustaría esparcir una visión positiva con apoyo en los medios electrónicos (ante los cuales adopta actitudes de entrega, como es el mantenimiento de los soeces programas de basura llamados talk shows, que a media tarde difunden Televisión Azteca y ahora, para emparejar, Televisa). E incluso en aquellos medios, los impresos, está actuando con criterios selectivos de asignación de publicidad que privilegian a las empresas afines a su ideología y relegan a los de signo contrario. Al mejor estilo del lopezportillismo, del no pago para que me peguen, el foxismo escamotea la difusión de información pública a los espacios que no se alínean con su visión conservadora u oportunista.
ESE MANOSEO DE la función informativa, ese uso de los recursos públicos con sentido faccioso, no ayuda a los mexicanos a tener una idea clara de lo que realmente está sucediendo. Por el contrario, aumenta los rumores y la desesperanza, y alimenta la percepción de que ni siquiera en estas horas difíciles le es dado al gobierno conseguir que los mexicanos cierren filas en torno a propósitos mínimos compartidos.
ASTILLAS: A LA HORA DE cerrar esta columna, el presidente de Estados Unidos estaba por pronunciar un discurso en el que llamaría a su ejército a alistarse, a su pueblo a mantenerse calmado y resuelto, y a los gobiernos "alrededor del mundo a elegir, sea están con nosotros, sea están con los terroristas". Por si alguno de esos gobiernos estuviera indeciso, o le faltaran elementos para definir su postura, advirtió que contra ese terrorismo se utilizarán "todos los recursos a nuestra disposición, todos los medios de la diplomacia, todas las herramientas de los servicios de información, todos los instrumentos judiciales, toda influencia necesaria y todas las armas de guerra necesarias"... Que dice un señor subsecretario de Gobernación que no se tiene contemplado el retorno masivo de indocumentados mexicanos luego de los atentados terroristas en Estados Unidos. Como si esos paisanos le anduvieran avisando al señor gobierno los momentos en que deciden irse o regresar... Marcos López envía por Internet, desde Madrid, las declaraciones de Emilio Ybarra, copresidente del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA), quien adelantó el pasado 14 que esa institución se propone elevar su participación en Bancomer hasta alcanzar 65 por ciento de su conformación accionaria actual. Todo ello se daría "si se obtienen los permisos pertinentes", según nota de El País, y suponiendo que el gobierno mexicano aceptara vender el 12 por ciento de capital que tiene. Todo ello para mejor enfrentar la competencia Citibank-Banamex... Difícil pensar que podrá ser feliz este fin de semana (en que se promete el comienzo de la búsqueda planetaria de la justicia infinita). De cualquier manera, aquí nos encontraremos de nueva cuenta el próximo lunes...
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