LUNES 24 DE SEPTIEMBRE DE 2001
Fin de semana en NY
El debate sobre guerra y paz impide el regreso a la normalidad en la metrópoli
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Nueva York, 23 de septiembre. "Aguas, hijos de perra, acaban de despertar a un gigante dormido, ahorita respondemos", dice un letrero pegado en la entrada de una estación del metro en Manhattan. "La guerra sólo lleva a más guerra, la paz es la respuesta", responde otro letrero que lleva un ciudadano al regresar de una manifestación en Times Square. El debate popular entre la paz y la guerra continúa en las calles de Nueva York.
Las ofrendas siguen en plazas como Washington Square y Union Square, en esquinas cerca al hueco más grande del mundo que dejaron las Torres Gemelas, y las fotos de algunos de los aún más de 6 mil desaparecidos siguen pegadas a postes y muros en diversas partes de la ciudad, y todos los días hay más listas de los muertos identificados e información sobre las operaciones de rescate y recuperación. Bueno, ya son más de recuperación, ya que no se ha rescatado a nadie vivo desde el segundo día del desastre. Los esperanzados en milagros rehúsan rendirse, pero la realidad golpea contra la ilusión.
Con este trasfondo se intentó pasar un fin de semana "normal" en Nueva York, pero el intento fracasó. No necesariamente se nota en la superficie de los días, particularmente fuera de la zona del desastre. Las calles del Village estaban llenas hasta la madrugada de viernes y sábado, tal como es "normal", con esa combinación extraña de neoyorquinos y los que vienen a ver y tener "una aventura" en la ciudad "loca", para regresar a sus hogares "normales" en los suburbios en Long Island, Nueva Jersey y el estado de Nueva York. Las tan de moda boutiques de tatuaje y de perforación corporal de nuevo están abiertas y haciendo negocio "decorando" el cuerpo humano (entre las más notables está una en la Séptima Avenida que se dedica a perforaciones de lenguas, orejas, labios, ombligos y lugares mas íntimos y que ofrece la opción: "con o sin dolor"). Los comercios, como es obvio, comercian, los restaurantes y cafés dan de comer y beber, de nuevo hay música en los antros y en los parques los niños juegan, En las ligas de futbol se escuchan los gritos en español poblano, en jamaicano, en diversas lenguas africanas y europeas.
Pero observando un poco más de cerca, el regreso a la "normalidad" no ha triunfado -las pruebas de la derrota están por todas partes. Tal vez lo más visible es lo ocurrido con una de las grandes instituciones de Nueva York: el teatro.
Cinco obras de teatro comercial de Broadway tuvieron sus funciones finales este fin de semana a causa de los ataques del 11 de septiembre y otras seis -todas obras de largo plazo con producciones multimillonarias- están a punto de cerrar. Cientos de actores y trabajadores de producción de teatro de repente están en el desempleo y las pérdidas son de millones sólo en esta última semana, por lo visto entre las peores de la historia del mundo de espectáculos de Broadway. Otras producciones teatrales más pequeñas off Broadway también fueron afectadas y están al borde del colapso financiero.
Algunas producciones buscan sobrevivir con actores, trabajadores de teatro y hasta músicos aceptan acuerdos para reducir sus salarios 25 por ciento durante las próximas semanas. El problema: la asistencia al teatro se desplomó desde el 11 de septiembre. La gente está atrapada y se debate entre la sensación de que ir a gozar una obra en estos momentos es vergonzoso o de que simplemente no se tienen ganas de ir a reír o ver baile. A pesar del llamado de los políticos y las figuras públicas de "regresar a la normalidad" como acto de desafío contra el temor provocado por el ataque y como afirmación de que Nueva York no fue derrotada, esto no funcionó este fin de semana.
Caminando por las calles en las zonas "turísticas" de la ciudad, por la Quinta Avenida, por los museos, por el Empire State Building, uno se da cuenta de otra cosa poco "normal" en esta ciudad: la carencia de turistas.
Esta ciudad repleta de turistas de todo el país y el mundo de repente fue abandonada por ellos. El alcalde y hasta el ex presidente Bill Clinton han tenido que instar al mundo: "regresen a Nueva York", insistiendo que es un lugar seguro.
También se ha registrado una pérdida de apetito, particularmente en los restaurantes más lujosos, como Le Bernardin y Le Cirque, entre otros, algunos de los cuales han reportado días en que la clientela se desplomó 75 por ciento.
Para tratar de curar las heridas emocionales y de fe en el mundo, la ciudad organizó hoy un evento para Orar por America, donde se congregó a toda la cúpula política y religiosa de esta ciudad en el Yankee Stadium. Se esperaba a unas 60 mil personas en el acto de "unidad" del universo neoyorquino, el cual fue transmitido también por la televisión local.
Ahí oraron el cardenal Egan, de la Iglesia católica, junto con líderes religiosos de las iglesias cristianas protestantes negras, rabinos de los templos judíos, los sikh de India, musulmanes y otras, junto con presentaciones musicales de Bette Midler y Marc Anthony (se había programado a Plácido Domingo también) con dos maestros de ceremonia, Oprah Winfrey y el actor James Earl Jones.
Al parecer sólo llegaron entre 10 y 25 mil personas, nadie sabe por qué.
Algunos opinaron que era muy pronto para hacer un acto de conmemoración de un desastre en el cual aun no se sabe el paradero de tanta gente.
Pero sin ganas de ir al teatro o el cine, sin ganas de comer o "divertirse", sin ganas de conmemorar y con pocos que desean venir a visitar a esta gran urbe, Nueva York pretende funcionar. Tiene toda la apariencia de hacerlo, pero detrás de las nuevas máscaras de "normalidad" las caras siguen temerosas, las lágrimas saltan con cada pretexto y la ciudad que "nunca duerme" sufre de insomnio por la pesadilla que sigue humeando en el sur de la isla de Manhattan, como en gran parte de sus ocho millones de habitantes.