SABADO Ť 22 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
En México, 3.5 millones de niños trabajadores
Tan sólo en la capital, la cifra de menores de la calle aumenta 15 por ciento al año
AFP
Lavan parabrisas, venden chicles, se prostituyen, piden limosna, viven en conductos subterráneos de aguas negras: más de 130 mil menores viven en las calles de la ciudad de México, y la lucha de esfuerzo e imaginación que tienen que librar para sobrevivir está cada día más competida, porque su número aumenta 15 por ciento al año.
Estos niños, como los 3.5 millones de entre 12 y 17 años que trabajan en todo el país, ni idea tienen de que, según el presidente Vicente Fox, México "se acerca a ese grupo selecto de países que conducen la economía mundial y que toman las decisiones para el desarrollo y el crecimiento".
Las cifras del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), como siempre frías, no muestran toda la realidad: en la capital hay casi 60 mil menores que "trabajan jornadas hasta de 11 horas, los siete días de la semana, sin más pago que la comida o salarios que apenas alcanzan el mínimo, y 52 por ciento de ellos ha abandonado la escuela", según el estudio Trabajo infantil y adolescente en la ciudad de México, realizado por dicha dependencia.
Los niños trabajadores y de la calle son reflejo de un
país en que 50 por ciento de la población -50 millones de personas- vive en la pobreza, 20 millones de ellos en situación extrema.
Las acciones oficiales y las casas de atención a niños se multiplican. Según el Consejo Nacional contra las Adicciones, cada año son 80 mil los adolescentes que se vuelven alcohólicos.
"Las niñas y adolescentes de la calle tienen características y necesidades diferentes a los varones: su vida está llena de sentimientos de incapacidad, desconfianza, temores, rechazos, y están expuestas a frecuentes violaciones, abuso de poder y a embarazos no planeados ni deseados", señaló Claudia Colimoro, fundadora del proyecto La Casa de las Mercedes.
En la ciudad de México, una treintena de casas de atención a niños de la calle multiplican sus esfuerzos para aliviar la vida de estos menores y, en especial, para abrirles caminos distintos a la delincuencia y la drogadicción.
José Vallejo, de la Fundación Renacimiento, señaló a la agencia Afp: "Tenemos programas para niños y jóvenes en situación de calle y en riesgo de llegar a esa condición; tenemos hospedados a unos 70, de entre ocho y 18 años, que reciben tratamiento o educación formativa".
"El promedio de estancia va entre seis y ocho años. Hay muchachos que llegan a los ocho o 10, proceden de situaciones de fuerte conflicto familiar, con comportamiento de vida en la calle, y hay que hacer un proceso de que aprendan a socializar y a estudiar, a elevar su autoestima, a superar las adicciones", explicó Vallejo.
Otras de las casas -que funcionan con donativos privados, personales o de empresas, y con partidas de los presupuestos gubernamentales- tienen, además de alojados permanentes, centro de atención para externos; algunos de éstos llegan a bañarse o a comer, y otros a consulta médica.
El 5 de septiembre se instaló el comité técnico del programa De la calle a la vida, también manejado por el DIF, cuya directora, Ana Aranda, explicó que lo novedoso de esta iniciativa es que se trabaja con instituciones de la sociedad civil, y además se buscarán recursos para financiar proyectos que ya han sido exitosos.
Por ejemplo, hace dos años el gobierno de la capital firmó un acuerdo con las cadenas de supermercados para que faciliten a los niños que trabajan de cerillos que asistan a escuelas vespertinas o nocturnas.
No obstante, los propios funcionarios encargados de la atención de estos niños manifiestan en privado pocas esperanzas de que los 'chavos' de la calle, que forman parte ya del paisaje social del país, dejen algún día de integrar la realidad.