miercoles Ť 26 Ť septiembre Ť 2001

Arnoldo Kraus

Justicia Infinita y jihad

Para la mayor parte de la humanidad, para quienes no comulgan con las soluciones que plantean las guerras santas -llámense Justicia Infinita o jihad- la situación mundial gira, después del 11 de septiembre, en torno del absurdo, de la injusticia -que nada tiene que ver con la justicia de Bush y del Congreso estadunidense- y de la amoralidad, que excluye la idea de escuchar a ese interminable "otros".

La guerra santa de Bush -"quien no esté con nosotros está contra nosotros"- y la que pregonan los islamistas -para quienes muchos de los valores occidentales son inaceptables- se parecen en algunas facetas. Ambas ideologías excluyen, señalan, no escuchan. Desde el punto de vista médico, las dos tendencias semejan tumores malignos "muy agresivos": por el número de sus metástasis, por el poder de convocatoria, por la rapidez de crecimiento, por invadir y destruir estructuras ajenas, por romper el orden existente y por su virulencia. Una y otra son resistentes a toda lógica.

Y no sólo eso. El encuentro entre los dos pensamientos es imposible. No hay puntos de intersección: sus lenguajes son disímbolos e inentendibles. Si es que "hubo tiempo" y esperanza de diálogo entre los valores éticos del mundo occidental y la visión que profesan las tendencias más radicales del islamismo, después del 11 de septiembre se agotó el tiempo.

Ese "tiempo agotado" recuerda la interpretación que Kafka hacía de lo sucedido en Babel. Para él, no era que la Torre de Babel no se habiera finalizado por el desconcierto proveniente de las nuevas lenguas que impidieron el entendimiento entre unos y otros, sino porque la gente confió en el tiempo, lo que podría extenderse a decir que confió en ella misma. Y si se tiene fe en el tiempo, la acción, o en la necesidad de actuar, puede aguardar. ƑCómo leer la interpretación que hace Kafka del Babel que habitamos?

Parecería que el ser humano actúa sólo cuando el tiempo se esfuma, o dependiendo de la visión del mundo que se tenga, cuando las cosas marchan mal. El 11 de septiembre llegó tarde. El tiempo había finalizado antes, pues las muertes producidas por ambas escuelas ya sumaban millares. Lo absurdo, la injusticia y la amoralidad se conglomeran en estos tiempos aciagos. Parecen sumarse y dar pie a las más profundas intolerancias. Las preguntas son: Ƒqué hacer ante la intolerancia?, Ƒcómo responder? ƑEs la intolerancia una respuesta válida ante la intolerancia?

Para Bush, la Unión Europea y para la mayoría de los habitantes de esas naciones, la intolerancia debe ser tratada de acuerdo con la ley del Talión: "ojo por ojo y diente por diente", aun cuando no sean pocas las voces disidentes que han escrito o marchado para manifestarse en contra de la guerra, para decir "la guerra es terrorismo de Estado" o, "es posible otro mundo". Ese "tiempo agotado", esa disparidad entre el crecimiento desmesurado de unas naciones a la sombra del empobrecimiento de otras, esa explosión de la modernidad y de la tecnología, y las heridas abiertas que a su paso deja la globalización -con sorpresa, no con ironía, pregunto: Ƒde qué hablarán en su próxima reunión?- han sido, entre otras, razones suficientes para que la intolerancia domine el escenario mundial. La cuestión, alejada de todo maniqueísmo, queda en el aire, Ƒes la intolerancia una respuesta válida contra la intolerancia?

Los rumbos de la Justicia Infinita, sentencia inentendible, pues la justicia per se carece de límites y los caminos de la jihad, donde la vida propia y ajena valen menos que la vida misma, deambulan por senderos ríspidos e incomprensibles. Lenguajes babelianos en los que el mal de unos es el bien de otros, en los que la visión occidental de los valores humanos ha producido miseria y muerte, y en los que para las escuelas más extremistas de cualquier fundamentalismo, lo ajeno, lo que vende la modernidad, resulta amenazador. En estos lenguajes babelianos todas las compuertas para el entendimiento han quedado cerradas. Instigados, de un lado, por los medios de comunicación en Estados Unidos, que han explotado ad nauseam el sufrimiento de los deudos y las terribles imágenes de las Torres Gemelas; y de otro, por ideologías que "preparan" a los niños desde los seis años para odiar, esas puertas parecen trabadas. La inquina se ha convertida en medio y destino.

No es cierto que vivamos un choque de civilizaciones. Son segmentos, cada vez más numerosos, dentro de las distintas culturas, los que han propiciado el odio y la muerte.

La Justicia Infinita y la jihad son males contemporáneos inscritos dentro de la Babel de este siglo, cuyo inicio permite suponer que, probablemente, quedará sepultada la vieja idea de que el siglo XX fue el más cruel en la historia de la humanidad.