DOMINGO Ť 23 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Los mártires exquisitos


El retrato de los 19 hombres identificados por el FBI como autores materiales de los atentados de la semana pasada en Nueva York y Washington no corresponde al retrato del "loco por Alá" que hasta ahora tenían autoridades y expertos en terrorismo.

Se pensaba en jóvenes de entre 18 y 27 años, pobres, marginados y tan desesperados que no tenían nada que perder.

Independientemente de que se compruebe su identidad, los autores de los atentados del pasado 11 de septiembre eran perfectos candidatos para ocupar posiciones ejecutivas: mayores de 30 años, e incluso de 40 años, con educación superior, hablaban inglés, manejaban computadora y medios electrónicos. Algunos eran padres de familia.

Gregory Gause, experto en temas de Oriente Medio, aseguró que era mucho más fácil que sujetos con tal solvencia económica pasaran desapercibidos en Estados Unidos u otros países.

El siquiatra Jerrold Post, quien ha entrevistado a 35 presuntos autores de atentados terroristas antiisraelíes, sostiene que un kamikaze dista mucho de ser un enfermo mental, debido a que sus acciones son perfectamente racionales dentro de su lógica.

El experto observa que si bien el Corán condena el suicidio, éste se diferencia del acto de martirio en nombre de Alá.

Además, impera la convicción de que no existen víctimas inocentes: "Como todos son estadunidenses y apoyan la política de su país, todos son enemigos y merecen morir".

En un allanamiento para a encontrar pistas sobre el millonario saudita Osama Bin Laden, el FBI descubrió el año pasado el manual titulado Estudios militares en la Jihad contra tiranos, y todo indica que los autores de los atentados en Estados Unidos siguieron fielmente esas instrucciones.

Entre otras cosas, se indica que quien esté dispuesto a "someterse al martirio" debe ser capaz de "actuar, disimularse y enmascararse detrás de las líneas enemigas".

Se recomienda imitar en todo las costumbres occidentales y eliminar barbas, vestimentas o palabras que se puedan asociar con el mundo islámico, alquilar viviendas en urbanizaciones recientes, donde la gente no se conoce entre sí, no conversar mucho en público. Una vida de mimetismo, antes de morir.

AFP Y AP