EL FORO
Ť Carlos Bonfil
Himalaya
HIMALAYA. LA INFANCIA de un jefe
es una coproducción franco-suiza con participación de Nepal
e Inglaterra. Su director, Eric Valli, ha sido fotógrafo para la
revistas Geo y National Geographic, asistente de dirección
en Siete años en Tibet ?de Jean-Jacques Annaud? y autor de
varios libros sobre la región himalaya. Con estos antecedentes y
una historia que elogia la perseverancia y arrojo de una tribu tibetana,
el espectador podría esperar un documental diseñado para
Discovery Channel o para pantallas IMAX que resaltara la espectacularidad
de los paisajes. El filme de Eric Valli es, sin embargo, un proyecto menos
comercial y más interesante. Es la exploración de un estilo
de vida arcaico, apenas concebible a inicios del nuevo siglo: el de las
caravanas que periódicamente atraviesan largas distancias, bajo
climas adversos, para procurarse la sal que en otras regiones, también
remotas, podrán intercambiar por los granos de cereal indispensables
para su subsistencia. Himalaya construye así un relato que
es a un tiempo fábula filosófica, película de acción
y reflexión acerca de la rencarnación y el poder, el cual
se atribuye a divinidades tutelares en la región.
LAHKPA, EL LIDER de una tribu, muere misteriosamente al regresar con cargamentos de sal a la aldea. Karma, su acompañante y amigo, decide retomar el liderazgo de la tribu dirigiendo una nueva caravana hacia los mercados de granos. El padre de Lahkpa -el anciano Tinle- se opone a dicho relevo y conduce otra caravana al mismo lugar, en compañía de Tsering, su nieto, un niño destinado a ser jefe de la tribu. Entre las múltiples advertencias que profieren los ancianos de la tribu hay una categórica. ''Un jefe comanda a sus hombres, pero recibe siempre sus órdenes de los dioses". Eric Valli muestra cómo las tribus escrutan el firmamento en busca de signos propicios o negativos para su caravana; lanzan también granos de sal al fuego, y según su crepitar o ausencia, pueden prever una tormenta de nieve o un clima favorable. La no observancia de estas señales suele acarrear consecuencias funestas.
EL ACIERTO DE la película consiste en obtener, a partir de una filosofía que bien puede no interesar a muchos espectadores, un clima de suspenso muy eficaz -sobre todo en la secuencia del tránsito de yaks por un desfiladero- que algunos comentaristas han comparado incluso con El salario del miedo (Clouzot, 1953). La analogía es por supuesto exagerada, pues no existe en Himalaya la construcción dramática de un thriller y sí las peripecias y el entorno de un filme de aventuras. No hay tampoco actores profesionales. Los integrantes de una tribu interpretan a personajes similares en situaciones en todo momento verosímiles.
LA CINTA ES así un híbrido de documental y ficción, con pocos efectos especiales, y una intención que es fácil deducir: mostrar la persistencia de tradiciones ancestrales en un territorio invadido por China, y los esfuerzos por sobrevivir a la miseria que imponen o fomentan las fuerzas de ocupación. La película, propuesta en 1999 al Oscar en Mejor Filme Extranjero, ha tenido una buena recepción comercial por su sobriedad narrativa y por la contundencia de sus imágenes.