LUNES Ť 24 Ť SEPTIEMBRE Ť 2001

Ť Lourdes Sánchez Muñohierro señala que la pobreza ocasiona éxodo de trabajadores

Hay en México 3.2 millones de jornaleros agrícolas; 30% son migrantes, dice la Sedeso

Ť Las miles de mujeres dedicadas a esa actividad, además de cumplir en el campo, son esposas y madres Ť Parecen excluidas de la legislación laboral, opina la funcionaria

CAROLINA GOMEZ MENA

En el país se calcula que existen cerca de 3.2 millones de jornaleros agrícolas; de éstos, alrededor de un millón son migrantes, y de los últimos, 43 por ciento son mujeres. La razón de esto es que ellas "integran un sector de la población que se encuentra en condiciones de extrema pobreza y marginación, lo que las ha obligado a salir de sus comunidades de origen, con sus hijos y su pareja hacia otras localidades o estados en busca de trabajo, manifestó Lourdes Sánchez Muñohierro, coordinadora general del Programa Nacional con Jornaleros Agrícolas (Pronjag), de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso).

La funcionaria detalló que muchas de las mujeres que integran las familias jornaleras agrícolas trabajan, pero la proporción de ocupadas en labores del campo tiende a variar a lo largo del año dependiendo de la región y del proceso de trabajo de cultivo de que se trate, pero por lo general las jornaleras agrícolas se emplean como asalariadas en la siembra y cosecha de productos altamente comerciales como frutas, tabaco, café, cítricos y hortalizas. En Baja California, Baja California Sur y Sinaloa, donde se cultivan estos alimentos, el porcentaje de trabajo femenino es elevado.

En la actualidad el Pronjag atiende a poco más de 750 mil jornaleros y de éstos 57 por ciento son hombres y el resto mujeres. Pese a su alta presencia y a que "se les exige que cumplan con sus obligaciones, muchas nunca ejercen sus derechos como trabajadoras, pues no cuentan con seguro social, carecen de contrato, no reciben salarios justos o incapacidades, ni cuentan con horarios para alimentar a los recién nacidos; como si estuvieran excluidas de la legislación laboral", lamentó Sánchez Muñohierro.

Al señalar en entrevista que la intención del programa es cuantificar el impacto social y cultural del trabajo femenino en este ámbito, así como pugnar por que cuenten con mejores condiciones laborales, consideró que la migración hacia los campos agrícolas de Estados Unidos no se detendrá a causa de los recientes atentados, pese al endurecimiento de las medidas de seguridad en el país del norte.

Estimó que la migración nacional tampoco se verá mermada, pues las deficientes condiciones económicas fuerzan la salida de esos pobladores.

Sánchez Muñohierro refirió durante su ponencia en el Foro Internacional Mujer Trabajadora Siglo XXI, Retos y Familia que, de acuerdo a una encuesta de Pronjag, la participación económica de las jornaleras supera el nivel de 80 por ciento en mujeres de 12 a 14 años y de 15 a 19 años. A partir de los 20 años y hasta el rango de 30 a 34 años, la participación de ellas se mantiene en 72 a 73 por ciento, y para las mayores de 35 años se tiene registros superiores a 64 por ciento.

La encuesta arrojó que se presentan altos índices de feminización de la mano de obra jornalera. Están los casos de las costas centro y norte de Sinaloa, donde se observa que de cada 100 hombres ocupados hay 75 mujeres trabajadoras. En el Valle del Vizcaíno este índice es de 73 por ciento y en la costa centro de Nayarit es de 71 por ciento.

De igual forma, la mayoría de las jornaleras son jóvenes y tienen hijos. Por esto se ven en la necesidad de llevar a sus niños al campo, duplicándose su responsabilidad entre el cuidado de los menores y el desempeño de su labor. Algunas no tienen alternativa más que llevar a sus pequeños en la espalda durante toda la jornada, lo que origina gran desgaste físico.

También se comprobó, dijo Sánchez Muñohierro, que estas mujeres deben organizar maternidad, vida en pareja y su rol como trabajadoras, laborando dentro y fuera del núcleo familiar, es decir, son proveedoras, madres y esposas.

Más datos de la encuesta: 43.1 por ciento de las jornaleras agrícolas embarazadas tenía edades entre los 13 y 20 años, y 60 por ciento presentaba cinco meses o más de gestación. Ello significa alto riesgo para su salud y la de sus hijos, ya que están expuestas a accidentes y a exposición a agroquímicos y plaguicidas.

A pesar de desarrollar agotadoras jornadas en el campo y en la casa, muchas también colaboran en centros de atención infantil, comedores comunitarios, tiendas de abasto, lecherías y tortillerías. Tal es el caso de la Unión de Jornaleras de la Costa de Nayarit, con 44 tiendas comunitarias y una bodega regional que beneficia a 31 localidades con la venta de alimentos, o los grupos de madres cuidadoras, en los que muchas trabajadoras depositan su confianza para que cuiden a sus hijos mientras laboran en los campos, brindándoles a los menores alimentación y actividades recreativas y educativas. Por lo general estas últimas sobrepasan los 50 años, y por ello tienen dificultades para ser contratadas en los campos.

Ante esto, Sánchez remarcó que las jornaleras deben ser "revaloradas por las instituciones públicas, los empleadores y la sociedad civil", lo que no significa "apoyarlas con programas paternalistas, ni fomentar la visión de que se trata de un sector indiferente o pasivo".