VIERNES Ť 21 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Marta Lamas

ƑQuién para ombudsman?

El remplazo del ombudsman (palabra sueca que significa el defensor del pueblo) para el Distrito Federal destapa un problema central: Ƒcuáles van a ser los criterios de selección? En la elección del funcionario designado por la Asamblea Legislativa para la atención de las quejas contra la administración y la acción de la justicia deben imperar, antes que nada, parámetros objetivos. Decidir el nombramiento en función de la cercanía ideológica violenta el principio institucional del servidor público; éste debe ser una persona profesional, comprometida con el adecuado funcionamiento de la administración pública y no con el quehacer político. Por eso creo que para este crucial puesto no necesitamos una persona "conservadora" o "progresista", sino a alguien con experiencia, visión e integridad probadas.

La misión del ombudsman no es únicamente la de ser inflexible con los abusos del Estado en defensa de la ciudadanía, sino también la de hacer propuestas que mejoren el esquema de atención a las quejas de la ciudadanía. De ahí que se requiera una persona no sólo recta sino conocedora. Más que analizar a los candidatos por su trayectoria política, por si son cercanos a tal partido o pertenecen a tal grupo, hay, de entrada, dos criterios básicos a revisar: a) su gestión en ese campo y b) su formación teórico-profesional.

Para realmente calibrar a las personas que compiten por el puesto habría que analizar sus hechos en ese terreno. Al valorar los actos, habría que distinguir también lo que pertenece a trayectorias políticas de lo que es relativo a la materia más cotidiana del trabajo. Sin negar los méritos individuales que muchas de las personas candidateadas tienen como luchadoras sociales o funcionarias impecables, estoy convencida de que, en términos estrictamente profesionales, Miguel Sarre tiene una experiencia, una formación y una visión muy superiores a las de los demás.

La trayectoria de Sarre es impresionante: desde su famosa gestión en Aguascalientes (recogida en un informe laudatorio por Barrera Graf y Samuel del Villar) hasta su paso por la tercera visitaduría de la CNDH (consignado como meritorio por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos), este personaje se ha caracterizado por una dura transparencia sin fisuras, que le ha ganado diversos adversarios. Cuando se buscaba ombudsman para la Comisión Nacional, el PRD lo propuso. Hoy lo propone el PAN para la del Distrito Federal. Varios grupos feministas han manifestado su apoyo a dos candidatas, aliadas y amigas cercanas. A contracorriente de mis compañeras, yo estoy convencida de que Sarre es la mejor opción.

Por el bien común, la nominación debe hacerse no basada en sintonías ideológicas, sino con parámetros objetivos de desempeño, de gestión, de formación y conocimientos. Respaldo a Sarre porque creo que es el mejor, el más capaz, el de mayor experiencia; no es mi amigo, ni un activista en su acepción tradicional, como lo son otras personas candidatas.

Desde el renovado aliento ético-político que anima a nuestra Asamblea Legislativa espero que se privilegien indicadores profesionales para valorar la experiencia en gestión: cifras de resolución de quejas, análisis del enfoque con que se resolvieron ciertos problemas, calidad de las propuestas formuladas, nivel de conocimientos en la materia, etcétera. Todas las personas candidateadas son respetables e intachables. Algunas se han destacado más por su activismo político. Pero los puestos públicos no deben ser "premios" a la militancia, sino resultado de una competencia leal y franca en la que se midan capacidades probadas y trayectorias profesionales.

Ojalá que nuestros legisladores de la Asamblea reconozcan que la dimensión institucional del nombramiento del ombudsman trasciende la recomposición de las relaciones de poder que está en curso. Su designación no debería pasar por un asunto de filiación ideológica, sino de capacidad y experiencia para acometer la díficil labor de ombudsman.