domingo Ť 23 Ť septiembre Ť 2001

 Néstor de Buen

Lima, de nuevo

Convocados por la Sociedad Internacional de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social y por la Sociedad Peruana de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, que gobiernan respectivamente el profesor belga Roger Bamplain y el profesor peruano Mario Pasco, nos reunimos laboralistas de toda América para celebrar el quinto Congreso Regional Americano.

El sexto congreso se celebrará en la capital mexicana en 2004 y ya el comité organizador que preside Jorge García de Presno lanzó la convocatoria que se ha repartido profusamente en la sede del Congreso peruano, en el bello hotel Marriot, que está ubicado precisamente en el Barrio de Miraflores, enfrente y por encima del mar, ese mar que en Lima es juego de grises y blancos, paraíso de los surfistas (¡qué horrorosa palabra!) y sede, en esos alrededores, de restaurantes universales, entre ellos La Rosa Blanca, en la que por precios nada módicos se disfruta del mejor surtido de mariscos.

El objetivo de este congreso ha sido la definición de las corrientes dominantes en el mundo difícil del derecho del trabajo. Lo inició con una conferencia magistral Américo Pla Rodríguez, el indispensable especialista uruguayo, considerado con razón como el más distinguido de América en este momento. Trató con su maestría acostumbrada -y con su orden numérico indispensable: primero, segundo, tercero...- el tema difícil de Repensar las fronteras del derecho del trabajo y reafirmar sus principios, esfuerzo marcado por el optimismo que yo no necesariamente comparto. No lo podría hacer a partir de la publicación de mi último libro, una colección de trabajos entre pesimistas y realistas que agrupo bajo el enunciado ominoso de La decadencia del derecho del trabajo.

Reconozco que me estoy haciendo experto en decadencias, comenzando por la del contrato que fue mi tesis doctoral y aún da vueltas en estos tiempos, claro está que con agregados que la actualizan. En todo caso José Antonio Pérez Porrúa, ilustre hijo de su ilustre padre, tiene un poco la culpa de estas debilidades.

Mario Pasco, quizá por afinidades de origen, me encargó coordinar el coloquio internacional sobre La evolución reciente del derecho del trabajo en la Unión Europea, con la concurrencia excepcional de Wolfgang Däubler, evidentemente alemán; Roger Baplain, belga, a quien conocimos en México en 1977 al celebrar los 50 años del anticonstitucional nacimiento de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y que hoy preside la Sociedad Internacional; Antonio Ojeda Avilés, sevillano de Sevilla y gran amigo; Antoine Jeamaud, un profesor francés que habla maravillosamente el español y que sustituye al ausente Jean Claude Javillier y, por último, Alan Neal, de Inglaterra.

El tema es apasionante. Porque hoy el derecho del trabajo se desliza en Europa entre un evidente problema de desempleo, no tan agudo como el nuestro; una condición difícil de los sindicatos, aunque hoy empiezan a rencontrarse en la solidaridad internacional (o, para actualizar el término, "unionista"); las macabras flexibilizaciones de salarios y condiciones de trabajo y una tendencia que parece vendaval a sustituir la permanencia de los trabajadores en sus empleos por la mal nacida contratación precaria. Aunque como señaló Antonio Ojeda, la última reforma al Estatuto de los Trabajadores ha hecho un cambalache entre más estabilidad y menos indemnización por despido.

La mesa anterior a la mía, que presidió el antiguo ministro de Trabajo de Perú, Alfonso de los Heros, se ocupó de un tema esencial, propicio a todo tipo de transas: la frontera entre el trabajo subordinado y el llamado trabajo independiente. Una reciente publicación de la revista estadunidense Comparative Labor Law & Policy Journal se ha ocupado in extenso de ese mismo tema, pero en países muy diferentes: Canadá, Bélgica, Alemania, Japón, Holanda, Suecia y Estados Unidos. Y sus conclusiones son verdaderamente interesantes.

Nuestros amigos peruanos, que forman un grupo formidable, organizaron una excursión complementaria al Cusco y a Machu Picchu y no resistimos la tentación de volver con ellos a la maravillosa ciudad colonial ni al mundo íntimo, pero grandioso, de los incas. Guillermo y Tere Hori se agregaron también al grupo.

Esa vieja frase, muchas veces sin sentido de "estás en tu casa", ya no nos la dicen a Nona y a mi nuestros amigos peruanos. Porque hace mucho tiempo que nos la ofrecieron y nos quedamos con ella. Ť