LUNES Ť 24 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001
ASTILLERO
Ť Julio Hernández López
ESTE SABADO RECIEN PASADO, ante micrófonos radiofónicos, el presidente de México fue el hombre más optimista sobre la Tierra (a pesar de que, por primera vez desde que es presidente, el entorno de su rancho fue custodiado por militares que, de pura casualidad, hacían rigurosas revisiones "de rutina" a todo mundo). Para empezar, se obsequió un repaso de enorme complacencia hacia su obra como gobernante: a partir de reuniones que le fueron organizadas en la semana, afirmó que siguen creciendo turismo, inversión y empleo; que la procuraduría federal de justicia ha sido "reinventada" mediante una transformación "de fondo y total"; y que se avanza con firmeza en "reducir" la brecha entre 60 por ciento de mexicanos que marcha a la vanguardia y 40 por ciento que va a la retaguardia. šSí, señor!
POR ESAS Y OTRAS razones, la anterior fue para Vicente Fox "una semana, pues, muy redonda, de la cual nos sentimos muy orgullosos. Qué bueno que se diga que el presidente Fox es un tanto (con a y no con otra vocal, se permite precisar este Astillero siempre cuidadoso del buen uso de las letras) cuanto optimista". Pero, Ƒcómo le hace el señor Presidente para ver luz donde los demás encuentran oscuridad? La respuesta la dio él mismo en el antes citado diván radiofónico, según transcripción a la que se ha respetado la dolorosa sintaxis original: "Yo -dijo, refiriéndose a él mismo- cuando veo a cada mexicano, y a cada mexicana, en su lucha diaria; cuando lo veo en su trinchera, y lo hago toda la semana, y todas las semanas -la mayor parte del tiempo la paso a su lado, al lado de ustedes- y ahí es donde cargo baterías, ahí es donde saco energía, y ahí es donde tomo esta actitud positiva y optimista para el futuro."
MILES DE MILLONES DE personas en todo el mundo carecen de visión tan alegre. Entre ellos se puede anotar a una gran mayoría de los mexicanos. Faltos de los cristales foxistas, estos últimos temen que al nulo crecimiento de la economía nacional vivido en el presente año se sumen factores de alto riesgo frente a los cuales no se advierte la apresurada construcción de muralla alguna o, cuando menos, la distribución anticipada de un buen botiquín de primeros auxilios.
EL TEMA DE LOS trabajadores indocumentados es uno de esos factores de alto riesgo. Por una parte, es previsible que un número indeterminado de mexicanos regrese a su tierra ante los peligros de la guerra popular prolongada que el presidente Bush pretende sostener contra terroristas (y en la que la administración estadunidense ha comenzado a dar preocupantes muestras de torpeza, como se ha visto en la caída o derribamiento de uno o dos aviones en territorio afgano, de funciones espías cuando menos el único que ha sido confirmado). Ni siquiera el optimismo foxista, así fuese elevado al cubo, podría atreverse a decir que esa fuera una buena noticia: la nación mexicana (la novena economía mundial, diría el guanajuatense) ha podido manejar su crónica desgracia económica gracias a la transferencia de una parte de su déficit social al norteño país vecino.
SI HOY DECIDIERA REGRESAR a su patria una cuarta parte de quienes trabajan ilegalmente en Estados Unidos, ese porcentaje causaría una conmoción notable en un sistema que no tendría trabajo ni ayuda qué ofrecerle y que, además, depende del envío de dólares para la subsistencia de millones de familias sin jefe varón. El problema también se agrava cuando se piensa en el número de mexicanos que no podrán pasar la frontera debido a las restricciones que a causa del terrorismo impondrán los estadunidenses a lo largo de su línea divisoria sureña. La prioridad de Estados Unidos es en este momento, y seguirá siéndolo por varios años, la seguridad interna.
AL PRESIDENTE FOX EL panorama no le parece tan preocupante (o al menos eso declara, aunque algunos funcionarios de su equipo platican en privado y fuera de entrevista que hay un apanicamiento generalizado en esos ámbitos palaciegos). En todo caso, acaricia con gran concentración mental el talismán que cree le puede ayudar a salir más o menos bien librado de la guerra contra el talibán: la doctrina del Míster Amigo, es decir, la demostración pública y privada, al revés y al derecho, en inglés y español, en voz baja y a gritos, por teléfono y ante micrófonos, de conectividad (enchufamiento, dirían los ignorantes del lenguaje tecnológico moderno) con los intereses del vecino que anda de pleito.
EL SUSODICHO VECINO TOMO posesión la noche del pasado jueves de la presidencia del mundo. Ese día, George W. Bush instauró la nueva doctrina de sometimiento planetario, arrasando los principios de derecho internacional, declarándose juez inapelable del orbe y emplazando a todas las naciones a definirse a partir de los propios intereses imperiales: se está a favor o en contra del jefe, no hay medias tintas. México ya había tomado delantera en ponerse incondicionalmente a las órdenes del gran jefe Tormenta del Desierto II en su cruzada contra los talibán (quienes dicen que ya se les perdió Osama Bin Laden, cuya presunta responsabilidad en los ataques terroristas del martes negro apenas estaría ayer en vías de ser demostrada al mundo, según anunció Colin Powell).
UN RAZONAMIENTO QUE LLEVA al mando institucional mexicano a someterse a la voluntad del poderoso vecino es el hecho objetivo de que la economía local no tiene perspectivas de mejoría en el corto plazo y, si el personaje que prometió paraísos sigue entregando purgatorios, y posiblemente infiernos, entonces la gobernabilidad del país estará en riesgo. La luna de miel de los votantes mexicanos con su novedoso presidente había terminado meses atrás, y el día del Informe presidencial fue una ocasión propicia para hacer cuentas en las que, por más bonos democráticos que se le pusieran, no salían buenos resultados. Ahora, debido a las consecuencias económicas de la caída de las Torres Gemelas de Nueva York, el gobierno foxista carecerá de fondos para obras y servicios, y el cobro electoral de 2003 puede ser muy alto.
NO TODO ES, SIN embargo, oscuro. Uno de los referentes azucarados es la expectativa de que el precio del petróleo suba por las hostilidades en curso, y que algunos de los países árabes tengan tales problemas de suministro que México, el vecino abnegado, el amigo siempre fiel, se convierta en el surtidor privilegiado. Ese es el punto central de la nueva estrategia foxista: la esperanza en el repunte del precio petrolero y la correspondiente recepción de fondos para sobrellevar la crisis.
(POSDATA PARA FUMAR, ASPIRAR o inyectar: Díscolo como es, este tecleador no puede dejar de anotar otra vertiente económica notable: el narcotráfico. Tambaleantes o abatidos tantos índices económicos, el único rubro empresarial más o menos estable es el de la exportación indocumentada de productos vegetales y químicos, de tal manera que no sería difícil ver un incremento del grado de tolerancia oficial hacia esa actividad de por sí siempre consentida. Y hasta allí se deja el comentario, antes que al tal -por cual- columnista lo acusen de hacer apología de ciertos delitos.)
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