DOMINGO Ť 23 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Presentó en Donostia Visionarios, una de las fuertes candidatas a la Concha de Oro

El fanatismo destruye a los propios fanáticos, señala Gutiérrez Aragón

Ť La cinta aborda las apariciones de una Virgen en el País Vasco en la primera mitad del siglo XX Ť "Las creencias que se defienden a golpes acaban a golpes'', afirma el realizador español

CESAR GÜEMES ENVIADO

San Sebastian, 22 de septiembre. La apuesta más fuerte de las varias que se hacen en el Festival Internacional de Cine de Donostia se reservó para este sábado. Visionarios es el título con el que el experimentado director Manuel Gutiérrez Aragón bautizó su más reciente película, la cual apadrina actoralmente Fernando Fernán Gómez, sin duda el mejor intérprete vivo de su generación en la península Ibérica.

Por múltiples razones, Visionarios está colocada como una de las cintas que compiten con firmeza por la Concha de Oro: ocurre en el País Vasco, sede del Festival; parte de un hecho real, la separación entre la Iglesia y el Estado que se dio en 1935 en toda España, y tiene la presencia de una de las más singulares, jóvenes y bellas actrices del cine local contemporáneo, Ingrid Rubio, en el papel de Usúa, la responsable de "ver" las apariciones de una Virgen que fue noticia por esta tierra hace ya 65 años.

Dice su realizador, Gutiérrez Aragón, que sobre la historia de las "apariciones" en el País Vasco, de esa Virgen en concreto, en pleno siglo XX cayó "una losa de silencio", pese a las muy diversas especulaciones y resultados que en la vida concreta trajo en su momento a los partícipes de la historia.

Historia oculta pero viva

visionarios-¿Así que lo narrado por la cinta es un asunto real, Manuel?

-el todo. Claro, cambié muchos de los nombres, casi todos, pero de que fue verídica lo fue, ahí están los diarios que lo demuestran. Por razones que no alcanzo a elucidar la historia de las apariciones fue de algún modo adormecida dentro de la memoria colectiva de los vascos y del resto del país. Pero en cuanto me puse a investigar sobre el caso apareció una enorme cantidad de historias similares que me revelaron que el hecho estaba oculto pero vivo.

-¿Qué tan amplio fue el proceso de investigación?

-Enorme, y para fortuna mía y de la cinta conseguí muchísimo material gráfico. Lo único que me faltó, y que tuve que recrear para la película, fueron los rollos cinematográficos que en esa primera mitad del siglo XX dieron testimonio de los acontecimientos.

-ices que casi todos los personajes cambiaron de nombre, ¿a quiénes les dejaste el nombre real y por qué razón?

-En realidad sólo lo conserva el personaje del padre Laburu, que interpreta Karra Elejalde. Me conmovió mucho que se dedicara a tomar imágenes tanto de asilos de personas con desórdenes mentales como de personas en éxtasis religioso, dos formas de la vida que se parecen mucho, por cierto. Eso me llevó al personaje, a indagar sobre su vida y a encontrar parte de su trabajo, salvo -insisto- los rollos que hizo entonces. Siento que el padre Laburu, con su pasión por el cine, era un colega a la distancia, medio cabrón pero colega al fin.

-¿Es verdad, como se dice al cierre de la cinta, que la historia te la relató directamente uno de los visionarios sobrevivientes?

-No del todo. Cuando rodé el filme ya sólo quedaban vivos dos de ellos, muy viejecitos. Y se mantenían en lo suyo. Desde luego que para mí fue muy importante darle peso a sus palabras, pero lo cierto es que la información sobre el caso la fui encontrando en muy distintas fuentes.

-De modo que Visionarios es una historia tomada del mundo real y llevada al cine. Aunque también seas el guionista de la cinta, hay poco de imaginación en ella.

-Relativamente. Me vi en la necesidad de rellenar varios huecos con la ficción. Luego, me gustaría aclarar un punto: me gusta juzgar este tipo de películas por su coherencia, no por su valor testimonial. Cuando escucho que un trabajo cinematográfico se basa en un "hecho de la vida real", de inmediato me entra una especie de sospecha. Así que lo que más me interesa y espero reflejar en Visionarios no es el valor del documento sino la congruencia del relato.

-Debe ser complejo tratar un tema como el de las posibles apariciones de una Virgen en el País Vasco en pleno siglo XX.

-Lo fue. Y te digo una verdad de Perogrullo: los directores no somos buenos jueces del cine. Pero estoy muy consciente de que cuando aparece cierta escena, que entonces pertenecía al cine mudo, en la que mediante un recurso de lectura de labios se entiende lo que Usúa está diciendo en pantalla y no es precisamente un mensaje piadoso, ahí la cinematografía destruye a la superstición religiosa.

El País Vasco de antes y después

-Estamos en San Sebastián y es muy claro que la enorme cantidad de público que asistió al estreno de tu cinta vino para conocer tu punto de vista del supuesto fenómeno. ¿Estás consciente de ese compromiso?

-Para fortuna mía, no veo ningún paralelo entre el pueblo vasco que aparece en la película y el que es ahora. Tampoco se parecen las creencias religiosas de entonces a las actuales. Tomemos en cuenta que en la cinta hay un enfrentamiento físico por defender tal o cual posición relacionada con la religión, y eso hoy no ocurre aquí. En cualquier parte del mundo las creencias que se defienden a golpes, acaban a golpes. El fanatismo destruye a muchas personas, principalmente a los propios fanáticos.

-Visionarios tiene cierto aire periodístico, pero más de noticia que de editorial, ¿estarías de acuerdo?

-Claro, en cierto momento de la investigación y de la escritura del guión tuve que decidirme por un argumento redondo, que siempre es una buena meta a la cual llegar, o por un ejercicio más bien de crónica. Dada la magnitud de los acontecimientos y de los resultados de los mismos, como fue el hecho de que varias de las personas que decían ver a la Virgen fueran ingresadas forzosamente en un asilo casi de por vida, me incliné decididamente por la crónica. Claro, sin renunciar a la parte creativa que de cualquier forma está presente primero en el guión y después en la hechura de la cinta.

-Uno de los pilares en que se sostiene Visionarios es la invitación de ver en escena a Fernando Fernán Gómez. Sin embargo, su papel es muy corto. Di por último si haberlo aprovechado tan poco fue un desperdicio para el resultado final de la película.

-No lo fue. Verás, hay papeles que o hace Fernando o no hace nadie, están pensados para él, le quedan a la medida exacta. Si él no hubiera aceptado participar en Visionarios, aunque su aparición a cuadro fuera ciertamente menos amplia de lo que todos esperaríamos, la cinta no habría sido redonda. O con Fernando o con nadie.