lunes Ť 24 Ť septiembre Ť 2001

Iván Restrepo

ƑLa multiplicación de los peces?

El nuevo Consejo Nacional de Pesca y Acuacultura debe impedir que sigan proliferando negocios particulares desde las oficinas públicas

Nuevamente los organismos internacionales alertan sobre el preocupante deterioro que sufren los recursos pesqueros del mundo a causa de la excesiva explotación. Entre otras cosas, se rebasaron los niveles máximos de rendimiento sostenible de especies para el consumo humano. La falta de un ordenamiento y la sobrepesca de especies destinadas al alimento de millones de personas son los principales problemas en muchas áreas de altamar. Además, el exceso de capacidad de las flotas es causa directa de la enorme degradación de los recursos. Esto ocurre desde hace algunos años y evidencia la falta de una política que reconozca en la realidad los vínculos entre la pobreza, la equidad y el deterioro del medio ambiente, entre el exceso de capacidad de las flotas y la explotación irracional que se hace de recursos limitados.

El negativo panorama demuestra igualmente qué pronto se olvidan las promesas en el sentido de que la pesca debe practicarse de manera responsable. Una de las más importantes declaraciones al respecto se hizo hace casi diez años en México durante una conferencia internacional a la que concurrieron 69 países. En esa ocasión se insistió en la necesidad de mejorar los recursos pesqueros disponibles e impulsar la acuacultura.

Y precisamente en México hemos olvidado esas y muchas otras recomendaciones. Nuestro sector pesquero arrastra desde tiempo atrás serios problemas. No solamente hay sobreexplotación de algunas especies de alto valor comercial, como el camarón, sino que en otras más (pulpo, calamar, caracol, pescado blanco) la situación no es nada envidiable. Como resultado, las autoridades responsables de la política pesquera enfrentan conflictos por doquier, derivados tanto de la escasez de las especies a capturar como de la desorganización reinante entre las flotas que laboran en altamar, los litorales del Golfo y el Caribe, el Pacífico y en las presas, lagos y lagunas.

Algunas de esas flotas ya no responden a los dictados de una pesca moderna y responsable; con frecuencia sobran pescadores, porque el recurso es limitado y necesita vedas que le permitan desarrollarse. En cuanto a la acuacultura, los especialistas se han encargado de mostrar los yerros de no pocas acciones oficiales al introducir especies exóticas al medio donde se establecen y en el cual ocasionan daños a las nativas; o con la apertura de áreas costeras ocupadas con manglares y otros ecosistemas de enorme valor ecológico y productivo para destinarlas a las "modernas" granjas camaronícolas. En ambos casos se afecta la economía y la calidad de vida de los lugareños y se crean desajustes ambientales.

Seguramente ésos y muchos otros problemas se tuvieron en cuenta al crear el nuevo Consejo Nacional de Pesca y Acuacultura. Su instalación fue encabezada por el presidente Vicente Fox y pasó virtualmente desapercibida en los medios. Por principio, Fox catalogó el sector como de seguridad nacional, luego de admitir el retraso en que se encuentra, a pesar de que la pesca es una de las actividades económicas con mayores posibilidades por la diversidad de especies que existen en nuestras aguas oceánicas y en las interiores, y porque de ella dependen decenas de miles de familias. Como ocurre en este tipo de ceremonias hubo numerosas promesas, entre otras, acabar con el "asfixiante centralismo", instalar la infraestructura necesaria hasta convertir el sector en clave del desarrollo sustentable, e impedir las decisiones autoritarias, como anunció Javier Usabiaga a cuya secretaría corresponde la enorme tarea de llevar adelante la modernización de la pesca mexicana.

En el discurso todo suena muy bonito. Pero me pregunto cómo van a convertir en realidad tantas promesas, si en este sexenio los funcionarios que tienen bajo su responsabilidad dicho sector son los mismos de la anterior administración, que para nada se distinguieron por su eficacia y honradez.

Si el presidente Fox y el secretario Usabiaga están verdaderamente decididos a fincar el futuro de tan necesaria actividad sobre bases sólidas, funcionarios probos y capaces, en estudios científicos puntuales y en una auténtica participación de los grupos sociales que intervienen en la pesca, lo primero que necesitan hacer es limpiar la casa y no permitir más negocios particulares desde las oficinas públicas.